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DEBATE
Mendoza Opina: "China, Rusia y Vaca Muerta"
16/07/2014

China, Rusia y Vaca Muerta

Mendoza opina

La visita de Putin no sólo puso un ojo en gas y petróleo sino que también tiene en estudio la energía atómica.

La tercera parte del gas que consumen los alemanes, por más que hayan ganado la Copa, lo importan de Rusia donde tendrán que llevar su selección para el Mundial 2018. Por más entusiasmada que luciera en el vestuario del Maracaná, Angela Merkel tuvo una noticia inquietante este año: Rusia y China concretaban el acuerdo largamente anunciado sobre la cooperación energética entre esas dos naciones: la del territorio más grande del planeta y la de mayor población global. Pero no sólo eso, Rusia tiene la mayor cantidad de reservas de gas en Siberia y el acuerdo firmado entre Vladimir Putin y Xi Jinpin en junio pasado es un paso más en el cambio de orientación política y geográfica de los negocios del mundo. A ese espacio geopolítico se une Japón, urgido de reconvertir su energía tan dependiente de las centrales nucleares que remiten al grave accidente de la central de Fukuyima en 2011.

La Comunidad Económica Europea vive pendiente del suministro de gas y no puede evitar que Rusia se vuelque hacia el oriente. Por otra parte, la producción propia, centrada en Noruega, Holanda y Gran Bretaña, está en descenso al igual que la provisión de países árabes de Medio Oriente, en forma de gas licuado que encarece sensiblemente los costos. Los principales gasoductos que unen el gas ruso con los países europeos pasan por Ucrania y el conflicto desatado este año en esa nación tiene mucho que ver tanto con el papel de Rusia como principal proveedor energético de Europa como por el peso estratégico del acuerdo entre Moscú y Beijing. En un mundo globalizado liderado por las multinacionales privadas con base en las grandes ciudades de Estados Unidos y Europa, el convenio entre dos estados de origen comunista pone un dato inquietante en el tablero del poder mundial: el convenio tiene la duración de lo que en la era soviética constituyen seis planes quinquenales. En los próximos 30 años, las dos empresas energéticas estatales –Gazprom y la Corporación Nacional de Petróleo de China– invertirán no menos de 70 mil millones de dólares para la construcción de los gasoductos que partan de Siberia y lleguen a China. Las negociaciones entre Beijing y Moscú se extendieron por una década y no pocos destacan que Vladimir Putin logró la firma de este convenio en mayo pasado, cuando le estallaba en las manos el conflicto de Ucrania. Si bien el precio convenido es guardado por las autoridades de ambas potencias, se sabe que China pagará sensiblemente menos que los europeos por el gas ruso. Un valor de referencia es que mientras los alemanes pagan entre 400 y 450 dólares los mil metros cúbicos de gas, a los chinos podrá costarles entre 50 y 100 dólares menos. Y no puede atribuirse a la distancia sino que inciden las turbulencias que hay entre rusos y europeos occidentales, especialmente con Alemania. Cabe recordar que el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y la mismísima Angela Merkel desde febrero intentaron embretar a Moscú con la crisis política en Ucrania. Pero nada detuvo la firma del contrato de provisión energética a más largo plazo que le dio la espalda a Europa y que les muestra a las multinacionales privadas que los dos ex colosos comunistas pueden hacer frente a las turbulencias financieras con inversiones multimillonarias. Las debilidades del sistema financiero global tienen ahora otro flanco con la energía, el asunto que domina la agenda del futuro.

Fortaleza

La reunión del BRICS (los jefes de Estado de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que se llevará a cabo esta semana –miércoles 15 y jueves 16– en Fortaleza, Brasil, estaba fijada desde hace mucho tiempo y nadie hubiera previsto que se constituyera en el primer encuentro de ese bloque apenas dos meses después del acuerdo energético que deja a Europa relegada en su relación con Moscú. Putin y Jinping se verán la cara en América latina, un territorio inquietante para la doctrina Monroe. Es decir, el Departamento de Estado norteamericano deberá tomar nota de que en Fortaleza se hablará de todo aquello que pone en cuestión la hegemonía de Estados Unidos en la región. Desde ya, cobra relevancia la definición de Putin, en su reciente visita a Buenos Aires de que la Argentina es un socio estratégico para Rusia. Básicamente porque la existencia del yacimiento de Vaca Muerta ya había entrado en la agenda de Gazprom. Cabe recordar que Miguel Galuccio puso a la estatal rusa entre las primeras prioridades de su agenda. En efecto, el entrerriano asumió la titularidad de YPF en mayo de 2012 y en septiembre ya estaba sentado con Alexei Miller, presidente de Gazprom. Desde aquel acuerdo hasta la visita de Putin no se avanzó tanto pero este escenario le da mucha más potencia a las eventuales inversiones rusas en gas y petróleo no convencionales. Rusia realiza fuertes inversiones para explotar yacimientos de ese tipo en Siberia occidental pero los resultados no estarán a la vista hasta dentro de cinco o seis años según los propios informes de Gazprom. La visita de Putin no sólo puso un ojo en gas y petróleo sino que también tiene en estudio energía atómica. ¿Por qué Putin se interesó por la Argentina? ¿Por qué decidió visitar Cuba y Nicaragua, además de Argentina, antes de la cumbre de Fortaleza? El conflicto de Ucrania derivó en la independencia de Crimea y las potencias occidentales lo tomaron como "la anexión" de esa estratégica península del Mar Negro a Moscú. La realidad es que en Crimea está la base rusa de Sebastopol y que el estatuto que unía Crimea a Ucrania era de autonomía y que el referéndum realizado les permitió estar enteramente a derecho. Sin embargo, en las disputas de influencia, los otros siete integrantes del G8 decidieron que Rusia deje de integrar ese poderoso bloque de naciones. Como puede verse, el ajedrez internacional movió algunas piezas claves en estos meses previos a la reunión de Fortaleza. Rusia está más cerca de China y más lejos de Estados Unidos.

Queda para los académicos y especialistas interpretar cuánto de puro pragmatismo y cuánto de cambios estratégicos significan estas movidas. Lo concreto es que son muchas las señales en la dirección del poderío que se asienta de la mano de las redes que tejen tanto Moscú como Beijing. La Argentina, pese a los ajetreos del frente externo en materia financiera, tiene ante sí una serie de alternativas que permiten mejorar vínculos ya existentes. La relación con China ya tiene varias ramificaciones. Pese a la pésima ecuación de balanza comercial que vincula a ambas naciones (nos venden productos elaborados y nos compran commodities), la visita que realizará Xi Jinping tras la reunión de Fortaleza será para poner en valor los acuerdos en la construcción de las dos represas santacruceñas (Néstor Kirchner y Jorge Cepernic) con la empresa Gezhouba que financia los casi 5000 millones de dólares que llevará esta obra de largo aliento.

En Fortaleza, los líderes de China, Rusia, India, Sudáfrica y Brasil anunciarán la creación de un organismo financiero multilateral que podrá ser una alternativa –en el mediano plazo– al Banco Mundial, el pulmón de asistencia financiera y técnica para países emergentes. Está claro que el BRICS de momento es un ámbito de convergencia y de acuerdos voluntarios y no implica fuertes compromisos para sus miembros. No podría pensarse que el mundo esté en el umbral de un nuevo polo hegemónico. Sin embargo, para la diplomacia norteamericana no pasa inadvertido que Putin se interese por el desarrollo de Cuba, el único país excluido de la Organización de Estados Americanos. Y mucho menos que pase por Nicaragua, donde la Asamblea Nacional votó el año pasado la realización de un canal bioceánico que competiría con el de Panamá y que la concesión haya sido otorgada a la empresa china –con sede en Hong Kong– HKND. En paralelo a la visita de Putin a Managua, el presidente Daniel Ortega anunció junto al presidente de HKND el propósito de avanzar en los estudios de una inversión que demandaría la friolera de 40 mil millones de dólares y permitiría crear 250 mil puestos de trabajo en una nación pequeña y pobre de 6 millones de habitantes. Las expectativas son que los primeros pasos comiencen a fines de este 2014 y que en cinco años se finalicen las obras. El proyecto incluye puertos de aguas profundas, aeropuertos internacionales, emprendimientos turísticos y emplazamiento para las embarcaciones que atraviesen el Pacífico y el Atlántico. Cabe recordar que Panamá es un símbolo de dominación de Estados Unidos pero además es uno de los dos únicos accesos navegables entre los dos océanos. El otro, aunque esté ubicado algo lejos del grueso del flujo comercial, es nada menos que el Beagle. Bien lo sabe el Reino Unido de Gran Bretaña que usurpa un territorio argentino como el archipiélago de las Islas Malvinas y del Atlántico Sur e instaló allí la base de Mount Pleasant.

Para algunos analistas, por estos días es más importante descifrar si la reunión de los BRICS es con todos los mandatarios del UNASUR o la Argentina juega un papel destacado. También les interesa especificar si la Argentina es un socio estratégico más de Rusia o si es "el" socio. La realidad es que la agenda del desarrollo nacional requiere de un espaldarazo serio a las inversiones en energía. Pese a las restricciones financieras derivadas de la cesación de pagos de diciembre de 2001, en esta década se produjo un crecimiento importante de la producción y eso llevó a la Argentina a un déficit delicado de su balanza comercial energética. El año 2013 fue de unos 7000 millones de dólares y si este 2014 resulta menos se deberá al enfriamiento de la economía y la consecuente disminución del consumo. Cualquier proyecto que trascienda en el tiempo los plazos de mandato presidencial requiere políticas de Estado de bases sólidas para aprovechar las alternativas en materia de socios estratégicos en gas, petróleo, energía atómica, eólica o hidroeléctrica así como poner en marcha la vinculación de los proyectos ferroviarios que permitan mejorar la integración con Chile de cara al transporte hacia Oriente.


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