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Editorial Diario Los Andes
RESPUESTAS ANTE LA CRISIS ENERGÉTICA
23/06/2005
Editorial Diario Los Andes

RESPUESTAS ANTE LA CRISIS ENERGÉTICA

(Los Andes)
Editorial Diario Los Andes
Respuestas ante la crisis energética

La crisis energética por la que pasa nuestro país proviene de la falta de una planificación a nivel nacional y de controles por parte de los poderes públicos en materia de inversiones y otros aspectos relacionados con la actividad de las empresas a las cuales se entregaron los sistemas de generación, transporte y distribución de la electricidad, y la explotación, transporte, procesamiento y venta de los hidrocarburos.

No se diseñó, antes de la privatización de las empresas del Estado, un marco estratégico ni regulatorio para el desempeño de esas actividades y es así como, al cabo de poco más de una década, este país se enfrenta a situaciones que muy poco tienen de racionales. Por un lado, exporta hidrocarburos a precios internacionales -bien que el Estado se queda con un buen porcentaje como retenciones-, abasteciendo de petróleo y gas a naciones vecinas, como Chile, Uruguay o el Brasil. Pero, por otro, y en virtud de limitaciones propias de la falta de controles e inversiones, debe importar gas desde Bolivia y derivados de petróleo de otros mercados, también a precios que insumen parte de necesarias divisas.

Nadie comprende bien cómo es que exportemos lo mismo que importamos y algunos intentan explicarlo indicando que las leyes de los mercados imponen intercambios u operaciones que establezcan ganancias apropiadas para la continuación de la actividad. Creemos que eso no es así, sino que la situación responde a que las empresas prestatarias no se sienten obligadas para con la Argentina, a la cual no han dotado de obra importante alguna en todos estos años para mejorar ni el sistema de electricidad ni subvenir las necesidades de hidrocarburos de nuestra economía.

Si el país intenta remontar la cuesta que imponen tanto la escasez de recursos de los cuales se sabe tiene de sobra en su subsuelo, como las escalas de precios que se han intentado imponer, siempre alineadas con los internacionales pero no con los costos reales de nuestra economía, deberá actuar en forma tal de cerrar la brecha que impusieron la falta de planes y controles a lo largo de todos estos años.

Tanto es cierto que no existen ni estrategias ni controles, que en Mendoza se planea, con aval legislativo, apelar a un recurso propio de las naciones carentes de recursos como petróleo o gas: la implantación de variedades vegetales que generan una variedad de aceite que se pueda mezclar con el gasoil, y de esa forma suplir algo de lo que nos falta en esta época.

Ya hace algunos años, y comentando la estrategia del Brasil de derivar parte de su producción azucarera a la destilación de alcoholes que suplieran la escasez de naftas, indicamos que una de las características sociales de ese país era el hambre que afligía a gran parte de su población. No corresponde, indicamos, destinar terrenos aptos para el cultivo de alimentos de un pueblo hambreado, para que el producto sea quemado en motores que pueden funcionar con combustibles más específicos.

Lo mismo se puede indicar acerca de la experiencia que se pretende llevar a cabo en Mendoza: sus tierras sometidas a cultivo no son muchas en comparación con las de otras zonas del país, y uno de nuestros recursos estratégicos que es el agua, debería utilizarse para irrigar plantaciones destinadas a producir aceites que, como en el caso del Brasil, serán quemados en motores.

Si Mendoza puede aportar algo al panorama energético nacional, debe hacerlo a través de la exploración y explotación de sus yacimientos de petróleo, o el aprovechamiento intensivo de sus enormes posibilidades para la generación de energía hidroeléctrica, especialmente en complejos como los realizables en el río Grande. No es apropiado que se destinen tierras aptas para la producción de alimentos a la obtención de combustibles, especialmente si es necesario eximir de impuestos a ese tipo de plantaciones para que resulten rentables. Esto, en cuanto a la planificación que puede disponer Mendoza en lo relativo a sus propios recursos. Lo demás pende de las reformulaciones que debe generar el Estado nacional para evitar que el país vea tan deformadas sus estructuras productivas por la falta de estrategias o políticas que aporten efectivamente al desarrollo.

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