El bloque invertirá 45.000 millones de euros en la región a través de su iniciativa Global Gateway, considerada por muchos como una respuesta a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China
JAVIER LEWKOWICZ
La Unión Europea (UE) presenta un renovado interés económico y estratégico en América Latina, en medio de una oleada de nuevas inversiones que podrían impulsar las transiciones hacia energías limpias en ambas regiones, al mismo tiempo que el bloque europeo busca reforzar sus relaciones y cadenas de suministro en un contexto geopolítico cambiante.
En junio, la UE anunció inversiones de 45.000 millones de euros (US$ 48.700 millones) durante la cumbre de la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un bloque regional que agrupa a 33 países de América Latina y el Caribe.
Bajo el lema del Global Gateway, la estrategia global de inversión en infraestructuras de la UE, se llevarán a cabo más de 130 proyectos en los próximos cuatro años, centrados en los sectores del litio, energías renovables, hidrógeno verde, conectividad, transporte y salud, entre otros. Algunas iniciativas se centrarán también en la mitigación del cambio climático.
“La asociación estratégica entre ambas regiones es más importante que nunca”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, antes de la cumbre UE-CELAC. Por su parte, Lula Da Silva, presidente de Brasil, dijo que “pocas veces he visto tanto interés político y económico en nuestra región por parte de los países europeos”.
Este renovado interés en estrechar lazos e invertir se produce cuando Europa busca impulsar su propia transición hacia fuentes de energía limpias y reordenar sus lazos internacionales y su seguridad energética luego de la invasión rusa de Ucrania en 2022.
También llega en el contexto del objetivo del bloque de “bajar el riesgo” de sus relaciones con China, diversificando los proveedores y reduciendo su dependencia del país para materiales críticos.
Pero desde su lanzamiento en 2021, la iniciativa Global Gateway también se ha visto ampliamente como la respuesta de la UE a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China. En el marco de la BRI, miles de millones de dólares en inversiones en infraestructuras han llegado a países de América Latina y el Caribe en la última década.
Mientras la región busca avanzar en energías limpias y desarrollo sostenible, la nueva iniciativa europea puede suponer tanto un impulso como un complemento y competencia a la inversión china.
GLOBAL GATEWAY: ¿UNA PUERTA DE ENTRADA A LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA?
La UE es el principal inversor en América Latina y es el tercer socio comercial de la región, detrás de Estados Unidos y China, al tiempo que América Latina es el quinto socio para la UE, por debajo de China, Estados Unidos, Reino Unido y Suiza.
Ha habido cierto optimismo en torno a la iniciativa Global Gateway y la perspectiva de profundizar las relaciones entre las regiones, dado su foco en la inversión y en la promoción de una transición “verde y justa”. La UE busca posicionarse como líder en desarrollo industrial y tecnológico de la transición energética en favor de la descarbonización. “Nosotros podemos aportar el know how del desarrollo ambiental”, resumió el primer mandatario español, Pedro Sánchez, en la cumbre UE-CELAC.
En el caso de Brasil, el programa de la UE co-financiará proyectos de energía solar y eólica con el apoyo del Banco de Inversiones Europeo y la participación individual de Dinamarca, Alemania, España, Países Bajos, Francia y Portugal.
En México, la intención es desarrollar capacidad doméstica para la construcción de plantas de energía solar, vehículos eléctricos y producción de baterías en el estado de Sonora, en el norte del país, con el apoyo del Banco de Inversiones Europeo y la participación de Dinamarca, España y Francia.
En Argentina, la UE se comprometió a apoyar proyectos de energía renovable y ampliar y modernizar la red eléctrica del país, con financiamiento del Banco Inter-Americano de Desarrollo, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la International Finance Corporation (IFC) y la participación de España, Francia e Italia.
Otro de los ejes del interés europeo es el desarrollo del hidrógeno verde. Chile recibirá el apoyo de la Comisión Europea, el Banco Europeo de Desarrollo y el Banco Alemán de Desarrollo, con el objetivo de que el país abastezca el 15% del mercado global de hidrógeno para 2050, mientras que Brasil apunta a producir 500.000 toneladas de hidrógeno verde para 2030.
En el memorando de entendimiento firmado con la UE durante la cumbre de junio, Uruguay también llegó a un acuerdo para cooperar en la producción de hidrógeno a partir de energías renovables, una industria de la que el actual gobierno prevé obtener el 2% del PIB del país en 2040.
“Europa tiene una enorme necesidad de diversificar su matriz energética y está mirando dónde conseguir fuentes de energías renovables. En particular, hay gran interés en el desarrollo del sector del hidrógeno verde. Tal como hacen EE.UU. y China, la UE busca asegurar relaciones especiales con mercados estratégicos”, analiza Gustavo Castagnino, director de asuntos corporativos de la firma Genneia, principal generadora de energías renovables en Argentina.
La iniciativa Global Gateway no solo supone un avance inversor en términos cuantitativos sino también un giro cualitativo en la cooperación. Es que, hasta ahora, los proyectos existentes se han apoyado en el financiamiento de instituciones europeas para que los países de la región implementen proyectos en el ámbito de, por ejemplo, la gestión de residuos, protección de la biodiversidad o tareas de saneamiento cloacal.
Luca Pierantoni, jefe de la sección de cooperación de la Delegación de la UE en Argentina, declaró a Diálogo Chino que “ahora lo que se busca es que el sector privado tenga una participación central”.
“La intención es que las empresas europeas inviertan en la región ayudadas por un sistema de garantías y seguros que ofrecería la UE, además de los créditos a los Estados de la región y los aportes no reembolsables, en el caso de que haya proyectos con participación estatal”, explicó.
RECURSOS ESTRATÉGICOS
El otro gran punto de interés de la UE además del hidrógeno verde, es el acceso al litio, mineral clave en la transición energética dado su uso en vehículos eléctricos, paneles solares y almacenamiento de baterías.
Los salares del “triángulo del litio” latinoamericano, conformado por Argentina, Bolivia y Chile, concentran cerca del 60% de las reservas mundiales del metal.
El memorándum de entendimiento firmadocon Chile se enfoca sobre la cooperación en esta materia. En la misma línea, la UE selló acuerdos con otros polos mineros como Argentina (junio 2023), Namibia y Kazajistán (noviembre de 2022), Ucrania (julio de 2021) y Canadá (junio de 2021).
Se calcula que la demanda de litio, a causa de la electrificación del transporte, se multiplicará por cinco desde aquí a 2035. En virtud de esta perspectiva y a partir de inversiones movilizadas por empresas norteamericanas, europeas y chinas, la producción de litio viene escalando. En Argentina, las exportaciones de litio se multiplicarían por ocho en los próximos tres años.
Sin embargo, la producción de litio se ha enfrentado al cuestionamiento de las comunidades que viven cerca de las explotaciones mineras y de organizaciones de la sociedad civil que advierten sobre la falta de controles medioambientales.
Además, también está abierto un debate acerca de la contribución del litio, como sector principalmente extractivo, al resto de la economía, algo que Chile busca saldar a partir de su nueva estrategia del litio.
Según Pierantoni, la UE tratará de responder a estas preocupaciones y buscará establecer asociaciones respetuosas: “El litio es uno de los grandes ejes de trabajo de la agenda entre la UE y los países de la región. El objetivo es tener mayor presencia en el sector y queremos hacerlo a la manera europea, es decir, con estricto apego a las normas ambientales y mediante un proceso de adecuado diálogo con los diferentes actores involucrados”.
Dentro del cuadro de los recursos estratégicos también aparece el gas natural, combustible que la UE considera de transición para llevar adelante la descarbonización total para 2050. Como Rusia dejó de ser proveedor de gas natural a causa de la invasión a Ucrania, la UE multiplicó su presencia en el mercado del Gas Natural Licuado (GNL) y busca sellar nuevos acuerdos previsibles con nuevos proveedores de “confianza”.
En este punto, sobresale el convenio firmado con Argentina, país sudamericano que tiene previsto suministrar GNL a Europa. Este acuerdo se basa en la perspectiva de aumentar la producción del yacimiento de Vaca Muerta, situado en la provincia de Neuquén, y que alberga unas de las mayores reservas de petróleo y gas no convencional del mundo.
Sin embargo, desarrollar la capacidad de Argentina para exportar GNL requerirá una enorme inversión, por ejemplo en plantas de licuefacción. Para la UE no está claro si invertir en el gas del país será rentable a largo plazo, dado el horizonte de abandono de los combustibles fósiles y el riesgo de los activos varados. El acuerdo ha sido criticado por algunos analistas, que afirman que la UE debería centrar sus inversiones en apoyar el desarrollo de las energías renovables en Argentina.
¿UNA ALTERNATIVA A LA INICIATIVA DE LA FRANJA Y LA RUTA DE CHINA?
Para Margaret Myers, directora del programa Asia y América latina de Diálogo Interamericano, “el Global Gateway es, en muchos sentidos, una reacción a la presencia expansiva de China en el Sur Global”.
A diez años de su lanzamiento, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés),el programa insignia de China para el desarrollo global de infraestructuras, acumula un total de mil billones de dólares comprometidos en inversiones financieras y contratos de construcción en todo el mundo.
Entre los 148 países que son parte de la Franja y la Ruta se encuentran 21 naciones latinoamericanas y caribeñas. China también tiene acuerdos de libre comercio con Chile, Costa Rica, Ecuador y Perú, y acuerdos de asociación estratégica con Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México, Perú y Venezuela.
Esos avances diplomáticos acompañaron un crecimiento de la presencia económica de China en la región, ya que el comercio entre el país asiático y América Latina se multiplicó por 26 en los últimos veinte años, alcanzando un valor de 450.000 millones de dólares en 2022.
Entre 2005 y 2022, las dos principales instituciones financieras de desarrollo de China, su Banco de Exportación e Importación y el Banco de Desarrollo de China, también emitieron más de 136.000 millones de dólares en préstamos a gobiernos y empresas estatales de América Latina y el Caribe para proyectos en la región.
El sector energético ha sido uno de los focos de la inversión china en América Latina y el Caribe, con proyectos en energía hidroeléctrica, solar y eólica, petróleo y gas, así como inversiones en redes eléctricas y sus operadores. La minería, especialmente de cobre y litio, también ha sido un área clave de cooperación e inversión.
Según Myers, es difícil evaluar el compromiso de China en el apoyo la transición energética de la región, dados los variados intereses de los inversores chinos, tanto en sectores con una elevada huella de emisiones como el petróleo y el gas, como en energías renovables y minerales críticos, aunque las inversiones de la BRI se han vuelto notablemente más ecológicas en los últimos tiempos.
“Ciertamente, las empresas chinas seguirán buscando el acceso a minerales, como el litio y el cobalto, que son fundamentales para las cadenas de suministro”, agregó Myers.
Queda por ver si la UE puede mantener inversiones a largo plazo similares a la de la BRI. También está por verse si China seguirá haciéndolo, ya que los préstamos han disminuido en los últimos años y los problemas económicos internos empiezan a sentirse. Para la propia América Latina, sin embargo, en un momento en que la región busca afrontar desafíos y en medio de sus propias dificultades económicas, la iniciativa Global Gateway puede presentar un nuevo complemento, más que un obstáculo, a la BRI.
“Puede haber tensiones entre el proyecto europeo y el chino. Pero los gobiernos de la región deben poder gestionar el interés inversor externo en beneficio de la promoción del desarrollo y la mejora de la calidad de vida”, apunta Sergio Cesarín, investigador sobre China en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina.