ASUNCIÓN DE EVO MORALES EN BOLIVIA
(Editorial Diario Los Andes, Mendoza)
Con diferencia de días, una mujer socialista fue elegida presidente en Chile y un indígena asumió el mismo cargo en Bolivia. ¿Qué aires corren en América Latina? Quizá podríamos encontrarnos ante primeros magistrados que entienden que los intereses legítimos de sus países y de sus pueblos están por encima de encerronas doctrinarias, de reivindicaciones tal vez justas pero difíciles de alcanzar, de extremismos y de defensas a ultranza de intereses sectoriales contrarios al bienestar general.
Evo Morales al ser ungido presidente de Bolivia improvisó un discurso realista y esbozó algunas ideas que no parecen estar destinadas al enfrentamiento.
“Históricamente los pueblos indígenas, que son el 62% del pueblo boliviano, hemos sido marginados, humillados, condenados a la extinción. Hace 40 o 50 años no teníamos derecho de entrar a la Plaza Murillo ni de caminar por las aceras”, dijo Morales haciendo un retrato realista de la situación de los bolivianos originarios hasta hace poco tiempo. Y añadió: “No estamos aquí para seguir llorando por los 500 años de opresión. Estamos en tiempos de triunfo”.
El flamante presidente, que inicia su mandato de cinco años con un 74% de aprobación popular, ha sido pastor de llamas, cocalero, músico y dirigente sindical; es descendiente de ancestros de la etnia aymara -una de las más numerosas de Bolivia- y es el primero entre sus pares que usa la banda presidencial tras 180 años de gobiernos de blancos y de mestizos, con 65 presidentes que, como señaló una periodista argentina, manejaron el país “con indisimulado desdén por los indígenas, la mayoría de la población del país andino”.
Acerca de sus antecesores, el flamante presidente dijo que: “Nos dejaron un país subastado, saqueado. Si hubieran sido inteligentes administradores de esta patria, Bolivia sería mejor que Suiza. Suiza no tiene recursos naturales y es un país rico, mientras que Bolivia, con semejantes recursos naturales (es la segunda reserva de gas del continente) tiene semejante pobreza”.
Es posible que la presidencia de Evo Morales deba transitar momentos muy difíciles y hasta dramáticos, pero que podrán ser superados a poco de que la sociedad boliviana en su conjunto opte por un sistema más justo de distribución de la riqueza y de acceso al poder, con respeto a las leyes positivas y a los compromisos internos y externos.
Esto no es imposible, al contrario, quizá hoy Bolivia se encuentre en una posición favorable para disminuir la brecha de las desigualdades (el 70% de la población boliviana se encuentra en la pobreza), con la conducción de un presidente que, a estar por lo que prometió en sus discursos, tratará de cambiar -“refundar”, dijo- a su nación de la manera menos traumática posible.
En su discurso de investidura, Evo Morales reivindicó las riquezas del subsuelo para el Estado respetando las privatizaciones, sin prometer expropiaciones y reconociendo el derecho de los inversores privados a obtener su renta como socios del Estado y reiteró su decisión de cumplir con las obligaciones de su país: “Los pueblos indígenas no somos responsables del endeudamiento externo, y aunque eso no significa desconocer la deuda externa, pedimos a la comunidad internacional condonar esa deuda que tanto daño ha hecho”.
Anunció que propondrá una alianza con Washington para combatir a los narcos: “Apostamos a la cocaína cero, al narcotráfico cero” y dirigiéndose directamente al representante de Bush, presente en el acto de su asunción, dijo que deseaba “hacer una alianza con EEUU para la lucha efectiva contra el narcotráfico, sin sometimientos”.
Respecto de las relaciones chileno-bolivianas, que están interrumpidas a nivel diplomático, Morales tomó la iniciativa de invitar al presidente chileno Lagos a su ceremonia de asunción, obviando los usos y convenciones diplomáticas, en un intento por inaugurar una nueva etapa en las difíciles relaciones entre sus dos países, lo que parece haber encontrado eco en el presidente saliente de Chile.
Por su parte, el vicepresidente entrante sostuvo la necesidad de crear un “Estado multicultural donde un poncho valga lo mismo que una corbata, donde una piel más oscura valga lo mismo que una más blanca”.
Este es el comienzo. Es de esperar que finalmente la sociedad boliviana encuentre el camino de su grandeza y de su desarrollo con equidad social y pueda solucionar los problemas de desempleo, corrupción y de la pobreza en la que vive más del 70% de los 9 millones de bolivianos.
