Nicolas Gandini / Emilia Delfino
El 17 de julio de 2010, el barco de bandera danesa Torm Ohio procedente de Salvador de Bahía, en el norte de Brasil, arribó al puerto de Buenos Aires cargado con fueloil destilado por Petrobras. Fue adquirido porEnarsa, la empresa creada por el kirchnerismo para importar energía, a un trader suizo llamado Mercuria Energy Trading SA. El negocio de combustibles está acostumbrado a las triangulaciones entre varios países, pero esta compra millonaria excede lo esperado.
El caso que revela hoy PERFILes el trasfondo de la nueva crisis energética, cortes de luz programados y falta de inversión en el sector, y podría demostrar qué hizo el kirchnerismo con los millones de dólares que se podrían haber invertido para evitar la crisis. El fueloil se importó para abastecer las centrales de energía eléctrica. Al mismo tiempo, conecta con Brasil y el escándalo de coimas en Petrobras.
El ex ministro Julio De Vido quedó envuelto en el caso tras la declaración de dos arrepentidos.
Los documentos a los que accedió este medio demuestran que Enarsa –que en la época de esa compra era controlada por funcionarios del ex Ministerio de Planificación– abonó por el cargamento de 27.839.494 toneladas de fueloil un valor muy superior a la media del mercado de ese momento. En concreto, Enarsa pagó al intermediario Mercuria Energy una tarifa 70% más cara que la costeada ese mismo año por Cammesa, la compañía que administra el mercado eléctrico mayorista, también controlada por el Estado. Las dos empresas pagaron el mismo precio por barril, pero el intermediario de Enarsa cobró “premios extra” que encarecieron la compra 70%. Así lo revelan los documentos a los que accedió PERFIL y las fuentes especializadas del sector que analizaron la documentación en los últimos meses.
Mercuria Energy, que en ese momento era conducido por el brasileño Marcelo Corsalague, cobró un fee (premio) por su rol de intermediario en la operación entre Enarsa y Petrobras. Es un procedimiento que se estila en el negocio de combustibles. Pero lo extraño es que Enarsa accedió a pagar a Mercuria Energy una tarifa de US$ 11,02 por cada barril de fueloil cuando en esa misma época Cammesa, el agente oficial de importación de combustibles para el sector eléctrico, pagó a otro intermediario US$ 6,48 por cada barril del mismo combustible. Así se desprende del archivo de operaciones de la empresa en 2010.
Las tres facturas de pago a la intermediaria están firmada por Raúl Argañaraz, entonces gerente Administrativo y de Finanzas de Enarsa, el 13 de julio de 2010. El funcionario autorizó tres transferencias por un total de US$ 14.672.287 a un banco en Amsterdam en favor de Mercuria Energy por fueloil de Petrobras, que podría haber sido adquirido directamente a Brasil. El directivo, un contador del riñón más íntimo de De Vido, renunció poco tiempo después de habilitar esa transacción y ocupó la presidencia de la Fábrica Argentina de Aviones (Fadea), cargo al que también renunció en 2013. Conocido por su hiperkirchnerismo, quedó envuelto en el escándalo de la valija con casi US$ 800 mil de Guido Antonini Wilson, ya que fue él quien firmó el cheque para contratar el avión Cessna que trajo al empresario venezolano al país.
En una de las facturas de Mercuria Energy, Enarsa pagó US$ 4,19 millones. Pero Cammesa abonó el equivalente a US$ 3,9 millones por la misma cantidad de fueloil. Es decir, US$ 220 mil menos. Un desajuste difícil de explicar. La segunda factura es idéntica y hay otros US$ 200 mil de más, pero el combustible fue destinado a objetivos distintos: una factura corresponde al combustible destinado a la refinería Rhasa –propiedad de la familia Sambucetti–, que era alquilada por Enarsa; y la otra a Central Puerto, la segunda mayor usina eléctrica del país. La tercera factura es por US$ 6,2 millones, US$ 350 mil más cara que lo que pagaba Cammesa.
El combustible se destinó a Central Costanera, la mayor termoeléctrica de la Argentina. En la facturación a Mercuria Energy, la diferencia total se traduce en US$ 800 mil que Enarsa pagó de más. Este es sólo uno de los cargamentos que compró el Estado en los últimos 10 años. Entre 2006 y 2015 la adquisición de energía le costó al país más de US$ 50 mil millones.
“El barco Torm Ohio ingresó al país en julio, pero recién en octubre descargó el combustible. Estuvo tres meses esperando en zona del Pontón Recalada frente a La Plata. Es un procedimiento extraño que deja en evidencia que no había apuro por importar el cargamento y menos para pagar tanto más que Cammesa”, analizó un empresario marítimo que conoce la operación.
Las compras de fueloil realizadas en 2010 por Cammesa fueron financiadas porPDVSA, la petrolera estatal de Venezuela, bajo el paraguas del acuerdo binacional rubricado entre Néstor Kirchner y Hugo Chávez. Con el blindaje de los petrodólares venezolanos –un esquema cuestionado por la escasa información acerca de su funcionamiento– se trajeron ese año 639.005 toneladas de fueloil. El Gobierno acumuló una deuda millonaria con PDVSA, cancelada en parte con el envío de alimentos. Sin embargo, la operación con Mercuria Energy se concretó por fuera de ese circuito: se solventó mediante una transferencia bancaria a una cuenta en el Royal Bank of Scotia en Holanda a nombre del trader suizo.