En opinión de la consultora externa de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la CEPAL, las personas no han dimensionado la gravedad de la crisis hídrica
CAROLINA BLANCHE
Teresa Cofré se ha dedicado los últimos años a investigar y asesorar a distintas entidades en el manejo, conservación y buen uso del recurso hídrico. Recientemente dictó el curso “El valor del Agua” en la UAR, instancia en la que se reflexionó sobre la importancia de implementar iniciativas que permitan la reutilización, purificación y optimización, entre otros procesos, del agua, para así asegurar su sustentabilidad.
“Aunque la gente no lo crea, el racionamiento de agua masivo va a suceder. Ese día, cuando no haya agua, recién le tomarán el peso. Los últimos años nos han tocado muchos eventos, como el Estallido Social y la pandemia por Covid-19, que han relegado a un segundo o tercer plano estos temas climáticos, especialmente lo referente al agua. Entonces la gente no ha tomado conciencia, o muy poca lo ha hecho realmente”, señala. “Entonces, cambiará la vida, la forma de vivir, la cultura.”
Teresa Cofré Godoy es consultora externa de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la CEPAL, y docente de la Universidad Abierta de Recoleta (UAR)
El titular –y el tema- aparece cada cierto tiempo en la prensa. “Sequía: más de la mitad de las comunas tiene escasez hídrica” señaló La Tercera. Y es que Chile vive una sequía histórica. El país se está secando.
El 53% de las comunas, entre Atacama y Los Lagos, se encuentra bajo decreto de escasez hídrica. Este mes 184 municipios (47% de la población) fueron declarados con falta extrema de agua.
2021 está finalizando con el triste récord de ser uno de los años más secos de la historia del país: embalses llenos sólo con el 45 % de su capacidad total de almacenamiento, déficit de lluvias de más de un 50%, y ríos que reducen significativamente su caudal. Pequeños poblados sobreviven a punta de racionamiento extremo. Ocho millones 250 mil personas viven con racionamiento.
En esta entrevista aborda la importancia de implementar un manejo de la poca agua que tenemos que esté a tono con la actual crisis, a las trabas burocráticas que impiden que instituciones públicas reutilicen sus aguas grises, para dejar de regar con agua potable, y a los acuerdos tomados en la COP 26 en relación con este tema.
- ¿Cuánta agua nos queda?
- Agua hay…siempre y cuando existan precipitaciones. Y como estas últimas han ido en merma en Chile, no existe manera de llenar los acuíferos, superficiales y subterráneos. Entonces existe un balance hídrico que muestra lo que se tiene a nivel mundial, y si bien las cantidades pueden ser muy altas, el problema es que a nivel global se pierde el 56% en evapotranspiración y un 5% en la agricultura de secano quedando para el recurso anual renovable de agua dulce (aguas superficiales y subterráneas), solamente el 39 %.
El problema es que, si bien pueden ser 42.920 kilómetros de metros cúbicos de agua que se producen anualmente, es decir, 16.000 litros por persona al día, lo que es mucho, se encuentra en lugares tan distantes que la población o asentamientos humanos no tienen acceso fácil o directo a esta agua. Por ello es que hay lugares en el mundo y regiones en nuestro país que no tienen acceso al agua. Simplemente no llegan a ella, o antes hay evapotranspiración y está la agricultura de secano, que es la que más agua ocupa.
Si bien los continentes tienen recursos anuales renovables de agua dulce para cubrir sus necesidades diarias, hay grandes diferencias entre continentes, regiones, países y dentro de los mismos países. Por ejemplo, el continente de Sudamérica posee el 30% de los recursos anuales renovables de agua dulce, es decir, 86.600 litros por persona al día. Y la región de América Latina y el Caribe cuenta con 1600 mm/año de media de precipitaciones.
Sin embargo, como ya mencioné, el agua está distribuida muy desigualmente y gran parte ni siquiera es fácilmente accesible.
- ¿Se han destinado suficientes recursos e investigación desde el Estado para abordar la escasez hídrica y otros efectos inmediatos y no inmediatos del cambio climático, que seguramente afectarán a Chile?
- Si bien el Estado proporciona el 0.36% del PIB a lo que es ciencia y tecnología, y dentro de eso está lo que tiene que ver con el cambio climático y el recurso hídrico, es muy poco en comparación a lo que se destina – en 2020 y 2021, por ejemplo- a otros estamentos. Por ejemplo, el gasto militar, que es 1,89%, o sea 5 veces lo que se destina a ciencia y tecnología. Estamos hablando, si lo llevamos a cifras, de mil 133 millones de dólares para ciencia y tecnología, mientras que en gasto militar hablamos de 5 mil 636 millones de dólares. Cinco veces más.
Incluso ocurrió algo muy lamentable el año pasado. En plena pandemia se dividió lo que se iba a dar a investigación y educación, se recortaron los fondos, y ese 0.36% disminuyó. Estamos, entonces, muy por debajo de lo que los otros países gastan en esta área, que está alrededor de un 2,6% del PIB promediado por los demás países miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) de la cual Chile es miembro.
Letra muerta
El foco de investigación y vocación profesional de Teresa ha estado enfocado en asesorar a distintas entidades, como la Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda, en temas ambientales y en la administración del agua disponible. En este último proceso el concepto de “reutilización” de las aguas grises tiene una importancia clave, pues si se aplicara podría generar una nueva fuente de agua para abordar una demanda que, actualmente, es satisfecha principalmente con agua potable, que bien podría tener otro uso.
- ¿Qué rol tienen los gobiernos locales en el cuidado del agua en la actual crisis hídrica?
- Es mucho lo que pueden hacer. Por ejemplo, he visto a Vitacura, Las Condes, La Reina, Providencia, ejecutar planes de mitigación en cuanto a disminuir el gasto de agua en sus riegos. Eso es lo que se propuso a nivel global en la Conferencia de las Partes (COP26) realizada en Glasgow.
Ahora, me he encontrado con que si bien la Ley 21.075, que regula la recolección y reutilización de aguas grises, del Ministerio Obras Públicas, fue promulgada el 15 de febrero de 2018, su reglamento aún está pendiente. Entonces, ¿cómo es posible que se hable tanto de ahorrar agua, y a la vez tengamos una ley que espera la aprobación de su respectivo reglamento para poder ser aplicada? De haberse aprobado, en instancias públicas estaríamos reutilizando aguas grises, y no botando el agua potable. Así de simple.
La falta de reglamento (donde se tienen que detallar los requisitos que deben cumplir los sistemas de reutilización para cada uso autorizado, las calidades específicas del efluente tratado y las exigencias de control de su funcionamiento, entre otros temas) es el único tope que existe hoy para que se pueda desarrollar, a nivel urbano, de áreas públicas, la reutilización de las aguas grises. Entonces, si bien los municipios señalados han tomado medidas respecto del riego, no han podido avanzar en la reutilización.
- ¿Llegó el agua a la COP26? ¿Qué acuerdos se tomaron en este tema?
- Si, llegó de la mano de lo que llamamos la “huella hídrica”, concepto del que se viene hablando desde 2002, cuando el doctor holandés Arjen Y. Hoekstra lo desarrolla. Y en 1998 con el concepto de “agua virtual” de Tony Allan. Gracias a esto se determinó el volumen total de agua utilizada directa o indirectamente para elaborar un producto, es decir, en la manufactura de ropa, de carnes, alimentos, y lo que hacen los países pobres para producirlos gastando sus recursos de agua, para que luego países con más ingresos compren estos productos a bajo costo sin gastar una gota de agua.
Entonces tenemos la firma de la “Declaración de Glasgow sobre la huella hídrica justa para un desarrollo sostenible, resiliente al cambio climático e inclusivo”, que compromete a los firmantes -países, empresas y organizaciones de la sociedad civil- a emprender acciones significativas y cuantificables, para abordar la crisis mundial del agua, comprometiéndose de cara a 2030 a eliminar la contaminación del agua y la sobreexplotación de los ríos y acuíferos de ríos y acuíferos, mejorar la gestión del riesgo de inundaciones y sequías, y aumentar la responsabilidad para garantizar que la inversión y la actividad económica protejan y trabajen con la naturaleza. La declaración también cumplirá con el derecho humano al agua, e impulsará el acceso universal al agua potable, así como el derecho a instalaciones de agua y saneamiento para lavarse las manos.