IAPG ENCABEZADOPAN AMERICAN ENERGY (CABECERA
WEGTGN
SECCO ENCABEZADOALEPH ENERGY ENCABEZADO
PRELASTKNIGHT PIÉSOLD ENCABEZADO
SACDE ENCABEZADOINFA ENCABEZADO
RUCAPANELMETSO CABECERA
Induser ENCABEZADOSAXUM ENGINEERED SOLUTIONS ENCABEZADO
GSB CABECERA ROTATIVOFERMA ENCABEZADO
METROGAS monoxidoMilicic ENCABEZADO
PIPE GROUP ENCABEZADGRUPO LEIVA
cgc encabezadoGenneia ENCABEZADO
BANCO SC ENCABEZADOPWC ENCABEZADO ENER
WICHI TOLEDO ENCABEZADOJMB Ingenieria Ambiental - R
WIRING ENCABEZADOCRISTIAN COACH ENCABEZADOCINTER ENCABEZADO
EVENTO LITIO ENCABEZADOBANCO SJ ENCABEZADONATURGY (GAS NATURAL FENOSA) encabezado
OMBU CONFECATSERVICIOS VIALES ENCABEZADO ENER
DEBATE
Cristina, Crisis y Subsidios. Escriben Morales Solá, Lejtman, Curia y Oña
09/09/2014

En medio de la crisis, un mensaje de serenidad

La Nación

Por Joaquín Morales Solá.

La convicción más sobresaliente del Papa sobre la Argentina es que el período que falta hasta diciembre del año próximo debe concluir serenamente. Los dirigentes opositores y los líderes sindicales que lo vieron (ni hablar de los oficialistas) suelen dar testimonio de esa prédica papal. Normalidad, sin sobresaltos, en tiempo y forma. Ésa es la receta del papa Bergoglio para que el país transite el año y tres meses que le restan a Cristina Kirchner . El propio Mauricio Macri suele recordar que lo aconsejó de esa manera cuando lo vio al Pontífice la última vez.

Hubo un momento entre marzo y julio de este año en el que la política argentina pareció seguir la fórmula papal. El Gobierno había tomado en enero duras decisiones económicas que lograron estabilizar el mercado cambiario. En marzo, la Presidenta almorzó con el papa Francisco en el Vaticano. Esos dos hechos, que parecen aislados entre sí, contribuyeron a calmar la agitación política que se vivió en las primeras semanas del año. El mensaje de serenidad de Bergoglio no sólo está dirigido a los opositores y sectores sociales, sino también a los funcionarios kirchneristas que lo visitan. Puede concluirse que la Presidenta también figura entre los que escucharon el reclamo de Francisco .

La opinión papal es una mirada que va más allá de lo institucional, aunque este aspecto también figura entre sus argumentos. Bergoglio cree que el final caótico de un gobierno significa tragedias políticas personales, pero también, y sobre todo, un enorme sufrimiento social. Vivió demasiado cerca la crisis de 2001 y 2002 (fue el gran impulsor del Diálogo Argentino para tratar de evitar el colapso) como para ser un observador indiferente de las periódicas tribulaciones de su país.

El almuerzo del próximo 20 de septiembre fue seguramente motivo de previos mensajes entre la Presidenta y el Papa. La carta manuscrita del Pontífice fija el día y el momento del encuentro, algo que no es habitual en Bergoglio. El Papa suele sugerir un día para reuniones con él, pero siempre deja abierta la posibilidad de un cambio, según la agenda del invitado. Nadie, obviamente, cambia nunca la propuesta papal. En este caso, Bergoglio da por sentado que Cristina Kirchner podrá estar en Roma el 20 de septiembre a la hora del almuerzo. ¿Hubo un mensaje previo de la Presidenta de que quería verlo? ¿Fue Cristina la que le hizo decir que podría aprovechar su viaje a Nueva York para dar una vuelta enorme y pasar por Roma? Es probable. El Papa desliza en su carta, incluso, que conoce el itinerario presidencial. "Sé -le dice- que alrededor del 20 estará cerca de aquí, o al menos más cerca que desde Buenos Aires."

La hipótesis más creíble es que el mensajero de ese deseo presidencial fue el ex jefe de gabinete de la Cancillería Eduardo Valdés, un viejo dirigente peronista de la Capital que tiene buena relación con el Papa. Valdés debió enterarlo al Pontífice de la agenda internacional de la Presidenta. De hecho, fue el ex diplomático quien le llevó a Cristina la carta del Papa. Formalmente, de todos modos, la invitación surgió de Bergoglio, como queda claro en la carta manuscrita.

Una segunda lectura necesaria es que el Papa se entusiasmó en el acto con la posibilidad de volver a comentarle a Cristina la necesidad de un proceso político sin grandes rispideces. Desde junio pasado han ocurrido muchas cosas. La situación económica se agravó. El Gobierno optó por romper cualquier posibilidad de acuerdo con los holdouts en el despacho del juez norteamericano Thomas Griesa. La escasez de dólares está provocando una parálisis lenta, pero constante de la industria. Hay miles de trabajadores suspendidos, que es la antesala del despido. La inflación pegó un nuevo respingo hasta colocarse cerca del 40 por ciento anual. Hay muchos negocios que cierran y empresas que quiebran. Ningún dato de la economía es bueno.

La opinión del Papa sobre la situación local es la de la Iglesia argentina. O al revés: la de la Iglesia es la opinión del Papa. Nadie en su sano juicio podría suponer que la Iglesia más cercana al Papa, que es la argentina, tiene un punto de vista opuesto al del Pontífice. La conducción católica argentina se manifestó preocupada en los últimos tiempos, a través de distintos voceros, por la inflación y el creciente desempleo. Son conocidas, por lo demás, sus viejas denuncias sobre el flagelo de narcotráfico y la tragedia de la inseguridad. El desafío del Papa es respetar la independencia de criterio de su Iglesia, pero, al mismo tiempo, preservar la relación con un Gobierno que tiene el poder de resolver o de empeorar las cosas.

De todos modos, debe vérselo también al Papa como el líder mundial que es. Ninguno de los muchos conflictos internacionales que existen lo tienen como un espectador lejano. Ni la irrupción de Estado Islámico en Irak y Siria, ni la guerra y la tregua entre Israel y Palestina. Ya sea porque se comenten crímenes execrables en Irak y Siria o porque el fanatismo jihadista persigue con saña a cristianos. El propio Papa se involucró personalmente en un proceso de paz en Tierra Santa. A esos conflictos internacionales debe agregárseles el proyecto de Francisco de imponer profundos cambios en la Iglesia. Se cometería un serio error si se observara al Papa como un líder político argentino, obsesionado sólo con el curso de las cosas públicas en su país. Es un líder moral en la Argentina, no un líder político. Su país es importante para él, pero es sólo una parte de un temario muy amplio.

Llama la atención, por lo demás, la aparición de funcionarios kirchneristas que ahora se exhiben como sus amigos (Gabriel Mariotto, Guillermo Moreno, Julián Domínguez o el propio Valdés, entre otros). Durante casi diez años, el entonces cardenal de Buenos Aires fue relegado y menospreciado por los gobiernos de los dos Kirchner. Ningún funcionario de entonces, tampoco los que son supuestamente sus amigos de ahora, hicieron nada para cambiar la opinión del Gobierno sobre el arzobispo de Buenos Aires. Ni siquiera se sabía que lo frecuentaban. Sólo se expusieron cuando Cristina los habilitó. Demasiado poco, demasiado tarde.

Cristina y la ignorancia

El Cronista

Por Roman Lejtman.

Barack Obama descartó una cumbre con CFK en la Casa Blanca y apenas se sacará una foto de ocasión cuando se crucen en los pasillos de las Naciones Unidas. Obama no pierde su tiempo y ya asumió que la presidente argentina no cumple los compromisos diplomáticos que vinculan al Salón Oval con la Casa Rosada.

Cristina usa a los Estados Unidos para mantener su discurso épico, se plegó a la ofensiva rusa en Ucrania y los medios de comunicación oficialistas jugaron a favor de la Franja de Gaza, regenteada por la facción terrorista Hamas. CFK cree que su política exterior es independiente y moderna, dos conceptos que encubren la rudimentaria lógica del canciller Héctor Timerman.

Una compañía americana simula su quiebra para abandonar el país sin cumplir con las normas laborales vigentes. La maniobra fraudulenta es denunciada por un puñado de sindicalistas de izquierda que enfrentan a la empresa extranjera y a los gremios oficialistas vinculados al gobierno.

Cristina convoca al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y al secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, para analizar el caso y tomar una decisión política. Zannini regresa a su despacho y concluye que se puede aplicar la ley Antiterrorista, un consejo que CFK transforma en política de Estado y ocho horas después enmienda ante el papelón institucional.

El gobierno envió al Senado un proyecto de ley que propone un cambio de jurisdicción para los bonistas, la apertura del canje para que ingresen los fondos Buitre y la designación de un nuevo agente fiduciario. La iniciativa parlamentaria no propone una fórmula legal para evitar el nocivo fallo de Griesa y es antecedida por una explicación de motivos que parece haber sido escrita por Axel Kicillof en un viaje relámpago a Disneyland.

La propuesta de CFK hace agua y exhibe la ignorancia del gobierno para tratar temas complejos. No hace falta leer a Henry Kissinger para saber que una movida política sólo se ejecuta si ya está acordada con sus protagonistas principales. La estrategia del gobierno es tan rudimentaria que la ley no servirá para nada y encima aumentará la desconfianza del sistema financiero mundial, ante la reticencia de los holdouts y los holdin de aceptar las nuevas reglas de juego.

Cristina apela a la épica y propuso tratar en la ONU una norma básica que regule los capitales especulativos. El pensamiento presidencial enfrenta una ausencia de conocimiento que atenta contra su propia existencia. Los organismos multilaterales no sancionan normas de cumplimiento obligatorio y los efectos jurídicos de las convenciones siempre se producen hacia adelante.

Kicillof con su doctorado en Keynes y Timerman con su maestría en Columbia anunciaron en conferencia de prensa que CFK romperá la inercia de Naciones Unidas y se transformará en un ícono político internacional. Para los ministros de Economía y Relaciones Exteriores, el cisma sucederá durante los próximos días en New York, cuando la diplomacia global esté usando su tiempo y su conocimiento para evitar que los fundamentalistas islámicos transformen a Medio Oriente en su cabeza de playa para desembarcar en Occidente.

En dos semanas, CFK viajará a Roma para almozar con Francisco y después volará a New York para hablar en la Asamblea General de Naciones Unidas. Durante ese tiempo, Amado Boudou será Presidente y sus abogados deberán visitar los tribunales para contestar sobre las diversas causas penales que tiene su controvertido cliente. Cristina sabe sobre Boudou y sus delitos, pero en este caso particular prefiere el silencio y la anomia institucional.

Rutas argentinas hasta el fin

El Cronista

Por Walter Curia.

Después de casi 20 años de alquilar cada verano, nos compramos una casa en la Costa. Lugar de descanso y de vacaciones, para compartir con los hijos ahora más grandes, los amigos, los amigos de los hijos. Un objetivo cumplido con años de trabajo. Un privilegio, casi.

En plena tarea de refacciones (una casa de más de tres décadas las demanda), viajo con frecuencia y regularidad.

En cada viaje, invariablemente, soy multado por una infracción en la ruta por exceso de velocidad.
Hay que admitir que uno no repara demasiado en el velocímetro hasta que es multado. Las infracciones son razonablemente penadas con multas severas. Hay que cumplir con las leyes de tránsito por principio y porque salvan vidas. Y, además, nadie quiere reincidir cuando la factura duele tanto. Irreprochable.

Cuando se anda en la ruta en temporada alta, la velocidad de marcha en general la marca el tránsito. Con las rutas casi siempre saturadas, el límite de velocidad lo imponemos entre todos. Somos muchos, se anda lento.

Fuera de temporada, la cosa cambia. Hay que estar más atento. Los límites de velocidad bajan sensiblemente en los accesos a zonas urbanas, que abundan en la Autovía 2 hacia la Costa y a veces cuesta poner la velocidad en caja cuando se anda solo (sin acompañante ni mucho tráfico). Hay que acostumbrarse. Las indicaciones exigen 80 de máxima a una distancia X (no sé con precisión a cuántos de la entrada al pueblo) y, luego, baja aún más, a 60, en los accesos y hasta el final.

Después de varios viajes (debo haber hecho una decena o más en el último año) aún no puedo tomarle el pulso al acelerador en esos tramos de la ruta.

El 26 o 27 de julio recibí una multa, por una infracción cometida un mes antes en el Partido de Dolores, sobre la ruta 74, en el km 23.

Recuerdo haber sido muy prudente durante ese viaje para evitar ser penado, como había ocurrido en viajes anteriores. Hablo, por ejemplo, de ser castigado con $ 1.000 de multa por conducir a 89 km por hora en un tramo en el que la velocidad máxima permitida es 80.

El viaje que viene no me agarran más, me prometí. Ya conozco los lugares más sensibles y si hace falta voy a poner el auto a 10 km por hora menos de lo que indican los carteles, pensé. Y así fue: me impuse un rigor extremo en el viaje que hice el 20 de agosto.

Pero me agarraron otra vez. La prueba dice que circulé a 93 km por hora cuando la máxima era de 80. Mientras buscaba en la página de infracciones de la Provincia online la manera de pagar la última multa, me notificaron de una más. Todavía no me la pasaron por debajo de la puerta, pero ya tiene vencimiento: 6 de octubre. Son cerca de mil pesos. No sé cuánto violé los límites, porque no está especificado en la web, ni tampoco dónde cometí la infracción. Pero ya me informaron que fue exceso de velocidad.

Escribo este texto en mi teléfono celular, mientras espero que me atiendan en la sucursal del Banco Provincia del Cid Campeador. Hay 20 personas, numeradas, delante de mí.
Me tuve que venir hasta el banco porque la página del gobierno de la Provincia “está andando mal”, me informaron por teléfono con amabilidad, y no hay otra vía de pago que no sea la red Link. Yo estoy en la red Banelco.

Faltan dos números y me toca a mí.
La verdad es que algo no está funcionando bien en las rutas a la Costa. Si el conductor se juramenta respetar rigurosamente cada señal de velocidad máxima y lo multan igual, algo no anda bien.
Dudé muchas veces de la sensibilidad de mi pie, de no haber advertido una señal, de la posibilidad de haberme distraído. Pero en el último viaje me obsesioné con el velocímetro al punto de que casi descuidé otras de las tantas atenciones que debe tener el conductor cuando maneja en la ruta. Y ni siquiera así pude zafar de la multa.

El contribuyente siente que es estafado en situaciones como las que describo. No parece que el objetivo sea conseguir que se reduzca la velocidad de circulación, sino más bien aplicar las penas. No me queda claro si las multas las libran los municipios (en la última, la penúltima quiero decir ya que es la última que me llegó en papel, no la última que me hicieron, uf) dice Municipalidad de Dolores. O si las multas las emite la Provincia. Debería chequearlo.

Como sea, la sensación es que nos están metiendo la mano en el bolsillo con una simple trampa caza bobos. Y están haciendo caja a costa del contribuyente.

Es una conclusión apresurada, pero inevitable.
El gobierno de la Provincia, como todas las administraciones, enfrenta un desafío fiscal enorme. El gobernador Scioli procuró endeudarse por u$s 500 millones en el mercado financiero internacional para poner orden a sus números y hacer alguna obrita pública antes de las elecciones, pero el default lo sacó de la cancha. El frente fiscal del Estado nacional más que preocupa con un gasto que aumenta a un ritmo superior al 40%. Los sueldos y aguinaldos de fin de año se pagarán con más emisión.
¿Puede haber relación entre el caso de mis multas y todo eso? Improbable, en el sentido literal.
(Obviamente, terminé de escribir en la vereda porque en el banco no se puede usar el celular. Debo haber estado 40 minutos ahí y me toca volver).

El pacman de los subsidios se lleva todo puesto

Clarín

Por Alcadio Oña.

Formulación y Ejecución de la Política de Energía Eléctrica se le llama a una partida del Ministerio de Planificación que en realidad tiene mucho de pompa y poco o directamente nada de política energética planificada.

Es puro gasto en subsidios y avanza a la velocidad de un tren bala.

Había arrancado con una estimación anual de $ 35.575 millones que después del decretazo de necesidad y urgencia de comienzos de agosto saltó a $ 79.256 millones, el doble que en todo 2013.

Para que se entienda mejor, puesta al tipo de cambio oficial la cuenta ya equivale a 9.435 millones de dólares. A casi cinco presupuestos del Ministerio de Salud y supera en un 62% al del Ministerio de Desarrollo Social.

Aún así, los subsidios energéticos corren a un ritmo tal que muy probablemente será necesario poner más plata. Según planillas del Ministerio de Economía, hacia fines del mes pasado se había consumido el 66% de la nueva partida. Con un agregado: no sólo no hay plata que alcance sino también una deuda impaga de $ 7.400 millones.

Y corren también porque la devaluación pega de lleno en el costo de las importaciones de gas y combustibles medidas en pesos, o sea, en el componente central de los subsidios. Es una explicación, aunque deben existir otras, pues esas importaciones están en baja por culpa de la recesión mientras los subsidios crecen al doble.

Desde hace tiempo el combo importaciones-subsidios ha tomado la forma de una maraña de gastos monumental e indescifrable, que barre con el principio del manejo eficiente de los fondos del Estado. O quizás peor: siembra sospechas de corrupción y tantas, que algunos especialistas proponen que el próximo gobierno realice una auditoria a fondo sobre el uso de esos recursos, cosa que el actual desde luego no hará.

Fuera de todo eso, que ya es mucho, el trasfondo es la crisis energética gestada durante la era kirchnerista, visible por donde se mire e invisible sólo a los ojos del ministro Julio de Vido.

En los últimos doce meses la producción de petróleo bajó 0,8% sin que pudiera compensarlo el incremento en la de YPF. Y 2,5% la de gas, también pese al repunte de YPF.

El problema es que no se trata de traspiés circunstanciales, sino de una tendencia que recorre toda la era K: de 2003 a 2013, como calcadas, ambas cayeron 20%.

A falta de fuentes alternativas, esto significa que dos piezas clave de la matriz energética nacional no acompañan el crecimiento de la economía sino que directamente le juegan en contra. Representan un cuello de botella cada vez más estrecho que el gobierno viene enfrentando a importación lisa y llana.

Las compras de gas natural a Bolivia, el gas licuado que llega desde Trinidad y Tobago, Qatar u otros lugares del mundo y los combustibles son un comedero de dólares y una carga más pesada cuanto más escasean las reservas. Pese al golpe que les pega la recesión y a un invierno si se quiere benigno por el lado del consumo, datos tomados de la Aduana revelan que entre enero y agosto las importaciones energéticas consumieron US$ 8.551 millones.

El Gobierno había proyectado un tarifazo para la luz, con la intención de achicar la demanda y de seguido esa factura. Algo semejante a lo que hizo con el gas y el agua, pero al parecer enterró definitivamente la idea: serían muy caros los costos políticos y sociales y éste, el peor momento.

Atacó, en cambio, con un formidable aumento en los combustibles: 44% en lo que va del año y 60% en los últimos doce meses. Con más de la mitad del mercado en poder de YPF, esa fue la gran palanca que permitió mejorar la situación financiera de la compañía y alcanzar una ganancia neta de 4.400 millones de pesos en el primer semestre. Antes contenido, desde la estatización el precio de la nafta subió 118%: es la magia de Miguel Galuccio y de Axel Kicillof juntos.

Los energéticos son por lejos el mayor componente de los llamados subsidios económicos, seguidos por los que van a los colectivos, los trenes y Aerolíneas Argentinas. Pero la proyección del paquete completo arroja para este año impresionantes $ 242.800 millones y no menos impresionantes 28.900 millones de dólares al actual tipo de cambio oficial. El cálculo proviene de la consultora ACM y canta que equivaldrá al 6,1% del PBI contra 3,8% de 2011, o sea, de hace apenas tres años.

Nuevamente, valen algunos ejemplos para entender mejor de qué se trata. Según números de abeceb.com, con esa plata se podría comprar la producción automotriz de casi tres años o toda la cosecha de soja o tres veces y media las de trigo y maíz sumadas.

Así se entiende el enorme rojo de las cuentas públicas y la manera como son exprimidas las cajas del Banco Central y de la ANSeS: según la consultora Economía & Regiones, este año el gobierno les sacaría $ 113.400 millones, más de las dos terceras partes al BCRA.

Y ninguna plata es suficiente cuando la recaudación tributaria crece al 34,7% y el gasto público al 44%: una por debajo de la inflación y el otro derrotando hasta a la propia inflación. Sólo es posible cerrar una insólita brecha de diez puntos echando mano a cualquier recurso.

Pero por lo que toca al BCRA, el Gobierno debería sancionar una reforma a la Carta Orgánica, porque la que está vigente le pone un techo a sus aspiraciones. Muy probablemente evitará el Congreso y adelantará a 2014 el uso de las utilidades de la entidad: el viejo recurso de poner en pesos lo que son ganancias puramente contables.

En el manual del kirchnerismo aumentar el gasto público es política anticíclica, un método útil para sostener la actividad económica. Lo es en cierta medida, salvo que la magnitud de la recesión prueba que con esa medida sola no alcanza o más aún, que a Kicillof le están faltando mejores herramientas.

Hay consignas que se gastan de tanto repetirlas. Como una sustitución de importaciones que es llanamente frenar importaciones ante la escasez de divisas o la reindustrialización con un déficit enorme en la balanza comercial fabril o el modelo de crecimiento con inclusión social cuando la pobreza anda por el 20% y el temor a perder el empleo sólo es superado por el miedo a la inseguridad.

El ciclo kirchnerista había arrancado con promesas de dar vuelta el pasado. Y termina apagado y dando vueltas alrededor de sus propias promesas.


Vuelva a HOME

;