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Opinión
GAS DE BOLIVIA: EL NEGOCIO ENTRE UN REHÉN Y UN CAUTIVO
03/02/2006

GAS DE BOLIVIA: EL NEGOCIO ENTRE UN REHÉN Y UN CAUTIVO

(Daniel Gustavo Montamat)
El precio que se paga a Bolivia por el gas, lejos de ser un regalo, es más que razonable: tres veces más del promedio a productores argentinos. Bolivia no puede vender a EE.UU. porque no tiene infraestructura para exportar gas natural líquido

El gasoducto Sudamericano quedará para otra etapa de integración física latinoamericana

Bolivia ha anunciado su intención de aumentar el precio del gas que le vende a la Argentina y a Brasil. Cree tener el sartén por el mango y negociar con rehenes de su suministro. Argentina se esfuerza por demostrarle que tiene opciones energéticas, pero su opción de corto plazo es la sustitución de gas por fuel o gasoil. La opción de largo plazo no es el gas transportado por gasoducto desde Venezuela, sino el gas natural licuado transportado por barco, como ya lo entendió Chile tras los cortes del suministro argentino. Pero Bolivia es cautiva del mercado de Argentina y Brasil. Si la ideología no oscurece las cotas de un negocio razonable, es posible alcanzar acuerdos que sirvan de base al postergado proyecto de construir un nuevo gasoducto troncal.

Bolivia no nos regala el gas como cree la opinión pública del país hermano. Es bueno aclararlo, porque así como para los uruguayos ahora somos patoteros, para los bolivianos somos unos aprovechadores.

Volvimos a importar gas de Bolivia en el 2004, a las apuradas, y con la intención oficial de enmascarar una crisis precipitada por el autismo energético, que desde el 2002 ha sustituido al anterior autismo cambiario. Recuerdo que cuando el Gobierno anunció, desde el Salón Blanco, como se estila ahora, el Plan de Obras de Energía para el quinquenio 2004-2008, el proyecto clave que apuntaba a superar el déficit estructural de gas natural que se había manifestado, era un nuevo gasoducto troncal desde Bolivia; el Gasoducto del Noreste Argentino, cuya puesta en servicio se preveía para mayo de este año.

Reiniciamos las importaciones de 4 millones de m3/día (144 mil millones de BTU) por el viejo gasoducto de Bolivia, pagando en frontera u$s 2,08 el millón de BTU. Pero el precio, en ese acuerdo de corto plazo renovable, quedaba sujeto a una fórmula de ajuste trimestral acordada en el contrato que rige la exportación de gas de Bolivia a Brasil desde 1996. El ajuste tiene en cuenta la variación de precios del fuel oil, para así recoger las variaciones de los precios internacionales del petróleo. Como consecuencia, el precio del gas que nos vende Bolivia se fue incrementando al compás del aumento de los precios del petróleo. En el 2005 importamos un promedio de 6 millones de m3/día y terminamos pagando el gas en frontera 3.18 dólares el millón de BTU. ¿Caro o barato?

Si existiera un mercado regional integrado de gas natural, donde las cuencas argentinas compitieran con las bolivianas, el costo de las cuencas más caras para servir toda la demanda fijaría el precio regional del gas (todavía no hay un mercado mundial del gas natural, ni opera una OPEP gasífera). La cuenca más cara seguiría siendo el off-shore argentino, y el precio del gas hubiera estado por debajo del precio que le pagamos hoy a Bolivia. Pero no hay mercado regional de gas, ni competencia entre cuencas (que es lo que más conviene a los intereses de la sociedad). Peor, si de integración energética se trata no hay buenos augurios: la suma de las autarquías que se vislumbran en la región dará como resultado el conjunto vacío.

Sin competencia entre cuencas, el precio de oportunidad para Bolivia está fijado por nuestras opciones de sustitución. Si nuestra opción es el fuel, descontado el transporte, el precio en frontera no podría haber superado los u$s 4 el millón de BTU. Como se puede ver, el precio que pagamos a Bolivia por el gas, lejos de ser un regalo, es un precio más que razonable. Es tres veces más del precio promedio que pagamos a productores de gas argentino.

¿Y la alternativa de Bolivia de vender el gas al mercado americano donde las cotizaciones promedio en distintos nudos distribuidores -hubs- han sido de 10 dólares el millón de BTU? Hoy no es una opción disponible para Bolivia porque no tiene infraestructura que le permita exportar gas natural líquido. Por aquellas ironías del destino, si el Presidente Evo Morales hubiera estado seguro de su sino de poder, podría haber sido más indulgente con el denostado proyecto de exportación de GNL (gas natural licuado) y hoy tendría instalaciones que lo harían menos cautivo del mercado vecino y más temible en sus promesas de nacionalización.

Si rehén y cautivo asumen los límites de su condición negociadora, habrá más importaciones de gas de Bolivia y un nuevo gasoducto troncal. El gasoducto Sudamericano (Venezuela-Argentina) quedará para otra etapa de integración física en Latinoamérica, cuando la geografía regional esté mucho más interconectada por redes, y cuando los Estados hayan avanzado en una agenda energética de convergencia regulatoria.

Mientras tanto, de una vez por todas, asumamos la pérdida del autoabastecimiento energético, del que ya nos vienen advirtiendo las propias auditorías de reserva de los principales actores del mercado. Por la relevancia del gas en nuestra matriz de energía, hay necesidad de diversificar las fuentes primarias, y de explorar la opción de importar gas natural licuado.

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