La sede de Reconquista y Viamonte hace tiempo que le ha quedado pequeña a la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), aún en estos tiempos de reflujo en los que hay menos presupuestos en las compañías asociadas y otra disponibilidad para maratónicas reuniones corporativas. En rigor, buena parte del año se fue en una rutina de baja intensidad, hasta que el accidente ambiental en Veladero reavivó consultas y debates, por la lógica preocupación que genera el caso.
Por delante y por detrás del dato de la coyuntura, la mirada 2015 de todos ha estado puesta en la elección del sucesor de Martín Dedeu, que debería producirse a principios de diciembre si no hay cambios en el calendario.
El veterano dirigente propuso una Lista de Unidad, como ha informó Mining Press, liderada por el abogado Mario de Pablos, y en el otro rincón del ring-side asoma el ex conductor de la entidad, Manuel Benítez, quien aspira a re sentarse en el sillón presidencial por primera vez sin el aliento incómodo en la nuca del secretario Jorge Mayoral a sus espaldas, quien ha venido tramitando y demorando en todos estos años los decretos menesteres para que el titular de YMAD continuara en su cargo.
A Jorge M., por estas horas, le caben las generales de la ley después del aluvión de votos de Mauricio Macri. Mucha saliva, pasillos y paraguas le llevó al más antiguo secretario de área de la era K intentar congraciarse con Daniel Scioli, tras los encontronazos catamarqueños de 2014. Ya se lo daba por retirado a partir del 10 de diciembre en un hipotético triunfo del FPV. En un triunfo de Cambiemos, el horizonte no sólo sería definitivo para Mayoral, sino también para el elenco político que lo acompañó en estos años.
En toda charla del ámbito minero se mezclan las conjeturas sobre los futuros conductores de la cámara madre y de la autoridad minera. En la primera, la bajamar atiza el descontento de las cámaras del Interior, a las que la CAEM reserva siempre un cuidado lugar en la Comisión Directiva y no en el Comité Ejecutivo.
Después del “super viernes minero” de junio en San Juan y el ruido que hizo el documento crítico sobre el presente de la minería en la Argentina, promovido por la dirigencia local, ha quedado entre los federales la sensación de que se puede ir por más, aunque todavía el formato de otra representatividad resulte impreciso.
La industria minera es hoy, en dinamismo, presupuesto y dirigentes empresarios activos, una versión reducida de un lustro atrás, antes que el fin de la liquidación libre de divisas y el inmediato cepo frustrara la espiral de inversiones.
Un ejemplo claro es el Grupo de Empresas Mineras Exploradoras de la República Argentina (GEMERA) que se comporta con un acordeón. Cuando hay negocios, hoy complicados por la crisis mundial de las junior más el dato local, la mesa se amplía, cuando hay parate se achica. Sin embargo, la entidad nacida en Cuyo hace dos décadas, cuando buena parte de las exploradoras elegían la Mendoza pre Ley Cobos como playa de cabecera sigue siendo la referencia obligada de quienes quieren apostar capitales mineros en la geología y la política argentina.
Además de estructura de costos y proyectos de los catastros, la pregunta angular que se hacen es si es cierto que se va Cristina y cómo seguirá la cuestión minera. Daniel Scioli, con el plafón de los gobernadores justicialistas de OFEMI y a caballo de la buena relación que entretejió con el empresariado minero, ha sido el más audaz en su apoyo al sector.
Incluso en la formalidad de haber construido una plataforma, que publicó ayer este diario, y el equipo de las estrellas, un mix entre los funcionarios políticos de las provincias peronistas y la red de académicos que armó el coordinador de las iniciativas sciolistas desde la fundación DAR, el sanjuanino Hugo Nielson.
Todo este esquema está hoy inquieto con qué pasará el 22-N. Por lo pronto, el tifón Cambiemos se llevó puesto a Eduardo Fellner y la Organización Federal de Estados Mineros (OFEMI) se encuentra ante la inesperada perspectiva de que la presidencia rotativa asignada a Jujuy se corporizará en el radical triunfante Gerardo Morales, quien ha sabido tener fuertes conceptos sobre la minería.
Por el lado del macrismo, al cierre de esta edición no se conocía un documento equivalente en términos de propuestas generales para el sector minero. El think tank del PRO, la Fundación Pensar, viene trabajando bajo la coordinación de Santiago Dondo, quien ha convocado a conocidos referentes de la actividad, entre ellos Carlos Saravia, Ricardo Martínez, Daniel Meilán, Patricio Jones y Julián Rooney. “Hay un plan, aunque no tuvo prensa, las ideas están bien claras y están en línea con las expectativas de la industria”, sostiene Pensar. El repaso de nombres, salvo Meilán, deja bien claro que lo que predomina es la procedencia desde el mundo empresario.
En el reciente encuentro sobre Minería en Pilar, organizado por la Universidad Austral, los movedizos Nielson y Dondo bromearon acerca de sus coincidencias. En los dos frentes se encogen de hombros cuando la pregunta es si revivir la inversión minera es fácil o difícil: la cuestión es con qué dólar y con qué cepo, después viene todo lo demás, resumen unos y otros.
Este consenso se reflejó también en la tímida presentación social que hicieron recientemente los Ex Secretarios de Minería en el ámbito de la Cámara Argentino-Canadiense. El núcleo es una versión sectorial de los ex secretarios de Energía (Daniel Montamat, Emilio Apud, Alieto Guadagni, Jorge Lapeña, Alberto Devoto, Juio Araoz, Raúl Olocco) de conocida frontalidad con el gobierno.
Los postulados que presentaron Hugo Nielson, Carlos Saravia, Daniel Meilán y Angel Maza son el resultado de la compulsa de lo que necesita el sector, dicen sus inspiradores. Aunque lo hayan presentado en un ámbito poco mediático, para no provocar iras gubernamentales que lo mismo se encienden.
Todo ciclo llega a su fin. Se van Dedeu y Mayoral, dos símbolos de una época. Basta recorrer el frondoso archivo de Mining Press sobre los amores y odios que cultivaron estos dos personajes. No por cuestiones personales sino por la fuerza la historia que les tocó atravesar. Todo pasa, la vida continúa.