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DEBATE
Montenegro: "La inflación de Cristina es cada vez más baja que la de Macri"
08/07/2014

La inflación de Cristina es cada vez más baja que la de Macri

El Cronista

Por Maximiliano Montenegro .

Supongamos el ‘escenario optimista’. Se arregla en buenos términos la novela Griesa-Buitres-Bonistas y se aleja el riesgo del ‘default’ a fin de mes. Más allá del cotillón para la militancia, es el único camino que imagina Axel Kicillof desde que le vendió a Cristina que esto sólo se arregla volviendo a los mercados financieros para conseguir los dólares que faltan en la economía argentina. Ya afrontó el costo político de asumir como propia la ‘agenda de la opo’: indemnización a Repsol, juicios del CIADI, Club de París y nuevo índice de precios acordado con el FMI. Es lógico que tarde o temprano la presidente le reclame ‘show me the money’. Y Axel sabe que sólo podrá hacerlo si logra encontrar alguna fórmula para cumplir con el fallo del juez Griesa que no luzca una claudicación ante los Buitres sino otra gesta K frente al poder económico mundial.

El ‘escenario optimista’ tal vez abriría una ventanilla en el mercado de capitales y quizás hasta se podría emitir bonos para refinanciar todos los vencimientos de deuda en dólares hasta diciembre de 2015: unos u$s 15.000 milllones (neta de la deuda intrasector público), incluyendo los nuevos compromisos por Repsol y el Club de París. Así se estabilizarían las reservas en los niveles actuales.

Sin embargo, ¿cómo se resolverán los problemas reales de la economía? Tres ejemplos:
Capitanich anticipó que el INDEC informaría para junio una inflación ‘aún menor’ al 1,4% de mayo. De confirmarse, contrastaría con el 2,3% que midió el instituto oficial de estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires para el mismo mes, ensanchando la brecha entre la inflación del INDEC de Cristina en el país y la inflación de Macri en la Ciudad. Según las cifras oficiales que publicará la Dirección de Estadísticas de la Ciudad en las próximas horas, la inflación en el último año asciende al 40,2%, mientras que los precios de los alimentos crecieron 43,7%.

Para las consultoras privadas la inflación se desacelera, pero “continúa en niveles todavía sorpresivamente elevados” –como sostiene Elypsis en su último informe– para una economía en recesión. La consultora de Levy Yeyati ubica el IPC de junio en 2% y acumula en el último año (junio 2014/2013) un 40%. En tanto, Miguel Bein –el economista favorito de Scioli– lo estimó en 1,6% para junio y suma 34,7% en un año.

El INDEC conducido por los mismos funcionarios de la era Moreno se resiste a informar los precios promedios relevados, y ni siquiera difunde los índices de las 6 canastas regionales que –en teoría– encuesta el organismo. Así que no solo no está claro cómo se hará en el futuro para bajar la inflación sino que es probable que dentro de poco, retrocediendo varios casilleros, volvamos a discutir cómo reconstruir el termómetro de los índices de precios.

Dicho sea de paso, vale destacar el absurdo del último informe sobre salarios del INDEC, que busca revertir en el papel la pérdida del poder adquistivo que se experimenta en la realidad. Según el organismo, en mayo los salarios en negro aumentaron 6,6%, 4,5 veces por arriba de la inflación oficial (1,4%). Así, en el último año, los sueldos informales mejoraron 41,4%, mientras que los salarios registrados subieron 29,9%. En el modelo productivo de matriz diversificada el trabajador precarizado tiene sus privilegios.

La inflación se comió el ‘colchón de competitividad’ de la economía. Según un estudio de la consultora abeceb, para igualar la competitividad frente a Estados Unidos de mayo de 2003, cuando Kirchner llegó al poder, el dólar oficial hoy debería cotizar a $15,75. Mientras que para recuperar el mismo ‘tipo de cambio real bilateral’ –con Estados Unidos– de diciembre de 2007, cuando asumió Cristina, el dólar oficial debería valer $ 13.

Por fortuna juega muy a favor el hecho de que los principales socios comerciales no hayan devaluado sus monedas en los últimos años. Por eso, la competitividad medida en base a una canasta de monedas, no aparece tan desfasada: con ese parámetro del ‘tipo de cambio real multilateral’, para equiparar la competitividad de diciembre de 2007, bastaría un dólar oficial de $10,70.

Sin embargo, la inflación somete a la política económica a una carrera contra reloj para evitar un atraso cambiario cada vez mayor, que se traduciría en más recesión, menos puestos de trabajo y más dolarización de ahorros. El atraso cambiario explica en buena medida el estancamiento de las exportaciones en los últimos tres años. La pérdida del poder adquisitivo salarial terminó de hundir este año el consumo, motor del crecimiento durante gran parte de la era K. Y nadie garantiza que, con un régimen de alta inflación, la inversión vaya a repuntar por más dólares para refinanciar vencimientos de la deuda que consiga Kicillof.

El déficit energético, otrora una cuestión sectorial, es hoy un problema para la macro de magnitud. Primero, este año el déficit comercial del sector superaría los u$s 7000 millones, una sangría de divisas que será difícil de frenar en el próximo lustro. Segundo, la devaluación disparó los subsidios en pesos al sector (según Asap, a abril acumulan un alza del 107%), al encarecer el costo de las importaciones, neutralizando así la mejora tradicional de la devaluación sobre las cuentas fiscales. Finalmente, el reacomodamiento tarifario necesario para achicar la brecha energética y fiscal atenta contra la estabilidad económica en el corto plazo. Tarifas mucho más caras de luz, gas y combustibles implicarían hoy más inflación y recesión.

Reencausar la economía requerirá bastante más que negociar una sentencia en el despacho de un juez de Nueva York.


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