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ESCENARIO
Hidrocarburos y litio: El sostén de Bolivia en 2019
MINING PRESS/ENERNEWS/Prensa Latina

Históricas inversiones y reformas sociales marcaron 2019 en Bolivia

10/01/2020

Nara Romero Rams

Históricas inversiones en hidrocarburos, el litio y el sector energético; el incremento de las exportaciones y la implementación del Sistema Único de Salud (SUS), marcaron el 2019 en Bolivia, proceso interrumpido por el golpe de Estado contra el presidente Evo Morales. La nacionalización de los recursos naturales y la reactivación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) como la empresa más importante del país en 2006, fueron decisiones que impulsaron desde entonces el crecimiento económico, político y social de la nación andina

Un total de 38 mil 343 millones de dólares por concepto de renta petrolera se registraron hasta septiembre pasado, ingresos que beneficiaron programas y proyectos en los sectores de la salud, educación, vivienda, empleo, producción de alimentos, entre otros que elevaron la calidad de vida de los bolivianos. La construcción de las plantas de Separación de Líquidos Río Grande y de Gas Natural Licuado (GLN) en Santa Cruz, la Carlos Villegas (Tarija) y la de Amoniaco y Urea (Cochabamba), entre otros proyectos, evidenciaron el desarrollo de esa iniciativa con una inversión de dos mil 84 millones de dólares. Asimismo, YPFB y las empresas operadoras invirtieron más de 14 mil 115 millones de dólares para garantizar la producción e incrementar las reservas hidrocarburíferas, estas últimas valoradas en 70 mil millones de dólares.

Otros recursos fueron destinados a las actividades de exploración y explotación, así como el transporte, refinación y almacenaje para el abastecimiento del mercado interno. Durante el año que concluyó, autoridades del Gobierno, del Ministerio de Hidrocarburos y directivos de YPFB rubricaron importantes acuerdos para la exportación de gas natural, urea, cloruro de potasio y otros productos hacia mercados en Paraguay, Brasil, Perú y Argentina. Un mayor acceso de la población boliviana al gas natural fue otro de los resultados de la nacionalización, con cerca de un millón de instalaciones de gas domiciliario para beneficio del 65 por ciento del país suramericano.

Esa cobertura fue posible gracias al Sistema Virtual de GLN y a las Estaciones Satelitales de Regasificación (ESR) que también llegaron a comunidades intermedias donde los gasoductos convencionales en regiones fronterizas no tenían acceso. Para superar el millón de conexiones domiciliarias este año, se destinaron 173 millones de dólares para alcanzar a más de cinco millones de clientes nacionales.

BOLIVIA, CORAZÓN ENERGÉTICO DEL SUR.

La implementación en 2019 de 24 proyectos solares, eólicos, geotérmicos y de biomasa para producir 521 megavatios (MW) para 2025, fue la estrategia aplicada en Bolivia para consolidarse como el corazón energético de la región con la exportación del excedente. El entonces viceministro de Electricidad y Energías Alternativas, Bismar Canelas, informó en julio pasado la inversión de mil 559 millones de dólares para esas iniciativas.

Canelas precisó que 14 proyectos serían para el Sistema Interconectado Nacional y 10 para sistemas aislados, instalaciones ubicadas en Cochabamba, Potosí, Oruro, Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni. Datos del Ministerio de Energía revelaron que el sector consume mil 511 MW de los dos mil 236 de oferta, con un excedente de al menos 700 MW, y para este año el plan era incorporar alrededor de mil MW, con una inversión de más de 651 millones de dólares.

El entonces presidente ejecutivo de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), Joaquín Rodríguez, informó en junio pasado que nueve de cada 10 bolivianos disfrutan del servicio eléctrico, gracias a las inversiones con enfoque social impulsadas el pasado año por parte del derrocado Gobierno de Evo Morales. Rodríguez recordó que en 2006 seis de cada 10 personas recibían ese servicio, considerado un negocio y, con la llegada a la presidencia de Evo Morales, se convirtió en un derecho humano.

DESARROLLO DE LA INDUSTRIALIZACIÓN DEL LITIO

La construcción de plantas para la industrialización del litio permitiría a Bolivia alcanzar una producción de más de 150 mil toneladas de sales del metal blando en los próximos cinco años y consolidarse como un actor fundamental en el mercado a nivel mundial.

Las grandes reservas de litio, los proyectos y su valor, son considerados en su conjunto como elemento calve en la asonada golpista que se concretó el 10 de noviembre último. En declaraciones a Prensa Latina en septiembre pasado, el ingeniero Juan Carlos Montenegro, entonces gerente ejecutivo de Yacimientos del Litio Bolivianos (YLB), destacó que en ese mismo periodo producirían también baterías para Alemania. Montenegro precisó entre los planes de entonces que incursionarían en China con el carbonato y el hidróxido de litio y actuarían como socios en la fabricación de baterías de litio y, al mismo tiempo, recordó que fuentes de energía renovables como la eólica y la solar requieren sistemas de almacenamiento conformados por baterías de ese mineral. El país suramericano había desarrollado el proyecto de industrialización del litio en tres fases, la primera, iniciada en 2012 con la ejecución del proceso tecnológico y la producción de plantas piloto de fertilizantes, comercializados principalmente en el mercado interno.

La segunda fase comenzó en 2016 e implicó la construcción de las plantas industriales de cloruro de potasio y carbonato de litio para exportación, con piscinas industriales que garantizaban el insumo necesario para obtener sales básicas. La tercera fase es la fabricación de baterías de litio a escala industrial en alianza con la firma alemana ACI Systems para su comercialización. Para todo ese proceso, se contó con el salar de Uyuni (Potosí) con una reserva geológica de 21 millones de toneladas métricas de litio, según reveló un estudio de la consultora estadounidense SRK sobre el 64 por ciento de su planicie, tras perforar pozos de 50 metros de profundidad.

La Planta Piloto de Carbonato de Litio, ubicada en ese departamento y con una capacidad máxima de producción de 400 toneladas estimada para 2019, formó parte de la primera etapa de la industrialización y fue adjudicada a la empresa chino-australiana Asociación Beijing Maison Engineering Company con 96,4 millones de dólares de inversión.

El país suramericano afianzó su alianza con Beijing el 20 de agosto pasado con la rúbrica de la minuta de constitución de una empresa mixta entre YLB y el grupo corporativo chino Xinjian TBEA. Según lo planificado, a finales de este año se prevé la terminación del Centro de Investigación en Ciencia y Tecnología de Materiales y Recursos Evaporísticos de Bolivia, una instalación que, a decir de especialistas, será uno de los más importantes en la región. E

l complejo con más de 40 laboratorios está emplazado en la localidad de La Palca (Potosí) y entrará en funcionamiento a partir de este año con una inversión de siete millones 976 mil 375 dólares, según datos oficiales. La unidad científica será la responsable de analizar las aplicaciones del litio y los productos destinados al mercado internacional, con equipamiento proveniente de Alemania, Estados Unidos, Japón y China.

REDISTRIBUCIÓN DE LAS RIQUEZAS, PRIORIDAD EN EL PROCESO DE CAMBIO

Con los ingresos obtenidos por concepto de la renta petrolera, el gobierno del expresidente Evo Morales, forzado a dejar su cargo el 10 de noviembre pasado tras un golpe de Estado, priorizó el pago de bonos sociales, la implementación del SUS y otras políticas para beneficio del pueblo. La Renta Dignidad, un pago mensual, universal y vitalicio destinado a los adultos mayores de 60 años y financiado por el Tesoro General de la Nación, comenzó con 200 bolivianos (28,96 dólares) y posteriormente se incrementó a 300 bolivianos (43,44 dólares). A partir del 1 de julio pasado se aumentó a 350 bolivianos (50,68 dólares) ese incentivo económico que beneficia en la actualidad a más de un millón de personas en el país suramericano.

Otro bono como el Juancito Pinto permitió reducir la deserción escolar con el pago de 28,96 dólares a estudiantes del nivel primario hasta cuarto de secundaria cada año. Asimismo, otro beneficio social, el bono Juana Azurduy, establecido mediante Decreto Supremo el 3 de abril de 2009, para reducir la mortalidad materna infantil, otorgaba mil 820 bolivianos (263,16 dólares) a través de cuatro pagos a las mujeres embarazadas. Hasta septiembre de 2019, los bonos sociales beneficiaron a cinco millones 902 mil 459 bolivianos, cifra que representaba el 51,5 por ciento de la población nacional, de acuerdo con información del Ministerio de Economía.

Por otra parte, el SUS fue implementado el 1 de marzo mediante la Ley 1152 para garantizar una atención médica gratuita, universal y de calidad para beneficio de más de cinco millones de personas sin seguro en Bolivia, además de la prevención y el diagnóstico temprano de enfermedades crónicas no transmisibles

La normativa con más de 300 servicios a ciudadanos nacionales y extranjeros, estos últimos en las mismas condiciones en el marco de acuerdos internacionales, contó con un presupuesto inicial de 200 millones de dólares y otros dos mil millones para la construcción de hospitales. Asimismo, previó destinar otros 30 millones de dólares para fortalecer el equipamiento y el número de profesionales para atender a los pacientes en más de mil prestaciones. Históricas inversiones en los sectores energético, hidrocarburífero y del litio marcaron el 2019 en Bolivia, una estrategia del gobierno del expresidente Evo Morales que permitió implementar políticas sociales para beneficio de los sectores más vulnerables por una redistribución de las riquezas.

Durante la gestión del presidente indígena la nación andino amazónica fue considerada un paradero seguro para el capital extranjero por las garantías legales que ofrecía, hecho que atrajo a inversionistas de la región y de otros continentes como China, Rusia e India. Después de la asonada golpista contra Morales, muchos temen un retroceso a la privatización de los recursos naturales y de las empresas estratégicas, un sello distintivo del neoliberalismo, y el fin de la mejor Bolivia de la historia.


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