Daniel Bosque*
En 1997, con mi amigo Enzo Velasco, hicimos un documental sobre el terremoto de San Juan. Lo llamamos “La Grieta”, mucho antes de que esas palabras pasaran a nombrar otra cosa en la Argentina.
Fue una emoción entonces mostrar el dolor de últimos sobrevivientes adultos del 15 de enero de 1944. Y el orgullo de los ancianos entrevistados - junto con la apelación a la memoria de la tragedia- por esta nueva ciudad, antisísmica, de veredas anchas y bordeadas por plátanos y moreras.
Hoy es un aniversario triste para nuestra querida “ciudad de las cuatro avenidas” debido a lo que ya conocemos: la destrucción de una parte del paseo peatonal, que no llegó a ser total gracias a una medida cautelar presentada por el grupo de defensa del patrimonio ACODEPAS.
No hace falta explicar más lo sucedido. Porque miles de sanjuaninos han mostrado por las redes el desastre y la chapuza impune que ha dado lugar a un ingenioso tag que resume todo: #ArandaNo.
Una viralización que llamativamente, salvo chispas aisladas, no ha encontrado mayor eco en los medios de San Juan. Yendo a Google, sobresale por lejos la voz oficial que se vanagloria por la tala de los árboles y el adefesio de un paseo como salido de un bombardeo atómico.
Como me han dicho muchos, qué hubiera pasado si sanjuaninos de otra época, como don Francisco Montes padre, hacedor del Diario de Cuyo, hubieran visto esto. Algo ha cambiado y no es precisamente agradable en este San Juan del siglo XXI. Cuando la política y la prensa no son el eco de lo que pasa en la calle.
Porque tampoco las figuras públicas ni las fuerzas vivas (cámaras empresarias, sindicatos, asociaciones profesionales, la importante universidad y sus organizaciones estudiantiles) quieren formar parte de este debate sobre su ciudad y sus árboles. Prefieren no enterarse de que en varias partes del país y del mundo los árboles son, por ley, patrimonio de la sociedad, su preservación un deber de los funcionarios y ciudadanos, y su destrucción un delito punible.
Pero #ArandaNo no bajó de los platos voladores. El grupo de funcionarios y ediles que ejecutaron y bendijeron esta mutilación de la capital sanjuanina son apañados por la abulia de una generación de “homo spliters” que cree que poniéndose a 24 grados, como dice el gobierno, está todo OK.
“Caminar por tus calles es lo único que No quiero” , podría cantar hoy el Negro Villavicencio. Son dos vergüenzas esta impunidad y esta indiferencia, para la gesta de nuestros padres y abuelos que se secaron las lágrimas, removieron los escombros y volvieron a levantar la mejor ciudad posible sobre el dolor por sus muertos.
Que en paz descansen.
* Periodista
