La incertidumbre reinante acerca del futuro energético nacional adquirió contornos polémicos en una reunión sectorial en la cual llamó la atención la presentación del presidente de Enarsa -la recientemente creada empresa energética estatal-, Ezequiel Espinosa, quien indicó que el gobierno nacional podría recurrir a restricciones a la exportación de petróleo en caso de que no se registraran inversiones suficientes para revertir la situación actual.
El tema energético, como es de dominio público, constituye una cuestión clave con motivo de la reducción de la producción y la disminución de las reservas geológicas conocidas. Ello podrá llevar en el curso de los próximos tres años, según algunas estimaciones, a transformar a nuestro país en importador neto del fluido, revirtiendo la situación prevaleciente a partir de la década del 90, cuando, por sus continuos aumentos productivos, nuestro país se transformó en exportador neto, con gran influencia en la balanza comercial externa.
En efecto, las exportaciones de petróleo y gas representaron el 18 por ciento de las exportaciones totales, apenas compensado por un 5 por ciento de sus importaciones. Se presume que esta ecuación se invertirá si no se logra un aporte de capitales suficiente en la exploración y explotación de petróleo y gas, que se comportan habitualmente como coproductos.
El presidente de Enarsa indicó también que la empresa estatal, creada hace un año y medio, inició sus actividades hace sólo seis meses, posee 17 proyectos de inversión en estudio y contactos con empresas de numerosas naciones interesadas en asociarse para desarrollar inversiones. Espinosa puntualizó la condición estratégica del petróleo y del gas, distinción compartida por todos y de preocupación generalizada, ya que tanto los empresarios como la población en general vienen advirtiendo, y a veces sufriendo, cuando afrontan restricciones de abastecimiento de energía. Debe tenerse presente, además, que actualmente el impuesto del 45 por ciento a las exportaciones de petróleo ha permitido frenar los aumentos de precios internos de los combustibles, lo cual sería virtualmente imposible en caso de que el país se transformara en importador. De ello se desprende que en todo caso ya existen restricciones a las exportaciones.
La economía energética nacional logró sus mayores éxitos cuando el Estado abandonó, en las décadas del 80 y 90, la tan activa participación empresaria que tuvo durante más de 70 años, desde el descubrimiento del petróleo. Hoy, esta creación de una empresa estatal, el altísimo porcentual de las retenciones a las exportaciones, la congelación de precios en los servicios públicos, la inseguridad jurídica existente y, en cierto modo, el resquemor que produce la salida del país de varias empresas extranjeras no brindan el mejor clima para negocios e inversiones.
En el plano de las coincidencias se puede recoger entre los empresarios del sector petrolero la conveniencia de modificar la ley de hidrocarburos con el propósito de adaptarla a la realidad actual.
En este contexto, las manifestaciones del presidente de Enarsa no constituyen una expresión afortunada y están lejos de condecirse con las expresiones del presidente Néstor Kirchner y del ministro Roberto Lavagna acerca de la necesidad de que se renueven las inversiones productivas necesarias para apuntalar el futuro desempeño de la economía. De más está decir que si las afirmaciones del titular de la flamante empresa petrolera estatal son llevadas a la práctica, los efectos serán absolutamente contraproducentes.