(Comentario de Mining Press) Amigos ajenos a la actividad minera nos preguntan frecuentemente acerca de la minería y sus supuestos daños sin control al medio ambiente y la vida humana, generalmente, a partir de abundantes materiales que reciben por las redes.
Le Monde Diplomatique, el medio más prestigioso de la izquierda latinoamericana, ha publicado este artículo, fácil de leer, aclara bastante la cuestión
Su autor, Claudio Scaletta, lo escribió a partir de que se dijo que serían las mineras quienes habrían quemado los bosques del Sur argentino.
Recomendamos su lectura y divulgación.
CLAUDIO SCALETTA/LE MONDE DIPLOMATIQUE
Los recientes hechos violentos desencadenados por una minoría intensa en la comarca andina chubutense contra un vehículo que trasladaba al Presidente de la Nación trajeron nuevamente a la escena nacional a los movimientos antiminería. La acción directa de estos grupos es por ahora solo violencia desorganizada y focalizada. Un accionar justificado en la autoridad moral de defender una presunta causa justa que, sin embargo, puede también incendiar una legislatura provincial, como ocurrió hace dos años en Chubut. O las viviendas de legisladores, como sucedió hace apenas unas pocas semanas en la misma provincia.
Sin embargo, el foquismo de Lago Puelo resulta de interés por otro dato, en general poco analizado: la capacidad de estos movimientos ecologistas extremos de propagar información falsa entre periodistas que pueden agruparse bajo el amplio y difuso paraguas del progresismo. Es como si estos grupos supiesen qué cuerdas tocar para despertar la sensibilidad de este sector ideológico, dato que demanda ser desentrañado.
En los hechos de Chubut la noticia falsa se propaló inmediatamente después de los actos de violencia contra el Presidente. Desde la cuenta de Twitter “No a la mina Esquel” se difundieron las imágenes de los manifestantes echando a un vehículo gris en el que se encontrarían los “infiltrados” que habrían arrojado las piedras. Sólo chequeando la patente, que se habría dejado torpemente visible, se “descubrió” que dicho vehículo pertenecía a las fuerzas de seguridad provinciales que efectivamente acompañaron la seguridad presidencial, lo que dio lugar a todo tipo de elucubraciones conspirativas. El detalle fue que las filmaciones mostraron que los mismos que apedrearon al Presidente fueron quienes forzaron la salida del vehículo. Pero la noticia falsa ya se había reproducido en las redes sociales y en todos los medios de comunicación, especialmente en los más progresistas.
Interesa destacar este éxito de comunicación no cómo anécdota sino como una muestra de la permeabilidad social de este ecologismo. El punto en común con las visiones progresistas se encuentra en que los enemigos elegidos por los ambientalistas son precisamente todos los “malos” del capitalismo: las empresas “mega” mineras, los “grandes” terratenientes promotores del “agronegocio” y fumigadores de escuelas con “agrotóxicos”, así como las “grandes” firmas petroleras que persiguen envenenar territorios a través de la proliferación de las fracturas hidráulicas, el demonizado fracking.
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