DANIEL BOSQUE*
La de este miércoles no fue una noche más en RIo de Janeiro. Los cariocas que se pusieron a salvo del turbión hicieron viral un temporal que en minutos anegó la ciudad entre ráfagas de 100 kilómetros. Inevitable mensaje-sinapsis para el convaleciente Jair Bolsonaro, cuyos avatares hospitalarios y políticos le desnudan cuán frágil es todo. Si su salud se complicara sería el turno de otro inefable, el vice Hamilton Mourão, el militar duro que ya ha desconcertado a la coalición gobernante con su aval al aborto y la defensa de una Petrobras estatal.
La coyuntura brasilera da para un marcapasos. Si no que lo diga Vale, la gran mineradora que fue sorprendida por lo peor justo cuando su producción había crecido 117% en cinco años. A pesar de los fuertes vaivenes del hierro, su core business, y seguía desafiando al mercado desde S11D Eliezer Batista, la mina de hierro más grande del mundo, en Pará, que en 2020 proyectaba duplicar su entrega y superar los 100 MM ton.
Vale, al igual que Petrobras, es un estado mismo dentro del universo verde amarillo. Tanto que en su espiral de crecimiento exportó por US$ 20.000 millones en el último ejercicio. Para entenderlo mejor: más del doble del cobre vendido por el Perú, casi dos veces la soja que exporta Argentina.
Pero ahora se sabe que sus ingenieros y gerentes, en su afán de crecer, descuidaron los relaves estresados y luego desactivados de Minas Gerais que hoy son leit motiv mundial de la actividad, después de que el lodo de Brumadinho dejara 150 muertos y 182 desaparecidos.
A Vale el accidente ya comenzó a facturarle miles de millones de dólares en caída en la bolsa, multas, indemnizaciones, minas desactivadas, proyectos bloqueados e inversión en tecnología, infraestructura, pautas publicitarias y abogados. En su catarata de anuncios una de las últimas novedades es que asignará US$ 408 millones en virar a un sistema de relaves secos.
Lo barato sale caro es el mensaje de alarma qué están ganando los foros de la minería mundial, preocupados porque el eco de la tragedia complicará permisos y tornará más caras las minas futuras. Cómo se vio esta semana en el Investing in African Mining Indaba, la mayor cumbre de la minería africana, en Ciudad del Cabo, en la que los relaves mineros se metieron por la ventana. Allí estuvo muy activa Barrick Gold, tras su reciente M&A con Randgold.
La canadiense es una de las que puede dar fe de esta ecuación, desde una experiencia incruenta y muchísimo menor. Sus ahorros y omisiones en Veladero le costaron costaron prestigio, producción y finalmente US$ 500.000.000 en un nuevo valle de lixiviación y RSE. Antes había soportado "el fiasco de Pascua Lama", como lo bautizara el finado fundador Peter Munk, un caso testigo de un mega proyecto pésimamente gestionado que terminó con su prohibición en Chile, el reflejo en desplome bursátil, incluído la querella colectiva de accionistas y la desconfianza de los mercados. Lecciones aprendidas por la líder del oro mundial mientras buscaba en China los joint ventures para sobrevivir y no ser engullida por sus competidoras.
Donde Corrego do Feijao ha producido una inesperada crisis en pleno estreno del capitán evangélico. “El medio ambiente es súbdito del desarrollo” venía propalando Bolsonaro y lo volvió a sostener en Davos, horas antes del colapso mineiro.
No sorprende la grandilocuencia: la Amazonia concentra la mayor parte de bosque tropical del planeta, abarca un 1/3 de la biodiversidad del globo, alberga 10.000 especies de árboles, absorbe un 10% del CO2 global y produce el 20% del oxígeno del mundo, pero como Lula en su momento, al que ayer los jueces le agregaron 12 años más de condena, el gran hermano de Sudamérica no admite monitoreos externos a su gestión ambiental. Tanto el ultra liberal Paulo Guedes, la pieza clave para la reforma privatizadora de las jubilaciones, un negocio de más de US$ 200.000 millones que esperan como maná las aseguradoras de pensiones extranjeras, y el gurú Olavo de Carvalho, traductor de Donald Trump a clave brasilera, incluido el rechazo a toda doctrina del cambio climático tanto que postula la salida del país del COP21, quedaron descolocados en sus discursos anti ecología, frente una opinión pública impactada por los inocentes sepultados por el lodo minero.
La multimedia Grupo Globo, con su negocio en crisis pero todavía gran formador de opinión, ha apuntado con su periscopio al gobierno flamante, tal como lo hizo implacablemente con el PT. El torpedeo tiene su lógica: Bolsonaro promete pagar sus deudas financieras y proselitistas llevando al liderazgo absoluto al Grupo Record, del poderoso pastor Edir Macedo, el líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios, 7.000 templos y 8.000.000 de fieles brasileros, además de factótum del discurso moralizador que se impulsó la llegada al poder.
Si Meu Capitan sale del hospital indemne, le espera un tiempo de sobresaltos derivados de Brumadinho, un pagaré que el sistema político hoy trata de endosar 100% a Vale porque el sistema de controles, hoy a la luz y en el banquillo, tenía fisuras por todos lados. Aunque un colapso del gigante de hierro no sería inocuo para las cuentas del Brasil. La minera ya perdió más de US$ 20.000 millones de capitalización bursátil, como para ir anotando.
Ahora emergen viejos videos desde el fondo del youtube. Como aquellos de 2016 que el Partido Social Liberal lucía orgulloso, como muestra de tenacidad, en su homepage de campaña: en uno de ellos, un ignoto legislador y ex militar promueve, como el mejor vendedor del mundo, el grafeno (insumo clave en paneles solares) y el niobio (utilizado en siderurgia) de la Compañía Brasileña de Metalurgia y Minería (CBMM) en Araxá, Minas Gerais. “Brasil tiene toda la tabla periódica de minerales del mundo y tenemos que ser un país mineral” decía entusiasta frente a las cámaras.
Ya presidente, Bolsonaro ha prometido liberar el potencial de minería de la Amazonía, la selva tropical de 690.000.000 has. En las vísperas electorales, Bloomberg entrevistaba a Elton Rohnelt, un emprendedor de mineras durante la dictadura militar 1964-1985 y ex colega de Bolsonaro en la Cámara de Diputados en los 90, donde presentaron proyectos de desregulación del sector. "El sector mineral del Norte está aguardando que Bolsonaro regule la situación", decía el partner parte del think tank que busca flexibilizar exigencias a los sectores energético y minero, como la reducción del plazo, a tres meses, para otorgar licencias a pequeñas centrales hidroeléctricas, evaluaciones que según los mentores del cambio de paradigma podián demorar hasta una década.
Bolsonaro no es eco friendly ni gusta demasiado de las etnias aborígenes y ha prometido en campaña no dar ni un centímetro más para reservas indígenas y su deseo es que las poblaciones nativas se integren a la sociedad moderna. Hoy, un 30 por ciento del territorio brasileño está protegido por áreas ambientales y territorios indígenas, principalmente en la Amazonia, según Embrapa, una organización de investigación agrícola estatal
Rohnelt dice que hay unos 20 proyectos pendientes que podrían motorizar al sector. El PSL de Bolsonaro consiguió más de 50 escaños en el Congreso en las elecciones, lo que lo convirtió en la segunda fuerza electoral. Las mineras habían visto el cambio político como una vuelta de página, hasta el desastre de Brumadinho, y esperaban que se desmantelaran trabas en los permisos.
“La burocracia asola el sector minero nacionalmente, no sólo en la Amazonia. Las grandes como Rio Tinto, BHP Billiton y Glencore tienen hoy presencia limitadas o están ausentes. Las mineras han tenido muchas dificultades y buscan otros países donde la situación es mucho más fácil”, dijo Murilo Ferreira, ex CEO de Vale, un viejo conocido de la Argentina cuando la minera intentó poner en marcha Potasio Río Colorado y hubo un gran anuncio en la Casa Rosada con Cristina Kirchner.
"Hemos tenido un declive significativo en los nuevos pedidos para investigación mineral se quejaba João Orestes, secretario de planificación y desarrollo del Estado de Amazonas, que supervisa la minería. En los 80 y 90, dice, había 2.000 solicitudes mineras por año en tres estados de la Amazonia. En 2018 se recibieron menos de 100, Los últimos presidentes nunca hablaron en minería, con Bolsonaro todo cambiará.
Todo este camino será más espinoso, previsiblemente. En Brasil existen represas desde hace décadas, pero hace sólo nueve años que una ley nacional unificó la fiscalización tras Política Nacional de Seguridad de Represas y la concentró en la Agencia Nacional de Minería (ANM). Hoy, 205 presas mineras, 50 de Vale venían siendo inspeccionadas, pero el monitoreo corría por cuenta de las mineras. Minas Gerais dio una señal esta semana con la cancelación de la represa de Laranjeiras y la mina Jangada. Después de Mariana y Brumadinho no hay margen para más desastres.
“Vale: Deus perdoa sempre, o homem perdoa às vezes e a natureza nunca perdoa”, dice un graffiti de esta semana en Tijuca. La minería de Brasil sufre la crisis dramática de un modelo productivo. Los viejos relaves, en peligro de licuefacción y colapso, son bombas de tiempo cuyas esquirlas acaban de dar de lleno en Vale y Jair Messias Bolsonaro, dos gigantes con pies de barro.
* Director de Mining Press y EnerNews