Un informe elaborado por el catedrático Mariano Marzo y publicado por Fundación Naturgy aboga por estrategias globales que permitan garantizar el suministro de estos minerales para evitar que la transición energética se ralentice
El cambio a un sistema energético descarbonizado disparará la demanda de los minerales críticos necesarios para las nuevas tecnologías bajas en carbono, como las placas fotovoltaicas o las baterías. En función del escenario de reducción de emisiones que se considere en 2040, la demanda mundial podría multiplicarse de cuatro a seis veces respecto a la actual, por lo que se requiere una planificación adecuada para garantizar su suministro.
Esta es una de las principales reflexiones del informe "Transición energética y minerales críticos”, elaborado por el catedrático Mariano Marzo y publicado por Fundación Naturgy, que se presentó en un webinar con expertos del sector. Los profesionales analizaron el futuro de la industria extractiva de este tipo de materiales ante los ambiciosos objetivos de descarbonización a nivel mundial.
“Los minerales críticos pasarían de representar un 11% del total del valor del comercio internacional de materias primas energéticas en 2019, al 47% en 2050, mientras que los combustibles fósiles evolucionarían en sentido inverso, pasando de un 89% a un 18%”, según el documento.
El informe de Mariano Marzo ofrece una visión general de los desafíos planteados por los minerales críticos, poniendo especial énfasis en la problemática existente en torno a su seguridad de suministro. “Sin cadenas de suministro seguras y resilientes de estos minerales y sus productos derivados, las transiciones energéticas corren el riesgo de volverse más lentas y costosas”.
Desde 2010, a medida que las renovables han penetrado en el mix energético, “la cantidad promedio de minerales necesarios por unidad de capacidad de generación eléctrica ha aumentado en un 50%”.
Según el documento, por ejemplo, “un coche eléctrico multiplica por seis las materias primas minerales utilizadas por un automóvil convencional (con motor de combustión interna) y una planta eólica requiere nueve veces más minerales que una central de ciclo combinado de gas natural”.
Litio, níquel, cobalto, manganeso y grafito son cruciales para el rendimiento, longevidad y densidad energética de las baterías. Los elementos de las tierras raras son esenciales para las turbinas eólicas y los motores de los vehículos eléctricos. Y las redes eléctricas necesitan una gran cantidad de cobre y aluminio. Son algunos ejemplos de la nueva dependencia que la descarbonización puede generar.
En este sentido, Marzo sostiene que “la gestión de los impactos ambientales, económicos, sociales y geopolíticos generados a lo largo de toda la cadena de valor de las nuevas materias primas necesarias para la transición energética, desde su extracción y procesado hasta su reciclado final, constituye un enorme desafío”.
En el marco del trilema energético, la seguridad de suministro de los minerales críticos en toda su cadena de valor será crucial. El catedrático sostiene que “los actuales mecanismos internacionales de seguridad energética están diseñados para ofrecer una respuesta rápida frente a posibles interrupciones en el suministro de hidrocarburos o a subidas puntuales de los precios de estos”, y afirma que, “considerando las nuevas vulnerabilidades asociadas a la creciente importancia del suministro de minerales para la descarbonización del sistema energético, sería ingenuo pensar que, en un sistema electrificado y con un gran protagonismo de las renovables, las preocupaciones sobre la volatilidad de los precios y la seguridad del suministro van a desaparecer”.
Estas materias primas representan un elemento significativo en la estructura de costes de muchas de las tecnologías.
“Por ejemplo, duplicar los precios del litio o del níquel se traduciría en un incremento del 6% en el coste de las baterías. Y si los precios de ambos se duplicaran al mismo tiempo, esto anularía toda la reducción de costes unitarios resultante de duplicar la capacidad de producción de baterías”, explica el autor del informe.
“La realidad es que, hoy en día, los planes de suministro e inversión en minerales críticos a escala global contemplan una actuación gradual, a todas luces insuficiente para mitigar el cambio climático, no están pensados para impulsar una transición energética acelerada, y presentan múltiples vulnerabilidades que podrían incrementar las tensiones en los mercados y la volatilidad de precios”, según el catedrático.
Entre los puntos débiles, destaca la alta concentración geográfica de la producción y el procesado, el largo periodo de tiempo que se requiere para el desarrollo de nuevos proyectos mineros, el declive de la calidad de los recursos; el cada vez más exigente escrutinio ambiental y social de las empresas, y el incremento de la exposición a riesgos derivados del cambio climático.
En plena carrera por el liderazgo de la transición energética, los estados están compitiendo por el control de las cadenas de suministro de las tecnologías bajas en emisiones de carbono.
En este sentido, Marzo recuerda que “China encabeza de forma destacada esta competición. La posibilidad de que este país llegue a controlar la geopolítica de las cadenas de suministro de los minerales críticos y, por extensión, las de las tecnologías energéticas bajas en carbono, es real. Un supuesto que permitiría al gigante asiático ocupar una posición de privilegio en el hipotético nuevo orden energético global que podría derivarse de la actual situación de emergencia climática”.
Para Marzo, “reforzar la seguridad de suministro de los minerales críticos necesarios para la transición energética constituye un objetivo estratégico para la Unión Europea y cada uno de sus estados miembros”, por lo que aboga por asegurar una inversión adecuada en nuevas fuentes de suministro; promover la innovación tecnológica en todos los puntos de la cadena de valor; escalar el reciclaje; mejorar la resiliencia de las cadenas de suministro y la transparencia del mercado; incorporar normas ambientales, sociales y de gobernanza más estrictas; y fortalecer la colaboración internacional entre productores y consumidores.
POLÍTICA Y EDUCACIÓN
En el coloquio posterior a la presentación del informe, Fernando Tornos, profesor de Investigación del Instituto de Geociencias (CSIC) y profesor adjunto de la Memorial University of Newfoundland y la Lulea University of Technology, afirmó que “o Europa se toma en serio la exploración y explotación minera o lo vamos a tener difícil”.
“En España, el equilibrio de poderes es complicado y la presión social también, y en algún momento Europa tendrá que decir que la minería tiene que ser tratada como algo estratégico”, afirmó.
En este sentido, Paula Ceballos, Policy Officer de la DG Energía, Mercado Interior de Energía de la Comisión Europea, desgranó durante la sesión la nueva regulación de materias primas que se está debatiendo en el marco de la UE, para fortalecer las cadenas de suministro, mejorar la capacidad de la UE para monitorear y mitigar los riesgos de interrupción del suministro, incrementar la circularidad y la sostenibilidad, y diversificar las importaciones para reducir las dependencias estratégicas
Entre los objetivos que propone la nueva normativa, se refirió a que “no más del 65% del consumo de cada materia prima estratégica pueda proceder de un solo país”, un cifra que podría ser más ambiciosa, ya que tanto el Consejo como el Parlamento Europeo ya han propuesto elevarla, en aras de la independencia en el ámbito de los minerales críticos.
Por otro lado, el doctor en Geología y experto en Minería Climática, Arnoldus Mateo van den Hurk Mir -reivindicó la sostenibilidad de las prácticas mineras y, junto Tornos, defendió la necesidad de poner foco en la educación sobre la minería, para que los ciudadanos no vean este sector como algo ajeno a su vida. “Si queremos cambiar la sociedad, necesitamos recursos minerales”, afirmó van den Hurk Mir.
En la apertura de la jornada, Rafael Villaseca, presidente de Fundación Naturgy, destacó la importancia de poner foco en la evolución de los minerales críticos, también desde la perspectiva de las administraciones, porque “la transición energética va a consistir en pasar de una transición extractiva de hidrocarburos, -fundamentalmente carbón, petróleo y gas-, a extraer una serie de minerales críticos. El cambio es radical, lo que significa una geopolítica nueva, nuevos retos empresariales y nuevas necesidades de financiación pública”.
Desde el año 1992, Naturgy brinda su servicio de distribución de gas natural por redes en 30 partidos del norte y oeste del Conurbano bonaerense.
Es la segunda distribuidora de gas de la República Argentina por volumen de ventas, con más de 1.596.701 clientes residenciales, 52.253 comerciales y 1.265 industriales, 400 estaciones de GNC y 3 subdistribuidoras. La extensión de las redes de gas natural asciende a 25.900 kilómetros.