iEco, Buenos Aires
Los edificios representan el mayor aporte humano al calentamiento planetario. Ahora, nuevos avances tecnológicos hacen posible, por primera vez, diseñar y construir edificios que creen su propia energía a partir de fuentes renovables y localmente disponibles. "Las implicaciones económicas y comerciales son vastas para el sector inmobiliario y para el mundo en general", sostiene
Rifkin, ex asesor de
Al Gore cuando era vicepresidente, y asesor de
Rodríguez Zapatero. "Estamos al borde de un cambio revolucionario en la manera de diseñar y construir los edificios", sostiene el autor.
Jeremy Rifkin
Economista. Autor de "La economía del hidrógeno" y "El fin del trabajo". Estamos al borde de un cambio revolucionario en el modo en que se diseñan y construyen los edificios, un cambio tan radical que nos permitirá, por primera vez, hacer frente al doble desafío del alza de los precios de la energía y el impacto "en tiempo real" del calentamiento global.
El sector de la construcción es el que emplea a más obreros industriales en la UE y, en 2003, representó un 10% del PBI y un 7% del empleo en la Unión de quince miembros. La construcción es la mayor culpable del calentamiento global inducido. En todo el mundo, los edificios consumen entre el 30% y el 40% de toda la energía producida y son responsables en igual porcentaje de todas las emisiones de CO2.
Hoy, nuevos avances tecnológicos permiten, por primera vez, diseñar y construir edificios que generan toda su energía a partir de fuentes renovables disponibles localmente, lo que nos permite reconceptualizar el futuro de los edificios como "centrales energéticas". Las consecuencias comerciales y económicas son enormes para la actividad inmobiliaria y para el mundo.
Para los hogares y las empresas que enfrentan costos de energía cada vez más altos, el ahorro eléctrico dejó de ser un tema que sólo interesa a minorías para pasar a ser una cuestión decisiva.
Los costos de los servicios energéticos ya representan más del 15% de los gastos de una casa. Y esa cifra va a seguir creciendo. Detectando en el horizonte una tormenta –ya que los dueños de casas sienten el alza de los precios energéticos y padecen "en tiempo real" el impacto del cambio climático– , un grupo de banqueros hipotecarios de los dos lados del
Atlántico están comenzando a diseñar programas de "hipotecas verdes" para asegurarse un lugar en el próximo gran boom inmobiliario.
Hoy, las tecnologías inteligentes de la revolución de Internet que posibilitaron el surgimiento de redes de comunicación globales están empezando a ser utilizadas para rediseñar las redes eléctricas mundiales, y así millones de personas podrán producir su propia energía renovable y compartirla del mismo modo en que hoy comparten la información. Aquí es donde lo inmobiliario pasa a primer plano. Les explico con una analogía. Si yo les hubiese dicho hace 25 años, en el apogeo de las redes de televisión centralizadas, que en menos de una generación ustedes podrían tener una computadora de precio accesible en la palma de la mano y enviar sus propios videos, audio y mensajes de texto a miles de millones de personas en segundos, con más distribución que los grandes medios, seguramente no me hubiesen creído. ¡Y está ocurriendo! La Internet de la electricidad Lo que necesitamos imaginar para dentro de 25 años es millones de edificios –de departamentos, oficinas, comercios, parques industriales y tecnológicos– construidos funcionar como "centrales eléctricas" y hábitats.
Estoy hablando de edificios que captan y generan , en f orma local, energía proveniente del sol, el viento, la basura, los residuos agrícolas y forestales, las olas y mareas oceánicas, los depósitos hidro y geotérmicos: suficiente energía para autoabastecerse y tener un excedente para compartir.
Se está construyendo una nueva generación de edificios residenciales y comerciales que funcionan como centrales energéticas. En
Estados Unidos, Frito-Lay está modernizando su planta de Casa Grande, para que funcione principalmente con energía renovable y agua reciclada. El concepto se denomina "net-zero" ( red cero). En Francia, Bouygues, el coloso de la construcción, se adelantó un paso, con la construcción de un complejo de oficinas comerciales supermodernas en las afueras de
París que almacena suficiente energía solar para autoabastecerse y también genera excedente de energía.
El
Parque Tecnológico Walqa, en Huesca,
España, ubicado en un valle de los Pirineos, pertenece a un nuevo género de parques de tecnología que funcionan con la propia energía renovable producida in situ. Ya hay una docena de edificios de oficinas en funcionamiento en el Parque Walka, y se aprobó la construcción de 40 más. Los parques albergan a las grandes empresas de alta tecnología, como Microsoft y otras de TI y de energías renovables.
¿Qué hacen los edificios generadores de energía con el excedente que producen más allá de sus necesidades? Devuelven energía a la red. En el futuro, millones de personas almacenarán y producirán energía renovable generada localmente en sus hogares, oficinas y fábricas, y compartirán la energía sobrante en el marco de una interred continental inteligente.
IBM y otras empresas mundiales de TI están entrando ahora en el mercado de la energía inteligente: están trabajando con empresas de servicios eléctricos para transformar la red de energía en interredes, de modo que los dueños de edificios puedan producir su propia energía y compartirla entre ellos.
Centerpoint Utility en Houston, Texas; Xcel Utility en Boulder, Colorado, y Sempra y Southern ConEdison en California están armando secciones de la Red Inteligente este año, conectando a miles de edificios comerciales y residenciales.
Los bancos de crédito hipotecario jugarán un papel fundamental en la financiación del nuevo boom inmobiliario "verde". La idea de las hipotecas verdes es que en una era de mayores costos energéticos, otorgar un crédito más amplio o reducir las tasas de interés para alentar mejoras eficientes en materia de energía, tales como ventanas de doble paño, mejor aislamiento, paneles solares, bombas de calor geotérmicas, significa un excelente negocio.
El dinero en energía que se ahorra en el largo plazo puede destinarse a otras mejoras en el edificio que lo valoricen. El ahorro de energía también significa que quien toma una hipoteca tiene más fondos disponibles para afrontar la cuota mensual de esa hipoteca.
Hipotecas "verdes" Unos pocos bancos europeos ya comenzaron a ofrecer hipotecas verdes , p ero los bancos de EE.UU. han sido más agresivos en la implementación de esos programas. La división hipotecaria del Citigroup ofreció, en 2007, descontar mil dólares del costo de cierre en sus hipotecas que ahorran energía. El Bank of America estableció una hipoteca para la energía que ofrece un descuento de mil dólares para las viviendas nuevas que cumplan con las normas de ahorro de energía del Energy Star Program del gobierno. Los banqueros que dan hipotecas verdes creen que los edificios verdes tendrán valores de reventa más elevados en los próximos años cuando los futuros compradores quieran ahorrar costos energéticos.
El cambio climático que hoy pone en peligro la biósfera y amenaza el futuro de la raza humana, sumado al tan temido "cenit del petróleo" (punto cumbre en el cual la producción empieza a descender), torna imperativo que los países miembros de la UE formen una sociedad empresarial con la industria de la construcción y el sector inmobiliario, y que la banca hipotecaria otorgue incentivos y créditos fiscales y otros programas en una escala que permita una rápida transición hacia una Tercera Revolución Industrial.
Abordar el triple desafío del cambio climático, el encarecimiento del combustible y el debilitamiento del mercado de la construcción es primera prioridad para la Unión Europea. Tenemos que pensar con audacia y claridad cómo capitalizar mejor el momento y transformar la adversidad en oportunidad. Hay que empezar por construir una nueva generación de "edificios– centrales energéticas" para aprovechar las grandes reservas de energía renovable.
Traducción: Susana Manghi
Ramiro Prodan (Presidente CADIEEL): "Es necesaria otra matriz energética"
iEco, Buenos Aires
El calentamiento global es una realidad.
También la existencia de fuentes alternativas y renovables de energía no contaminante.
Cada vez es más notoria la degradación del planeta a causa de emanaciones de gases de efecto invernadero. Incluso, algunos países optan por firmar pactos que prometen una mejora ambiental para los años venideros, pero ¿es suficiente? Para lograr un verdadero cambio hay que hacer hincapié en las fuentes de energía alternativa.
Los elementos para lograr un futuro viable son dos: uso racional del consumo energético y voluntad política. Esto último constituye el eje primordial para el desarrollo de fuentes renovables; el ahorro es el primer paso antes y durante la puesta en marcha de los proyectos.
Es preocupante el aumento del consumo en el siglo XX, en el que el PBI mundial se multiplicó 19 veces, mientras que en los cuatro siglos anteriores se había multiplicado por siete. La Argentina consumió en los últimos cinco años 4.401 MW, mientras que en el período 1993-2002 había consumido 4.909 MW. La prudencia en el uso de energía ahorraría la mitad del consumo hogareño actual, casi un tercio de la que consume la industria y un cuarto del alumbrado público; pero es sólo un paso en un largo camino.
El 80% de nuestra energía proviene de los hidrocarburos. Por eso, en diciembre de 2006, se sancionó la Ley 26.190, que promueve el uso de esas fuentes para ahorrar electricidad.
Si bien propuestas de este tipo apuntan al mediano y largo plazo, la ecuación es muy ventajosa: se ahorra energía, se mejoran las prestaciones, aumenta la vida útil de los insumos, las innovaciones se amortizan rápidamente y se ahorra dinero.
Dentro de los proyectos para generar un uso racional se encuentran: políticas de etiquetado de eficiencia energética, que en una década permitirían ahorrar 2500 MW (el equivalente al consumo de dos provincias de Córdoba); la modernización de la red de transformadores de potencia, que generaría un ahorro de hasta un 15%; el reemplazo de cables, conductores, seccionadores y aisladores; así como el recambio de lámparas incandescentes por bajo consumo.
Sin embargo, hay un punto que no es debidamente considerado: la necesidad de modificar la matriz energética para fortalecer el uso de energías ambientalmente sustentables. Hoy, las fuentes renovables representan un 20% del consumo mundial de electricidad, y el 90% de ellas tiene origen hidráulico. Para esto es necesaria una política que cuente con un fuerte consenso social. La persistencia de la matriz actual no hará más que acelerar el cambio climático.
Brasil es un ejemplo: implementó un programa que aumenta la generación de fuentes renovables, las compañías eléctricas deben comprar energía durante 20 años, con precio garantizado y con financiamiento a través del Banco de Desarrollo. Además, el 60% de los equipos y de la construcción debe ser nacionales.
Asimismo, el uso de estas energías permite crear empleos. Por ejemplo, la implementación de energía solar en los Estados Unidos permite emplear a 20 mil personas en forma directa y 150 mil de manera indirecta; y de 2005 a 2006, este país aumentó sus inversiones en energías renovables en un 262%. Son inversiones costosas pero la Argentina tiene el escenario necesario para lograrlo. Tenemos un reconocimiento mundial por poseer el mayor potencial eólico del planeta; sin embargo, apenas generamos 30 MW, lejos de los 256 Brasil y muchísimo más lejos de Alemania y Dinamarca, que generan más de 18 mil y 3.000 MW cada una.
En ese sentido, aquí se fabrican generadores eólicos de 2 MW con tecnología innovadora que disminuye sus partes móviles, y se regulan electrónicamente. Su avanzado diseño hizo que el gobierno de Brasil les financie a los empresarios argentinos la instalación de una planta en el norte de ese país.
Quienes son optimistas consideran que para 2050, las energías renovables serán capaces de cubrir el 80% de las necesidades del planeta. Esto significa que para 2025 el mundo debería haber recorrido la mitad del camino, pero, para lograrlo, es preciso el aporte de voluntad política por parte de los Estados.