LA NECESIDAD DE INCREMENTAR LA INVERSIÓN EXTERNA
(Editorial Diario Clarín)
La convocatoria del Gobierno a la inversión extranjera, realizada el jueves pasado en la reunión del Consejo de las Américas, constituye una muestra de realismo particularmente importante ante las perspectivas que enfrentan sectores claves de la economía.
Desde 2003 —o 2004 si se considera 2003 como el rebote después de la crisis— la economía está creciendo a tasas elevadas y sobre bases sustentables. Esto es así porque el crecimiento se apoya, internamente, en superávit comercial y fiscal y en un aumento del ahorro interno que se convierte en consumo e inversión. Por otra parte, está impulsado desde el exterior por la expansión de los mercados de bienes exportables.
A pesar de este cuadro, verdaderamente atractivo bajo cualquier parámetro, la inversión externa apenas se ha recuperado y es mucho más baja que la que registran otros países de la región: el año pasado la inversión externa directa en la Argentina fue la tercera parte de la recibida por Brasil y aproximadamente la mitad de la que ingresó a Chile.
La reticencia inversora se debe a que la Argentina arrastra todavía una carga de imagen negativa y desconfianza, que pesa a la hora de tomar decisiones de inversión.
Por otra parte, el Gobierno suele tener actitudes ásperas con las empresas y sostiene políticas de intervención sobre el sector privado que, como se puso de manifiesto una vez más en la citada reunión del Consejo, generan incertidumbre sobre el grado de libertad empresaria, desalentando inversiones.
El hecho de que la economía esté creciendo con poca inversión externa podría generar la idea de que ese aporte es innecesario o de poca importancia para el desarrollo económico. Esto no es así por razones cuantitativas y cualitativas.
Cuantitativamente, porque el ahorro externo puede sumarse al local aumentando la masa de inversión. Cualitativamente, porque la renovación tecnológica requiere necesariamente inversiones de empresas que dominen las tecnologías que no se disponen ni pueden generarse en el país, y que son cruciales para el aumento tanto de la productividad como de la competitividad.
La inversión externa en el aprovechamiento de recursos naturales y de conocimiento, puede contribuir, por otra parte, a desarrollar nuevos rubros de exportación,
El aumento de la inversión en términos nominales y en relación al PBI es indispensable para mantener el ritmo de crecimiento en el largo plazo sin generar cuellos de botella. Si estos obstáculos aparecen no podrán aprovecharse plenamente los recursos físicos y humanos existentes ni las oportunidades que ofrecen los mercados en expansión y se generarían presiones inflacionarias.
La inversión es particularmente necesaria en el sector energético, tanto en la exploración y explotación de petróleo y gas como en la infraestructura vinculada con la generación y transporte de energía.
La escasez de energía puede derivar en aumentos de costos, presiones inflacionarias y agudización de conflictos con países a los que se vende energía.
También reduciría el peso estratégico argentino en la región, ante países con recursos abundantes o con inversiones destinadas al desarrollo de sustitutos del petróleo, como el caso de Chile.
Por esto el Gobierno debe tener en cuenta los factores económicos, políticos e institucionales que desalientan la inversión externa —que también juegan, ciertamente, sobre la interna— para contribuir a la sustentabilidad económica.
Pero también debe cuidar que la inversión externa se dirija a incrementar el stock de capital existente y no a la desnacionalización de las empresas locales, especialmente en los sectores claves para la seguridad o la cultura nacionales.
La convocatoria del Gobierno a la inversión extranjera es una muestra de realismo. La economía ha crecido sobre bases sustentables por varios años, pero atrajo poca inversión externa. La inversión que viene de afuera es necesaria para sumarla a la local y para incorporar tecnologías. Si la inversión no aumenta pueden perderse oportunidades en mercados y padecer cuellos de botella inflacionarios.