Vaclav Smil, escritor y profesor emérito distinguido de la Universidad de Manitoba (Canadá), analizó las perspectivas de futuro del sector energético en el mundo
“Cada uno de los actos de esta sociedad implica convertir un tipo de energía en otra. De esta forma podemos poner en contexto el enorme alcance de la transición energética, en la que no solo habrá que resolver la cuestión de las 4 o 5 fuentes principales de energía sino también la de los cientos de usos finales”. El científico y profesor emérito de la Universidad de Manitoba, Vaclav Smil, realizó esta afirmación en Madrid, en un seminario organizado por Fundación Naturgy en el que ha analizado las implicaciones de la transición energética en el mundo.
Smil, calificado como uno de los 100 principales pensadores mundiales según ‘Foreign Policy’, ha afirmado que la transición energética deberá tener en cuenta una solución diferente para cada uso final, porque “lo que vale para mi casa puede no servir para las ciudades o para las empresas”.
“Abordar la transición actual de abandono de combustibles fósiles requiere contemplar cientos de usos finales y las particularidades y complejidades de cada lugar, además de diversos aspectos técnicos”, ha señalado.
Para Smil, la coyuntura actual de transición energética no es nueva, porque a lo largo de la historia de la humanidad hemos ido cambiando de un tipo de energía a otra, de forma lenta, hasta el punto de que todavía, en algunas partes del mundo, no ha finalizado la transición desde los combustibles de biomasa a los fósiles. “De los 10 mil millones de personas en el mundo, 2 mil millones todavía están quemando biomasa”.
En este sentido, ha apuntado que “la gente habla de transición energética como si no hubiera habido antes nada similar, cuando siempre hemos hecho la transformación de un tipo de energía a otra. No obstante, el calentamiento global requiere que nos deshagamos de los fósiles”.
Apunta Smil que “dentro de los combustibles fósiles ha habido una adaptación compleja. No solo hemos pasado del carbón al petróleo y al gas natural, sino que tenemos un aumento exponencial, una curva muy pronunciada que, de manera uniforme, ha ido subiendo y subiendo. Esto hay que tenerlo en consideración porque es un sistema con mucha inercia”.
Así, Smil ha pedido tener en cuenta el problema de la cantidad y de la inercia. “Las cosas complejas tienen su inercia. Estamos hablando de cantidades globales y miles de soluciones finales y cada uno necesitará resolverlo de una manera diferente”.
De esta forma ha querido hacer hincapié en que no hay una solución única para temas complejos. “No hay soluciones simples para resolver los problemas de inercia, como los que ocurren en la producción y consumo de energía”.
LA DIFICULTAD DE LAS PREDICCIONES
El profesor de la Universidad de Manitoba ha mostrado su escepticismo con las predicciones. “Yo no hago predicciones. Todas las predicciones energéticas han estado equivocadas”. Ha apuntado en este sentido que “me niego a pensar que somos lo suficientemente inteligentes como para diseñar el camino para 2030 o 2050. Nadie lo puede hacer. Es demasiado complejo y difícil, además de que el horizonte temporal está lejos”. Para Smil, “los factores geopolíticos, como los que vivimos, tienen una enorme influencia en la transición energética y, por extensión, en cualquier planificación previa”.
Vaclav Smil ha señalado que deberíamos buscar el equilibrio entre innovar y expandir el conocimiento actual que ya tenemos en el mundo. “¿Por qué no en vez de inventar nuevas soluciones mejoramos lo que ya tenemos? De esta forma habríamos reducido el carbono mucho más”.
Por otra parte, el escritor ha incidido en la necesidad de tener en cuenta todas las tecnologías para el proceso de transición energética, pero con una visión realista sobre las soluciones de futuro. “Es muy complicado pensar en el hidrógeno verde sin más. Hay que distribuirlo, almacenarlo y, ¿cómo lo hago? Con acero y hormigón. Nos olvidamos de los insumos primarios necesarios para hacer esto. En el proceso de transición energética hay que tener en cuenta toda la cadena de valor”.
En relación con la generación renovable, Smil se ha referido al caso concreto de países como España o Italia, para los que el sol es una opción, pero no es la única. “Hasta que no tengamos un 100% de energía solar y eólica con intermitencia resuelta, no sabremos cómo va a operar ese sistema. El hidrógeno verde no nos va a llevar a ningún lado hasta que no dejemos de desperdiciar la energía”.
LA EFICIENCIA ENERGÉTICA COMO CLAVE EN LA TRANSICIÓN
Así, ha introducido en el debate la importancia de la eficiencia energética. “La eficiencia energética es clave para la transición actual y pasa por reducir lo que se desperdicia, tanto en la producción como en el consumo. El desperdicio alimentario es un buen ejemplo de ello, ya que se trata de una industria intensiva en energía”.
Para Smil, “nuestras elecciones de consumo no siempre son las más eficientes energéticamente”, por lo que para él es inapelable “pensar en cómo reducir la demanda porque a día de hoy parece que solo pensamos en cómo aumentar la oferta”.
“Tenemos que animar a las economías a hacer cosas eficientes en lo relacionado con la energía. En donde yo vivo hay temperaturas de -40 grados y yo tengo triple ventana desde hace 33 años. Como contradicción, esto es obligatorio solo desde hace dos años”, ha puesto de manifiesto.
Preguntado por el futuro, Smil ha incidido en que “no se sabe dónde vamos a acabar. Estamos empezando a desarrollar nuevos sistemas y hay que tener en cuenta la inercia. En 2050 no sabemos cómo vamos a estar porque los resultados despenderán de la historia, de cómo evoluciona”.
A modo de conclusión, el profesor de la Universidad de Manitoba ha señalado que “no sabemos el resultado final cómo va a ser. Tenemos que ir paso a paso, poco a poco como todos los sistemas complejos”. En cuanto al coste de la transición, ha señalado que si bien no se conoce con certeza cuánto costará, sí tiene claro que será un coste alto de acuerdo con algunas estimaciones.
En la apertura de la jornada, Rafael Villaseca, presidente de Fundación Naturgy, se ha referido al impacto de la transición energética en el mundo. “Es evidente que el mundo de la energía está en una transformación determinante, en la que el sector energético es un actor destacado. La transición energética incide de una manera evidente en todos los aspectos de la sociedad, por lo que hablar de ella es hablar de casi todo”, ha señalado.
En su opinión, resulta fundamental conocer la situación y los datos de los que partimos en lo que a la energía se refiere, así como los fundamentos que ofrece el mundo para abordar el reto de la transición, porque es imprescindible tener muy claro dónde estamos y hacia dónde vamos.
Desde el año 1992, Naturgy brinda su servicio de distribución de gas natural por redes en 30 partidos del norte y oeste del Conurbano bonaerense.
Es la segunda distribuidora de gas de la República Argentina por volumen de ventas, con más de 1.596.701 clientes residenciales, 52.253 comerciales y 1.265 industriales, 400 estaciones de GNC y 3 subdistribuidoras. La extensión de las redes de gas natural asciende a 25.900 kilómetros.