(Por Daniel Bosque*) En la cúspide de la “década ganada”, Raúl Benítez, ministro de Economía de San Juan solía mostrar orgulloso un listado de más de 50 países a los que San Juan exportaba sus productos, con la novedad de una fuerte participación minera, pero también con una notable porción en productos agrícolas y de la agroindustria. Casi un decenio después, los exportadores sanjuaninos han perdido muchos clientes y mercados, no tanto por su impericia sino por los designios de la política económica post 2011. Cortapisas monetarias, alta inflación y trastornos cambiarios han arrasado – como en otras economías regionales - aquel sesgo que llenó bolsillos de vitivinicultores, olivicultores y horticultores.
En paralelo, San Juan ha vivido un fenómeno de orden sociológico: la irrupción de la Nueva Minería, como la bautizó el gobierno provincial, promovió el recelo de las actividades tradicionales. El advenimiento de una novedosa “burguesía” y de otras relaciones Estado-Capital-Trabajo, devino en las resistencias de un agro cuyo modo de producción, a fines del siglo XX ya se mostraba obsoleto. Desde entonces, empresarios mineros y agricultores han cruzado críticas acerca de favoritismos políticos, de la puja por la mano de obra y de impacto sobre el medio ambiente, en particular del recurso hídrico.
Si la Minería ha sufrido en su ecuación de costos, la inflación argentina y la de esta industria en el mundo junto a la caída de más de un 30% en el precio de los metales, el sector agrícola tiene un rosario de calamidades para contar. En particular los viñateros, hoy atenazados por los dos grandes formadores de precios en la provincia, Fecovita y Peñaflor, que mantienen aplastado el precio invocando los sobre stocks. Hay razones: según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en 2014 las ventas de vinos en el país retrocedieron 7,36% y los despachos domésticos bajaron 4,15% y otro 17% la exportación. Y el consumo per cápita es hoy de 23 litros versus 77 litros de 1975. San Juan y Mendoza acordaron una regulación obligando a derivar 35% de la producción para mostos con precio anclado a 1,60 pesos el litro, pero las bodegas están pagando 0,85/1 peso.
A su manera, minas y fincas sanjuaninas han respondido a la crisis de precios y costos con idéntica receta: elevar la producción y la productividad. Pero para los chacareros los condicionantes climáticos son tan conocidos como imprevistos. En la cosecha 2014, vides, olivos, frutas y hortalizas cayeron en volumen un 30-40% promedio por las heladas tardías, vientos Zonda y temporales estivales. La última vendimia de uvas y aceitunas ha sido mucho mejor, aunque la falta de agua, según expertos, determinó una merma final del 20%.
La presencia de la sequía de años ha derivado en una dotación mezquina del fluido por canales: la Dirección de Hidráulica está entregando menos agua de la que debiera y el plantel de “turneros” o “llaveros” que manejan compuertas y exclusas de canales y acequias repartidoras está por debajo de su dotación. “Se han ido jubilando los viejos llaveros y los nuevos conocen poco y tienen pocas ganas de trabajar”, se quejan los agricultores.
La escasez del agua, confiaron diversos actores consultados a Mining Press, está imponiendo otra práctica non sancta: la del propineo o “compra de agua” al turnero para obtener más agua para las melgas sedientas. Este otoño e invierno, para rellenar los diques y alejar el espectro del déficit de agua para consumo humano, los canales estarán secos entre 104 y 120 días, lo cual no es la mejor noticia.
Las plantas ya sienten el estrés. Hoy se han secado entre un 10 y un 15% de los “cuarteles” de parrales en las fincas del Valle de Tulum y entre un 5 un 10% de los olivos. Las hortalizas han sufrido suerte diversa: como la cebolla, que retrocedió de las tradicionales 3.000/4.000 has a 1.700 por los bajos precios, pero que este año valió más y está atrayendo a los productores. El campeón de este segmento es el tomate, revolucionado por el riego por goteo. “En este cultivo, esta terminará siendo la única opción, y con retornos de hasta el 50% antes de impuestos”, señalan los entendidos.
Viñateros enojados. Malos precios y poca agua
La opción de este tipo de riego, descripta ayer al detalle por el empresario minero y agrícola Ricardo Martínez cuesta en el mercado entre 5.000 y 10.000 pesos US$ 500 y 1.000 la hectárea dependiendo de si precisa de pozos de agua subterránea, reservorios y otras instalaciones adicionales. Hoy, lo mejor que puede ofrecer el gobierno de San Juan como estímulo a esta reconversión es su acuerdo con Mendoza Fiduciaria, una financiera para el agro cuyano que propone dos líneas de crédito para los productores de San Juan (olivo y vid, y ajo, cebolla y tomate).
“Reconvertir el agro es un deseo que se escucha en San Juan desde hace 30 años y nunca termina de arrancar”, dice Jaime Bergé, presidente de la Cámara Minera de San Juan (CMSJ) quien propone en el diálogo con Mining Press “un vigoroso Plan Estratégico que transforme el agro utilizando las regalías mineras. En diez años la provincia podría financiar, con US$ 400.000.000 una verdadera revolución productiva”.
Tal transformación reconoce hoy en San Juan dos obstáculos: la falta de vocación política para diseñar una Política de Estado para el agro, similar a la pergeñada para la minería y los atavismos culturales más el día a día complicado de los agricultores. “Imaginar otro escenario agrícola no es descabellado, hay países vecinos que lo han logrado, pero hay que garantizar cosas mínimas como es la cuestión de la seguridad pública que se ha deteriorado en áreas del Gran San Juan, como Chimbas, donde hay productores que denuncian verdaderas zonas liberadas. Hoy todos conocen y muchos acuden a un mercado negro de insumos robados, desde electrobombas, palos, alambrados, herramientas y hasta tractores”, dicen los viñateros.
El otro factor que inhibe el desarrollo es macro. San Juan ha convivido todo el Siglo XX con sus crisis cíclicas de sobreproducción que determinaron los ensayos de regulación de precios vía la estatal CAVIC, que como su hermana mayor mendocina Giol, terminó en un colapso que perforó las cuentas provinciales.
La sequía no es el único condicionante para la sustentabilidad y desarrollo del agro. “Hay mucho productores a los que los números les dan para expandir su negocio, pero no se animan porque no se consigue gente para trabajar en el campo”, destaca el consultor agrícola Arturo Pechuan. Los dardos del agro, en la cuestión laboral, van en dos direcciones: contra la minería, que en la fase de construcción de las minas Veladero, Gualcamayo, Casposo y Pascua Lama, le succionó valiosos recursos humanos con el imán de sueldos elevados y trabajos regularizados.
Y hacia los planes sociales que han marginado del mercado laboral a miles de personas en edad y condición de laborar. En la vereda de las críticas no falta quienes les dan duro a los chacareros. “hay quejas atendibles, pero es verdad que los viñateros nunca se preocuparon por tener la gente en blanco ni bien paga, hicieron lo que quisieron con el agua, y en casos como San Carlos, en Mendoza, hicieron lobby contra la minería para evitar que se les fuera la mano de obra mal pagada”, dice Andrea Polizzotto, directora de Radio Estación Minera.
Mientras mineros y viñateros se cuentan las costillas, la que fue la principal actividad económica y la que le dio identidad a la provincia durante siglos, vive sus horas difíciles. “No hay agua, los costos de fertilizantes y pesticidas están por las nubes, no hay gente para trabajar, te matan con los impuestos y la uva y el vino no valen nada, hoy una buena cosecha es no perder plata”, dice Miguel Garcés, cuya familia llegó desde Valencia hace tres generaciones cuando la tierra era accesible y estaba todo por hacerse.
¿Cuánto vale hoy el suelo agrícola en San Juan? Depende, pero hay pocos compradores. La ha con vides que llegó a valer más de US$ 40.000 hoy se ha depreciado por el contexto. “Si venís con billetes en la mano, más de un gringo te tira la finca por la cabeza”, comentan los afligidos viñateros.
Al otro lado del canal que languidece de agua, los empresarios mineros observan con preocupación. “No sólo porque somos sanjuaninos. También porque no queremos terminar como en otros lugares del mundo, donde las comunidades salen a la calle a decir ¿qué hizo la minería por nosotros? y las mineras publican que le dieron al Estado montañas de dinero y no se trabajó para el desarrollo”, dice Bergé.
“Gracias a la minería, San Juan es la provincia que mejor sabe cual es su situación hídrica. Por el relevamiento que se ha hecho en los últimos años en los ríos Jáchal y San Juan. Ahora lo que corresponde es ponernos de acuerdo en cómo la vamos a usar, no sólo con el campo, también en el consumo residencial que sigue patrones de abundancia. Sin ir más lejos, aquí potabilizamos millones de hectólitros que van a parar a cualquier empleo y sin ninguna restricción”, dice Bergé.
Una última comparación, por si sirve al debate: el túnel de Agua Negra, que se licita el mes próximo, costará US$ 2.000 millones, la superautopista rural o segunda circunvalación que podría licitarse este año podría costar US$ 500 millones. El costo de tecnificar el sistema de riego de todo San juan no llegaría a los US$ 300.000.000.
Para muchos protagonistas de la vida económica de San Juan, entre ellos mineros y agricultores, tal vez sea la hora de reconsiderar las prioridades.. Como se suele decir, comparar es odioso, pero inevitable.
*Director de Mining Press
director@miningpress.com