DANIEL BOSQUE*
Mientras Clarín y sus satélites festejan las crecientes complicaciones del entorno de Cristina, hoy mutando de lavandería a carnicería, el inquilino de la ex casita de Máximo en Olivos parte para otro apretón de manos con su nuevo amigo del Norte, en la misma Casa Blanca.
Así de fácil parece el tránsito de 120 días sin la ahora silente ex presidente, a quién le espera un otoño gris, no sólo por su agenda tribunalera. “Para más Inri” (por si fuera poco, viejo decir católico), el dato predominante es la borratina de quienes hasta ayer eran obedientes súbditos. El sanjuanino José Luis Gioja, que hasta hace poco parecía El Coloso de Rodas, con un pie en cada risco, hoy no descarta una ruptura en el PJ. La ley del pago a los holdouts terminará siendo un paseo en el Senado con el envión de gobernadores peronistas. Los que hoy, versus la pingüinera, son como agua y aceite.
El guiso, nada de bajas calorías, está revuelto: Lilita Carrió se puso más outsider que nunca y va por la cabeza de Daniel Angelici y los 12 apóstoles de Comodoro Py, mientras Germán Garavano y Laura Alonso ensayan fórmulas para la Justicia y la corrupción. El ministro de Justicia propuso un fuero para el crimen organizado y la titular de la OAC prefiere alguna legislación para los arrepentidos.
No habrá mani pulite como piden en las redes sociales porque, al contrario de Brasil, en Argentina la asociación de magistrados más militante es la hoy oculta Justicia Legítima, el grupo nac&pop que pateó para otro lado y favoreció los chanchullos de Nestor Kirchner, señora y colaboradores. El único gurka en el firmamento es Miguel Bonadío, quien ahora la emprendió contra CFK como cerebro del dólarfuturogate.
El periodismo es, como otras, una profesión sin vergüenza alguna. Hasta la semana pasada el zika y el dengue nos matarían a todos y hoy la batalla Uber vs. taxis es el pandemonium que se vende fresco. Por eso, quién iba a reparar que en los acuerdos Obama-Macri no hubiera mención a Vaca Muerta, la reina del shale que hace sólo dos años prometía, con sus US$ 200 MM en una década, motorizar el desarrollo nacional con YPF como locomotora.
La Argentina de envidiables recursos es un boxeador de manos pesadas que aún groggy puede sacar puñetazos salvadores. El nuevo target versión 2016 es su inmenso potencial en energías renovables, tal como resaltó la nueva agenda bilateral con EE.UU. Con menos necesidad de inversión que otras obras de infraestrucrtura y buena prensa ecológica, parques eólicos y solares prosperarán en este gobierno, es la promesa.
“Sí, se puede”, dicen los funcionarios, a los brokers que preguntan por el negocio de invertir y cobrar con tarifas sinceras. Mientras le advierten al new age de Juan Manuel Urtubey, Sergio Uñac y Sergio Casas y otros divorciados de la era K de lo malo que será volver a los ensayos freezados del kirchnerismo que llevaron a la Nación y a las provincias a un record de juicios de las privatizadas en el CIADI.
Más de US$ 20.000 milones para generar con el viento y el sol hasta una matriz del 20% en 2025 es el gancho. Obama y su nueva agenda energética demócrata han sido un réquiem para el carbón, pero los Kirchner le han dejado a Cambiemos el presente griego de Río Turbio, cuya corruptela es tan preocupante como su viabilidad.
No es la única herencia energética sureña a sostener y redefinir. José Aranguren ha respaldado la necesidad de capturar el 4% de generación que pueden aportar al SIN las represas K del Río Santa Cruz, aunque antes quiere conversar con los chinos algunas cláusulas del contrato. No hubo secretos ni embajadas paralelas dice Beijing, mientras prepara el desarrollo del reactor nuclear que vendió a la Argentina cuando era sólo un prototipo.
Macri y equipo también quieren recalcular otros business, como las nuevas centrales atómicas, que el otrora mandamás Julio De Vido repartió velozmente entre rusos y chinos. Y Chihuido, en la que el Banco de Desarrollo de Rusia se emparentó con la UTE de contructoras argentinas liderada por Eurnekian. Mientras, se aferra al módulo secreto del agreement YPF-Chevron, en vísperas de la salida de Miguel Galuccio y un notable recambio en la conducción de la petrolera líder.
Es una pena, se lamentan en la Casa Rosada, que el moreno presidente demócrata se vaya en noviembre. En estos pocos meses será difícil ir, sin desprolijidades, hacia cualquier Tratado de Libre Comercio (TLC) de la Argentina con terceros. Pero la mirada larga está puesta en el ingreso al polémico Trans-Pacific Partnership (TPP) que reparte comentarios entre críticos y devotos. Alentado por sus aires de libertad económica y descompresión política, Macri podría parafrasear a Carlos Menem por aquello de “estamos mal pero vamos bien”, mientras resuelve el dilema de hasta donde facturarle estas penurias al peronismo. Entre pactos para gobernar y la sombra de las elecciones legislativas del año próximo.
Es el famoso gap entre el presente y el futuro. Mauricio Frondizi sueña con un Plan Marshall de US$ 200.000 M solventado por banca y fondos de inversión, ya que será imposible que una cifra equivalente fugada por argentinos en paraísos fiscales, inmuebles extranjeros, cajas de seguridad, colchones y macetas vea la luz del día. Pero la inflación del semestre será del 20% y por eso la tarifa social alcanzará a 2,8 milones de usuarios que son insolventes, jubilados o pusieron la boleta a nombre de la nona.
Para horror de ultraliberales, como José Luis Espert, quien se queja de que este gradualismo es un kirchnerismo de buenos modales y pide ajuste fiscal en serio para imitar a Chile, Australia o Nueva Zelanda. Pero haciendo zapping en la sociedad, el protocolo macrista para las cuentas públicas hasta hoy no ha regalado alegrías a los que menos tienen, que en este país son muchísimos. Las tarifas nos movieron los costos, dicen los grandes supermercados que en los próximos meses serán blanco de protestas de sindicatos y consumidores. La inminente suba del servicio público de gas natural será otro revulsivo de la coyuntura.
Dicen que Mauricio le llevará a Obama un equipo de mate, tal como hacía Cristina con Francisco. Adiós Telesur, viva Netflix. ¿Y si gana Donald Trump, a quien los analistas consideran la principal amenaza para la recuperación de los mercados mundiales? Ya se verá, lo importante es no decaiga la moda argentina y que lleguen pronto los benditos dólares. Para todos y todas, con perdón de la palabra.
* Director de EnerNews y Mining Press
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