DANIEL BOSQUE*
La primera vez que escuché de un ejercicio singular y empinado fue en los curas salesianos, cuando en las clases de Religión nos mostraron “Cien maneras de decir que no a la prueba de amor”, un libelo de Ediciones Paulinas dirigido a las chicas que no sabían cómo rechazar el invite al sexo prematrimonial.
Mucho más acá he disfrutado de aquel ingenioso link sobre las “Cien veces en las que quedarás mal cuando tu mujer te pregunte si está gorda”. Inevitablemente, digas lo que digas, no hay forma de salir sano y en paz de tal encerrona.
Confieso que desde hace tiempo me siento parte del colectivo, mayormente masculino, que aquí y en todo el planeta occidental se inquieta por la llegada del 8-M.
Y hoy me ha parecido que quedé atrapado otra vez. Después de haber pasado de largo en varias curvas en las últimas ediciones, desde el fin de semana me venía entrenando para enfrentar la fecha del otro género.
-¡Felicitaciones!
- Estás equivocado, es un día de lucha.
- Sin ustedes no seríamos nada
- Por favor, es una cretinada decir eso.
- Soy solidario con vuestra lucha.
- Viniendo de un hombre suena a hipócrita.
Arminda, la vieja florista paraguaya de Avenida de Mayo y Perú, me dice que hoy es el día en que muda de rubro. Chau a los ramitos con que otrora los jefes y amantes halagaban a féminas en derredor. Desde hace dos años, en el corazón del “marchódromo” argentino vende sanguchitos de bondiola y tortas fritas. El año pasado se durmió pero éste ya ofrece a las manifestantes los pines de #NiUnaMenos.
Hay viejas amigas que no faltan a la cita y todos los años me recuerdan el origen trágico del Día de la Mujer. Ni se te ocurra hablar de festejo porque esto es una celebración y un reclamo. Y como siempre me envían el networking del día de lucha en cientos de ciudades del mundo.
Todo esto ocurre mientras en países remotos pero ruidosos, como la Argentina, por equis razones el gobierno ha disparado un debate sobre el aborto. Algo que crespa la piel de los más conservadores y religiosos. Y que como en otras latitudes, bajo el escudo de la ética y la moral, ocultará temas tan centrales y obvios como la pobreza, el desarrollo humano y la salud de los niños por venir.
El enigmático aborto de Mauricio Macri ha eclipsado esta vez, en la recordación femenina, a la curva de femicidios, un fenómeno que está lejos de apagarse.
Ya nos pusimos serios por las cosas que pasan, pero lo que quería compartir es que estoy contando las horas para que termine esta jornada. Desde el amanecer he tratado de ser políticamente correcto, para que no me pase lo del ministro serbio de Asuntos Sociales, Trabajo e Igualdad de Sexos, Zoran Djordjevic, quien dijo que a las mujeres no les importa el respeto sino el amor, lo que despertó la ira de las ONG y la opinión pública.
Yo jamás diría una cosa así, mi amor, te lo juro. Porque, como fumar en los restoranes, ya no cabe aquel machismo-leninismo del que se ufanaba Camilo José Cela. Son tiempos para ser "cool" y en lo posible parco, porque cualquier palabra, aún aquellas ingenuamente galantes, puede disparar el reproche lapidario.
- Chau bonita, que termines bien y feliz el Día de la Mujer y hasta mañana.
- ¡Pará, pará, repetime! ¿Qué dijiste?
*Director Mining Press y EnerNews