La exclusión de la lista es el resultado de 4 años de negociaciones respaldadas por el presidente Trump y por el primer ministro Abdalla Hamdok,
VIKTOR KATONA
A finales de octubre, mientras el mundo estaba paralizado por el último debate presidencial de Estados Unidos, las autoridades estadounidenses eliminaron a Sudán de la lista de estados patrocinadores del terrorismo. Con Sudán eliminado, la lista se ha reducido a solo tres países, Irán, Siria y Corea del Norte. Mientras estaba en esa lista, todas las formas de cooperación entre entidades estadounidenses y sudanesas estaban prohibidas.
La exclusión de la lista es el resultado de 4 años de negociaciones respaldadas por el presidente Trump y por el primer ministro Abdalla Hamdok, tratando de superar una disputa de legado que ha agriado las relaciones bilaterales a pesar de la muerte de Osama bin Laden en 2011. El meollo del asunto radica en las afirmaciones de Estados Unidos de que Sudán había protegido a Bin Laden en 1998/1999, en el momento en que al-Qaeda llevó a cabo sus bombardeos de embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, así como el ataque con misiles de 2000 contra el USS Cole.
No hay pruebas directas y verificables que impliquen a Sudán en las denuncias antes mencionadas, pero es un hecho que el régimen de Bashir protegió a Bin Laden durante algún tiempo en la década de 1990 (aunque Jartum lo expulsó poco después). Pero muchas cosas han cambiado desde hace poco en el país: el antiguo dictador de Sudán, Omar Bashir, fue derrocado en abril de 2019 y el vacío de poder que ha creado su deposición se llenó temporalmente con una Autoridad Civil de Transición respaldada por militares, dirigida por un ex funcionario de la ONU Abdalla Hamdok.
El principal objetivo de las autoridades de transición es apaciguar el descontento en todo el país y hacer el trabajo preliminar necesario para que Sudán celebre sus primeras elecciones genuinamente democráticas en la 21ª. siglo, supuestamente en 2022. Por muy limitado que pueda ser un gobierno de transición en términos de su legitimidad, la administración Hamdok se ha esforzado mucho para que Sudán vuelva a la escena empresarial internacional.
El gobierno de transición encabezado por Hamdok ya acordó pagar $ 475 millones a las víctimas estadounidenses de los ataques terroristas y Sudán ha reconocido formalmente a Israel. Anteriormente, los altos funcionarios sudaneses se habían mostrado reacios a reconocer a Israel debido al daño a la reputación que podría causar en la comunidad musulmana de las naciones del Medio Oriente. Sin embargo, ahora está claro que Sudán está decidido a garantizar una relación sólida con los Estados Unidos, de ahí su relativa facilidad para renegociar los aranceles del gasoducto con Sudán del Sur y su disposición a tomar medidas políticas valientes que podrían ser utilizadas en su contra por la oposición interna.
Reformar Sudán podría ser uno de los trabajos más difíciles en el escenario mundial: el país ha estado usando casi el 80% de los ingresos del gobierno en su ejército, un ejército que ahora está en el poder después de la expulsión de Bashir. El gobierno de transición ya derogó un orden público que imponía la ley de la sharia mientras intenta desmantelar el legado de Bashir.
El propio Hamdok sobrevivió a un intento de asesinato en marzo de 2020 y ha estado viviendo con la constante amenaza de un golpe islamista en el país. El nuevo primer ministro también tiene que sobrevivir a un horrendo 2020 en el que el PIB nacional ha caído un 8% más interanual, mientras que el déficit presupuestario de Jartum se disparó al 20% del PIB. Agregue a esto su promesa de eliminar los subsidios al combustible por valor de $ 2 mil millones y la amenaza de disturbios en Sudán es muy real.
Sudán ha visto su producción de crudo disminuir gradualmente en los últimos años, luego de una gran caída en 2011 debido a la secesión de Sudán del Sur. Desde un nivel de producción de aproximadamente 110kbpd, el promedio de producción anual ha disminuido a solo 60kbpd en 2020. Ahora, con las fuertes restricciones de las sanciones de EE. UU. Y agravado aún más por los recortes de gastos de capital posteriores a la era Bashir y la pandemia de coronavirus, la actual crisis sudanesa La producción de crudo ha caído a 55kbpd. GNPOC, la empresa conjunta de CNPC, Petronas, ONGC y el NOC sudanesa Sudapet que está desarrollando los Bloques 2A y 04, ha estado produciendo apenas 15kbpd mientras las partes interesadas luchan por superar los problemas financieros y logísticos. Liderando el recuento de producción nacional está el Bloque 06 con una producción de unos 20kbpd, operado por la CNPC china (que también posee el 95% de la empresa del proyecto).
La principal consecuencia de largo alcance del levantamiento de las sanciones contra Sudán relacionadas con el terrorismo por parte de EE. UU. Sería reducir el riesgo de las inversiones que se destinan al país africano aguas arriba. En pocas palabras, el sector ascendente de Sudán, ahora fuertemente inclinado a China, podría diversificarse más, ya que Sudán ahora puede buscar socios internacionales distintos de los chinos.
Sin embargo, aunque las autoridades estadounidenses pueden albergar esperanzas de que las grandes empresas occidentales compitan por un lugar bajo el sol de Sudán, en las circunstancias actuales, en las que la mayoría de las empresas petroleras impulsadas por el mercado se han visto obligadas a reducir drásticamente los gastos de capital y operativos, solo las grandes empresas respaldadas por el estado Es probable que las entidades busquen tales adquisiciones arriesgadas. En lugar de aumentar la inversión estadounidense en Sudán,
Atrapada entre la espada y la pared, golpeada por las múltiples consecuencias de la caída del mercado inducida por COVID, la industria petrolera de Sudán sigue en una situación desesperada. El dinero, como ha sido el caso durante varias décadas, es muy escaso y las autoridades tienen que recortar en todos los frentes. Por ejemplo, el nuevo gobierno sudanés despidió a 300 empleados del Ministerio de Petróleo y Gas en agosto de 2020 y ha convertido los salarios de los que quedan de dólares estadounidenses a libras sudanesas.
Gran parte de la infraestructura petrolera del país está en ruinas (las fugas y grietas en los oleoductos son frecuentes, lo que ejerce una capa adicional de presión sobre los productores que, a su vez, han estado haciendo la vista gorda ante las reparaciones de plataformas). Con todo, Sudán se está moviendo en la dirección correcta, pero hay muchos más obstáculos que el país y su industria petrolera deben superar.
