DANIEL BOSQUE*
Suele pasar. Y a menudo con los más encumbrados. Alguien le sacó el banquito a Guillermo Pereyra y no fueron precisamente las empresas petroleras. Todos miran a las entrañas del Movimiento Popular Neuquino (MPN) donde hace rato hay fragoteos por el monopolio del poder en la provincia líder del oil&gas argentino.
“Terrible, demoledor, patético”, eran ayer los epítetos más acudidos al interior del mundo petrolero. El informe dominical del diario Río Negro (ver nota aparte) lució por lo documentado y dejó expuesto al veterano líder sindical y su entorno como la punta de un iceberg que muchos conocían, callaban y está lejos de derretirse.
Crueldades en una actividad dura que viene sufriendo todos los avatares en la Argentina. Los técnicos y profesionales que hace tiempo cuestionan, con solideces irrefutables, la solución escogida como excluyente por Neuquén para el tratamiento de los residuos en pozos, nada han podido hacer en estos años para evitar lo que se decidía en altos despachos del Estado y que sus empresas avalaban desde otros despachos, a miles de kilómetros.
Desde que comenzó el "Mantagate", el affaire que le faltaba al rosario de turbiedades argentinas, ya se han leído las réplicas sobre la probidad del sindicalista. “No soy cometero ni corrupto”, ha dicho el propio influyente senador, un actor clave para Cambiemos en la construcción de la “pax petrolera” y el despegue ansiado del shale y el tight. El problema hoy es este cúmulo de documentos, testimonios, informes, reclamos ambientales que sugieren que algo huele a podrido en la Cuenca Neuquina.
El otro gran problema es que hoy las mantas oleofílicas de la proveedora Real Work, un negocio próspero al que las regulaciones provinciales le vedaron toda competencia molesta, han quedado manchadas de sospechas.
Las provincias argentinas son cotos de caza cerrados, en las que sólo apuntan y disparan los que tienen el poder, la billetera y la gloria. La prensa neuquina de hoy guardaba hoy una prudente distancia de un tema que por sus características y protagonistas es para un escándalo de proporciones.
Pero la administración de Omar Gutíerrez y el sector petrolero tienen por delante una tarea extra: cómo se sale de esta historia que ensucia por todos lados, dejando a salvo el buen nombre, el honor y los negocios que supimos coseguir.
*Director Mining Press y EnerNews