Valijagate: ¿y ahora?
La Nación, Buenos Aires
Con el veredicto de culpabilidad con el que un jurado norteamericano selló la suerte del venezolano
Franklin Durán en Miami se cerró un capítulo del valijagate y al mismo tiempo se abrió una enorme incógnita sobre qué hará, si es que hace algo, la justicia argentina en el mismo caso.
Se trata del secuestro, el año pasado, de la valija con 800.000 dólares en poder del empresario venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson, entonces socio de Durán, cuando arribó al Aeroparque desde Caracas en un avión contratado por la empresa estatal argentina Enarsa, en compañía de su titular y del entonces todopoderoso Claudio Uberti, responsable del Organo de Control de Concesiones Viales (
Occovi) y virtual embajador comercial en Venezuela.
Si bien en el momento del secuestro del dinero, en la madrugada del 4 de agosto del año pasado, Antonini Wilson firmó un acta en la que se hizo responsable de la valija, luego dijo al FBI, a la justicia norteamericana y a LA NACION que el dinero pertenecía a la petrolera estatal de Venezuela, Pdvsa, y que estaba destinado a la campaña presidencial de Cristina Kirchner. Agregó que en el mismo vuelo habría llegado otra valija, más grande, con 4,2 millones de dólares.
En una entrevista con LA NACION, Antonini Wilson contó que Uberti le confió que Néstor Kirchner, agradecido por el silencio del venezolano ante las autoridades argentinas, le manifestó a Uberti: "Nosotros lo bancaremos a muerte". Como si el entonces presidente hubiera estado perfectamente al tanto de la verdadera historia de ese dinero negro.
Ha sido gracias al periodismo argentino y a la justicia norteamericana que se han conocido tantos entretelones de este oscuro caso que tanto compromete al matrimonio Kirchner.
Y el alto grado de ese compromiso lo pone de manifiesto la justicia argentina con su inacción, que ha sido una constante en este escandaloso caso. Y lo ha sido desde el comienzo y pese a que se han sucedido diferentes jueces en lo penal económico hasta que Daniel Petrone, apenas nombrado por la Presidenta, se hizo cargo del expediente este año. Petrone ahora anhela un ascenso a camarista.
Pero ya desde el principio existieron indicios de la intención de no hacer nada. Desde aquella larga madrugada del 4 de agosto del año pasado, cuando los 800.000 dólares quedaron en poder de la Justicia, Antonini Wilson se paseó por la Capital, San Isidro y la Casa Rosada -donde habría conversado con el ministro de Planificación, Julio De Vido- sin que ningún funcionario judicial manifestara el menor interés por saber algo más de la extraña historia de la valija.
Por supuesto, una vez que el empresario venezolano partió a los Estados Unidos vía Montevideo, la Justicia comenzó a despertar y a manifestar curiosidad por él, hasta el extremo de animarse a pedir su extradición a los Estados Unidos sabiendo que tal gestión difícilmente prosperaría, pues Antonini Wilson, además de contar con la ciudadanía estadounidense, se había convertido en colaborador del FBI para este caso.
Y así, ante la improbabilidad de contar con su presencia, fuentes judiciales comenzaron en forma oficiosa a agigantar la importancia de este personaje en sus diálogos con la prensa al calificar de esencial su eventual declaración. Un absurdo, porque Antonini Wilson está acusado y, en caso de venir, puede negarse a declarar o puede declarar puras mentiras pues, en tanto imputado, no prestará juramento de decir la verdad.
Y, sin embargo, son varias las puntas que puede explorar la Justicia sin frustrarse por la ausencia del venezolano. Están las numerosas llamadas de Uberti a la quinta de Olivos en la mañana de aquel sábado 4 de agosto del año pasado. Está la intervención de una funcionaria de la Aduana aquella madrugada en el Aeroparque, enviada, aparentemente, para controlar que la situación no se saliera de cauce. Y, por qué no, está la sospechosa inacción judicial durante las 72 horas que duró el tránsito porteño de Antonini Wilson. Pero, claro, aquí la Justicia sería juez y parte.
Lo cierto es que, tal como están las cosas, no hay riesgos para funcionarios y ex funcionarios. Lo demuestra la falta de mérito que Petrone dictó en favor de Uberti.
Sin embargo, cabe preguntarse cuánto tiempo podrá la Justicia seguir fingiendo que poco y nada puede hacer.