DANIEL BOSQUE*
Lo más fácil sería comenzar con aquello de Jorge Luis Borges de que lo que une no es el amor sino el espanto. Guillermo Pereyra a estas alturas podría decir, como el cubano Nicolás Guillén, que ya tiene lo que tenía que tener (excepto la gobernación de Neuquén, que probablemente le sea en otra vida). Enfrente, los empresarios del petróleo y el gas le reconocen su gesto épico de ponerle sensatez al momento de la industria.
Las horas taxi, las paradas por el viento, el régimen de turnos, son cosas del pasado reciente, cuando Vaca Muerta prometía ser otro Kuwait y el inflador de precios funcionaba a full en Neuquén.
Los no convencionales argentinos auguraban ser el salvavidas final de la dékada ganada, que post 2011 había perdido competitividad y brillo, pero el desplome del barril en el mundo archivó el gran sueño argentino. Pese a que in artículo mortis, Axel Kicillof, hoy adalid de los castigados trabajadores que pagan Ganancias (sic), terminó generalizando beneficios al oil&gas inicialmente urdidos sólo para Chevron.
Tan crucial era la ilusión que Cristina, Galuccio & Co. obligaron con billetera y látigo a pactar una nueva Ley de Hidrocarburos. La Argentina es federal y los recursos son de las provincias, ma non troppo. Sapag, Bussi, Peralta, Urtubey y otros tuvieron que entenderlo a fuerza de sopapos.
¿Ahora sí? Se preguntaban este fin de semana los energéticos en sus foros de whatsapp. Nadie se anima a descorchar champaña aún porque bajar el costo de un pozo de US$ 10 millones a US$ 7 millones es sólo una de las cartas de la baraja nacional.
Y porque además, en el concierto sindical, no será fácil manejar variables caso por caso, como se vio en lo que va del año con los cesados de Schlumberger y Halliburton. Neuquén no es San Jorge y Austral, pero la hot line sindical está al rojo vivo. Lo que pasa en una filial gremial, repercute ipso facto en la otra.
La baja de equipos de YPF, PAE y otras ha mostrado la cruda realidad. Justo en momentos en que G&P, la petrolera de Neuquén, por ejemplo, armó un paquete de áreas para demostrar que Vaca Muerta vive.
Lo que viene será distinto, coinciden los petroleros. Con menos barril criollo y menos YPF, y si los astros acompañan, con más inversiones de un puñado de petroleras.
La rúbrica de mañana en la Casa Rosada es un leading case, para un país de costos laborales y convenios sectoriales que no invitan precisamente al inversor de riesgo. Los US$ 4.000 millones de recursos que esperan el shale y el tight para 2017 son magros versus las necesidades estratégicas del país.
Encima, si se destraba el panorama, el sector petrolero sabe que le espera agazapado, en la primera curva el movimiento anti fracking, una task force que como en el caso de la minería y las represas, ya tiene un know how global capaz de parar proyectos en parlamentos y tribunales.
Todo en su medida y armoniosamente, parece decir Cambiemos, cuyo gurúes no reniegan de las enseñanzas prácticas de Juan Domingo Perón. Y menos en un año electoral en el cual la inflación, la recesión y los sindicatos justicialistas aparecen como leones difíciles de domar.
Al final, la energía es una variable que la política saca y pone, en lugar de constituirse en el eje angular de la construcción del país, con lo cual las consecuencias las paga toda la sociedad, se quejan amargamente los petroleros. Pero eso no es nada nuevo ni éste es el único país en que tal cosa ocurre. El asunto es si tanta manipulación termina siendo un viento que empuja de cola o un tifón que pega de frente.
*Director de EnerNews y Mining Press
IGNACIO ZULETA
Todo nuevo. Petroleros resignaría ventajas para hacer viable Vaca Muerta. La trama de la caída de Alfonso Prat-Gay. Los radicales ladran y muerden.
Le pone nervio Mauricio Macri al verano más pacífico de la década, con la firma el martes por la mañana, del proyecto más ambicioso que podría proponerse un gobierno argentino en materia sindical: un convenio con petroleros y sindicalistas para flexibilizar la rigidez de las condiciones de trabajo de manera de abaratar la extracción de hidrocarburos no convencionales. Ocurrirá en Casa de Gobierno y será la segunda aparición de Macri después de su regreso de descanso sureño que finaliza hoy. La primera, una formalidad, será la jura mañana lunes, de los nuevos ministros de Hacienda y Finanzas.
Las condiciones del convenio, que firma además la provincia de Neuquén, son las que piden las empresas para avanzar en proyectos en áreas de Vaca Muerta, demorados desde el día cuando se formalizó la existencia del segundo yacimiento del mundo, un regalo de Barak Obama a Cristina de Kirchner, en Cannes en noviembre de 2011 (cumbre del G20), sin el cual no se entiende – entre otras cosas – la carísima estatización de las acciones de Repsol en YPF. Esa panacea animó muchos discursos, pero la caída de los precios del petróleo enfrió los ánimos. Los costos del sistema son altísimos y no resisten paritarias peronistas.
Alguna vez se sabrá cómo convencieron las empresas y el gobierno al senador-gremialista Guillermo Pereyra, quien en un arranque de sensatez, se sentará el martes a firmar el papel que habilita la baja de la inversión en shale gas, shale oil y tight gas. Esta última variedad es la extracción de gas de determinadas arenas, que ya le explicarán a Ud., que ofrece la posibilidad a las empresas de entrar en el negocio del convencional de manera gradual. Para el martes, las empresas esperan que el gobierno les confirme la tablita para la continuidad del plan Gas que vence en diciembre de este año. Se trata de un compromiso para que las empresas que cumplan con determinada curva de explotación en ciertas cuencas, reciban valores fijos por el millón de BTU, que van de U$S 7,5 en 2018, 7 en 2019, 6,5 en 2020 y 6 en 2021.
Doblarle el brazo a un sindicalista como Pereyra, cambiar una paritaria de oro como la petrolera, y sacar adelante inversiones petroleras en tiempos como éste, lo festeja el gobierno como un coming of age, un ritual de crecimiento. Por eso levantaron copas algunas pocos que estuvieron en zona Cumelén hasta hoy. Celebraron el examen de madurez que significa conmover al sindicalismo, algo que el kirchnerismo no logró, pese a que desde 2014 (fecha de la última ley de hidrocarburos) Miguel Galuccio dedicó esfuerzos a que hubiese alguna norma diferencial para los no convencionales. También creen estar superando otra prueba: los funcionarios del kirchnerismo presumían de saber de una sola cosa, energía. Alardeaban de experiencia en la extracción como un negocio propio de su territorio, y con eso compensaban otras falencias. La herencia en la materia es más que cuestionable, y con estos avances el gobierno cree sacarle ventajas a la anterior administración, en un tema que el peronismo considera propio.
El estilo hacia afuera del gobierno no es festejar nada; más bien busca transmitir circunspección y gravedad ante los problemas. Pero la caravana que se acercó a Cumelén y sus arrabales en los últimos diez días percibió un ánimo eufórico en Macri. No tanto por los balances de gacetilla, algo que hacen todos los gobiernos, aunque les vaya mal, sino por otros triunfos pasajeros.
El principal, el despido incruento de Alfonso de Prat Gay, que sorprendió a muchos hombres del gobierno por lo inocuo. En las sobremesas de Cumelén se le bajó más el precio a “Alfonso” y le reconocieron un solo mérito de gestión, la salida del cepo, una audacia en la que el ex ministro aplicó su principal capital, que es el prestigio en los mercados. ¿Y el resto? Del lado importante de la mesa respondieron en esas noches de La Angostura: la negociación con los bonistas es mérito de Mario Quintana y “Toto” Caputo, y el blanqueo se hizo contra su opinión.
“Más aún. — agregó uno – cuando se presentó el proyecto se fue de viaje, porque no estaba conforme con el formato, que creía era barato y generoso con los evasores y elusores de impuestos. ¿No sabía Mauricio eso antes de nombrarlo, o se enteró ahora? Responden: ahora reconocen que si no le daban un cargo en Economía les iba a hacer la vida imposible desde fuera del gobierno. Acaso sean explicaciones post fácticas, pero algo parecido pensó Néstor Kirchner cuando retuvo a Martín Redrado en la Cancillería en 2003 (lo heredó de la gestión de Carlos Ruckauf) y después en el Central. “Son tipos más peligrosos afuera que dentro del gobierno”, decía en aquellos tiempos Kirchner cuando le preguntaban por qué lo mantenía en su gobierno.
Uno de los veraneantes de La Angostura le puso más morbo a esta trama florentina: en realidad el despido de Alfonso era una necesidad de Mauricio para afirmar autoridad hacia adentro, que es donde el ex ministro hacía más daño. Hacia afuera siempre fue sobrio, cuanto más irónico, pero respetó la orden que le dio Macri a cada ministro cuando le ofreció los cargos: “—Si no estás de acuerdo con alguien del equipo, no lo hagas público. Decilo, comentalo para adentro y hablá con la gente con la que tenés el diferendo. No me hagas un lío”.
Para el despido fue decisiva la pelea secreta que planteó Prat Gay contra el resto del gobierno, por el voto de la Argentina para elegir al nuevo presidente del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), un ente de crédito que integran 17 países de América Latina y el Caribe, España y Portugal y 13 bancos privados de la región. Una semana antes del despido de Alfonso, el 14 de diciembre, el directorio eligió al peruano Luis Carranza Ugarte (ex ministro de Alan García). Derrotó al candidato del resto de los países, entre ellos el de la Argentina, Rubén Ramírez Lezcano, que fue durante una década representante de la CAF en Buenos Aires, tiempos en los cuales hizo amistad estrecha con todos los gobernadores y funcionarios argentinos, entre ellos Rogelio Frigerio, cuyo ministerio es el prestatario más grande de ese banco. Macri había comprometido con el presidente paraguayo Horacio Cartes, su voto para Ramírez.
Prat Gay siempre se opuso en el gabinete a esa candidatura, y manifestó su apoyo para el peruano “Lucho” Carranza. Lo tuvo que arrinconar Marcos Peña en la jefatura de gabinete para que respetase el voto del Presidente. En la CAF, el ministro de Hacienda es quien vota por la Argentina. ¿Por qué opinaba esto Prat Gay? Les decía que el paraguayo iba a perder, algo que ocurrió. ¿Razones de fondo? Un ministro me dijo que la única razón era que el resto estaba con el paraguayo. Cuando salió el peruano, Cartes lo llamó a Macri y le reprochó la derrota. ¿Por qué, si Prat Gay votó por el paraguayo? Le respondieron que efectivamente, la Argentina había votado bien, pero que antes había jugado mal y había dividido el voto alentando a un candidato de Ecuador, de manera de que ganase el peruano. Como éste ganó, no hay forma de explicar que eso no es cierto. A las pocas horas Alfonso estaba fuera del gobierno.
La Angostura seguirá teniendo nervio político, pese al regreso presidencial, porque este fin de semana se instaló allí Mario Negri, jefe de la bancada Cambiemos, formación que bulle en debates preelectorales. Su presencia reemplaza al malón que observó de cerca la vacación presidencial, entre ellos el nuevo ministro de Finanzas, Luis “Toto” Caputo, su colega de gabinete Sergio Bergman, el senador Federico Pinedo, el jefe del Ansés Emilio Basavilbaso, el asesor presidencial en zonas de riesgo Fabián Rodríguez Simón, el presidente de YPF Miguel Ángel Gutiérrez.
¿Lo dejarán caminar a Negri por La Angostura? Estuvo en un programa de TN el martes (Los Leuco) y saturó la audiencia, que alcanzó a un inusual rating de 6 puntos. Lo mantuvieron en el aire junto a su hijo Juan durante 21:50 minutos. “Sigan, sigan, matamos en el minuto a minuto”. Es la nueva estrella por su discurso contra los kirchneristas. Tiene para preocuparse porque su interbloque pierde una banca: la renuncia de Gladys González para ir a Acumar le deja la silla para el massista Carlos Melzi.
Negri estará una semana por allá, porque Macri ha convocado a la primera reunión de coordinación de gabinete para el lunes 16. Hasta esa fecha Macri tiene sólo actos y bilaterales. Una, mañana, con Ernesto Sanz, que ronca cada vez más fuerte en el gabinete. No sólo por su envión en Hacienda a través de Nicolás Dujovne y Bernardo Saravia. También por el desembarco en Salud. El médico Adolfo Rubinstein, del hospital Italiano, pidió asumir como viceministro en febrero, al regreso de sus vacaciones.
Reemplaza a Néstor Pérez Baliño, cuya secretaría de Salud Comunitaria se la repartirán Rubinstein y Luis Epszteyn, administrador del Hospital Italiano, acercado por el jefazo Gustavo Lopetegui. Deben salir al cruce de críticas a Jorge Lemus, como la de la Sociedad Argentina de Infectología, que le reprocha la suspensión de la provisión de drogas para los enfermos de tuberculosis. Rubinstein es radical, como Epszteyn, y lo acerca Sanz. Pidió ser ministro, pero le dijeron: por ahora no, pero prepárate para serlo en tres o seis meses. La otra, más grave, es con Emilio Monzó, que puede quebrar su retiro en el Uruguay para negociar con Macri el cisma más profundo de Cambiemos: la provincia de Buenos Aires.