Se espera que los volúmenes de lastre de la minería del cobre en Chile aumenten en más de un 36%
Chile produce cerca de un cuarto de la oferta mundial de cobre, con la mayoría de la producción proveniente de las provincias del norte. Esa misma región es uno de los lugares más secos del planeta. Durante el año 2019, Chile experimentó su peor sequía en décadas, y el gobierno tuvo que suministrar agua potable a casi 400.000 habitantes. Anualmente, la industria minera consume suficiente agua para satisfacer el 75% de las necesidades de la población de Chile, reporta McKinsey
Según el análisis de MineSpans, se espera que los volúmenes de lastre de la minería del cobre en Chile aumenten en más de un 36% en la próxima década. El procesamiento de este material de menor calidad impulsará un aumento en el consumo de agua. Por consiguiente, se prevé que la intensidad del consumo de agua será un factor clave para determinar la rentabilidad futura del sector minero, especialmente en las zonas áridas.
Cochilco estima que la desalinización y el uso de agua de mar es probable que crezca en un pronunciado 230% en la próxima década.
El reciente caso de la mina Los Bronces, que tuvo que limitar el rendimiento en un 44% debido a la falta de agua, muestra que las mineras que utilizan agua de fuentes continentales estarán en constante riesgo. Según el análisis de MineSpans, para 2028 se espera que el 62% de la producción chilena provenga de minas que utilizan la desalinización. El 38% restante está planeando actualmente utilizar agua continental, la mayor parte (68%) proveniente de las operaciones. Sin embargo, la producción que utiliza aguas subterráneas (2,2 Mt) podría enfrentarse a riesgos y retrasos en el futuro.
La mayor parte de la producción en Chile se realiza a gran altitud, lo que requiere un mayor gasto de capital y un mayor costo de operación.
La utilización directa de agua de mar reduce las necesidades de eliminación de salmuera y permite un menor tratamiento del agua. Sin embargo, el transporte de agua de mar a grandes distancias y a grandes altitudes requiere tuberías no corrosivas (acero inoxidable, plásticos polímeros) tanto en la instalación de las tuberías como en la de la planta, así como más energía en el transporte debido a la mayor viscosidad y densidad.
El proceso de desalinización ha pasado de las plantas térmicas de alto consumo de energía a las instalaciones que utilizan tecnología de membranas, reduciendo los desechos y empleando la recuperación de energía. A pesar de ello, el aumento de la capacidad de agua desalinizada desencadenará un gran crecimiento de la demanda de energía para las plantas y las estaciones de bombeo, así como una importante descarga de salmuera al mar.
Con la minería chilena agrupada en unos pocos lugares específicos, existen oportunidades para que la infraestructura de agua compartida ofrezca un beneficio mutuo. Se pueden lograr sinergias entre las empresas compartiendo la infraestructura (tuberías, líneas eléctricas), con lo que se reducen tanto los costos de capital como los costos de explotación. Las solicitudes de licencia y los permisos, si son combinados por las empresas, también pueden reducir el tiempo necesario para la adjudicación y, por consiguiente, el tiempo de funcionamiento. La puesta en común de los recursos también permitirá una mejor participación de la comunidad y la asignación del agua a los más afectados por la escasez, lo que a menudo puede reducir la oposición a nuevos proyectos mineros.
A medida que las iniciativas de ahorro de agua se convierten en la prioridad, es vital comprender las ramificaciones y examinar las acciones y consecuencias, las que abarcan varias áreas:
+ Legal: Los planes para un marco jurídico más estricto prevén la obligatoriedad del uso del agua de mar en los proyectos de minería en gran escala. Además, las enmiendas al Código de Aguas (legislación chilena sobre aguas desde 1981) propone limitar el uso de ciertos derechos de agua en escenarios de escasez, y también prohibir la concesión de nuevos derechos de agua en zonas protegidas y glaciares.
+ Social: Las tensiones relativas al uso de las fuentes de agua dulce por la industria minera en zonas de escasez socavan las relaciones comunitarias en las operaciones existentes y crean resistencia pública a los proyectos futuros. Como parte de los esfuerzos de responsabilidad social corporativa, se puede proporcionar agua potable producida en la altura a las comunidades locales.
+ Económica: El agua de mar es y seguirá siendo más cara que el agua continental, pero se pueden realizar ahorros. El uso de agua de mar sin procesar requiere tuberías especiales y ajustes en las plantas. Sólo la elección de desalinizar una fracción del agua bombeada en altitud es más rentable que la desalinización de toda el agua de la costa.
+ Ambiental: La salmuera de desalinización, bombeada directamente al océano, crea un riesgo ambiental al perturbar los ecosistemas locales. Para reducir su huella ambiental, las plantas desalinizadoras y las empresas que bombean agua de mar deberían centrarse en la recuperación de energía y en el cambio a la energía renovable.