VIENTOS DE CAMBIO
(Editorial Diario La Nación)
La industria automotriz está en el comienzo de una nueva etapa. Hace algo más de cien años el motor de combustión interna (naftero y diesel) ganó la pulseada, fundamentalmente frente a los vehículos impulsados con vapor, para quedar como la tecnología más rentable, económica y eficiente.
Un siglo después se vislumbra un nuevo quiebre tecnológico. El petróleo se termina y el automóvil debe evolucionar hacia otros horizontes técnicos con dos premisas ineludibles: más eficiencia energética y menos contaminación ambiental.
Hoy, el desafío proyecta un par de soluciones más o menos inmediatas. En primer lugar los vehículos híbridos, que combinan un motor de combustión interna y uno o más motores eléctricos, aparecen como la tecnología que dominará el mercado de la próxima década.
Eso sí, estos motores de combustión interna utilizarán combustibles producidos a partir de materias orgánicas, grasas y vegetales, como el biodiesel, el biogás y el alcohol, junto con GNC, GLP y otros todavía derivados del petróleo.
Más allá, la celda de combustible, que funciona por una reacción química entre hidrógeno y oxígeno para generar la electricidad necesaria que mueve los motores de los vehículos fuel-cell.
Este es un camino que casi todos los fabricantes de primer nivel mundial han encarado y del que, estiman, ya está terminando la primera etapa de desarrollo. Un paso atrás quedan las baterías, con su déficit en materia de autonomía.