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Debate
ESTRATÉGICO ES EL PETRÓLEO, NO REPSOL
21/10/2005

ESTRATÉGICO ES EL PETRÓLEO, NO REPSOL

Osvaldo Pellín (Petrolero)
Sobisch se ha solazado al designar como aliado estratégico del Estado neuquino a Repsol, la compañía que explota petróleo y gas en la provincia. Pero se equivocó, porque el único bien estratégico (*) vinculado a la actividad es el petróleo, no la empresa. Y, si es el petróleo, el enfoque cambia, porque los intereses de la sociedad neuquina estarían prioritariamente atendidos. Ahora están contemplados solamente los de Repsol.

Esta empresa se encuentra en un país que, merced a la aplicación del criterio de que los hidrocarburos son una mercancía y no un bien estratégico, como la propia España lo considera para sí misma, han podido apropiarse, de la parte sustancial de la renta petrolera. La provincia, con el pobre y congelado 12 % de regalías, calculadas según el valor que tenga el petróleo en boca de pozo, deja el resto de la renta en manos de Repsol que puede exportar a su metrópoli hasta el 70 % de las divisas que genera la actividad. Se trata de una suma que, depende del año de que se trate, ronda los 3.000 millones de dólares.

Gustavo Calleja ha afirmado que ningún país del primer mundo ha procedido de este modo. Siempre se reservaron, a partir de su participación accionaria en las empresas que fueron privatizadas, la posibilidad de ejercer control y vetar, si fuera preciso, la política que aquellas apliquen. La Argentina, en cambio, definido como un país de poco petróleo, lo exporta para equilibrar sus cuentas fiscales y poder aplicar las retenciones al pago de la deuda externa. Pero está reconocido que es un estado que debería producir hidrocarburos hasta el límite del autoabastecimiento y dejar de exportar, reservando los excedentes para incrementar el horizonte de sus reservas y ponerse a salvo de las crisis recurrente que este negocio.

No contenta con los privilegios que Repsol tiene en la Argentina, no se cansa de reclamar mayor seguridad jurídica para su empresa. Es que saben que todo el proceso de privatización de los hidrocarburos, así como su explotación actual, está fuera de la ley, y funciona sólo avalado por decretos anticonstitucionales, llamados de desregulación petrolera, firmados por el ex presidente Menem.

Esta situación la conoce el socio de Repsol que no es la sociedad de Neuquén, sino la persona del gobernador, que ha salido a la palestra a demostrar que puede ir más rápido con la reforma de la Constitución, de lo que va el gobierno nacional con la redacción de la nueva ley de hidrocarburos. Porque éste vacila largamente en darle forma a una nueva ley de hidrocarburos que rija para adelante y blanquee para atrás.

La seguridad jurídica que se pide consiste en que ya nadie discuta más la libre disponibilidad de crudo y de divisas por parte de los concesionarios, la prioridad del mercado de exportación por sobre el mercado interno, el límite del otorgamiento, como máximo, de cinco concesiones de explotación y exploración por empresa, el tomar como base para la fijación del precio de los combustibles, para el mercado interno, el valor internacional del petróleo en boca de pozo, como si el mismo no lo extrajeran de nuestro subsuelo y lo estuviésemos importando de Arabia Saudita.

Es la brecha histórica a cerrar, abierta visionariamente por Yrigoyen y Moscón y a la que respondió toda la legislación argentina en materia de hidrocarburos, desde la fundación de YPF en 1922.

Si llegara a reformarse la Constitución provincial, Repsol iría adquiriendo la seguridad jurídica que ambiciona y Sobisch podría mostrar el leal cumplimiento de la palabra de un socio que es más expeditivo que su contrincante nacional. Entonces, sus amigos de la derecha podrían decirle:

¡Prueba superada!¡Acaba usted de ganarse un lugar en nuestro selecto elenco!

Si ese escenario se concreta, ¿no habría que repetir las palabras del Dante? : "Pierdan toda esperanza los que entren aquí". Claro, se refería al Infierno.


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