La Nación, Buenos Aires
Afirman que unas 18.000 personas están sepultadas bajo los escombros en una ciudad; ya hay 12.000 muertos confirmados
PEKIN.- En una desesperada carrera contra el tiempo, las cuadrillas de rescate buscaban ayer a miles de sobrevivientes entre los escombros de escuelas y viviendas derribadas, luego del peor sismo en China en tres décadas, que causó por lo menos 12.000 muertos.
Un día después del devastador terremoto de 7,9 grados en la escala de Richter que sacudió el sudoeste de China, los primeros rescatistas llegaron al epicentro del sismo, en el condado de Wenchuan, al norte de Chengdu, la capital provincial de Sichuan, para socorrer a más de 18.000 personas que aún permanecían bajo los edificios demolidos y a otras 26.000 heridas.
Sin embargo, el violento sismo dañó rutas y caminos, y algunos socorristas no lograban llegar a las zonas afectadas. Grandes escombros, aludes de barro y deslizamientos impedían el acceso y obligaban a médicos, voluntarios y soldados a seguir a pie.
Por medio de un teléfono satelital, el jefe del partido comunista de Wenchuan, Wang Bin, hizo un dramático pedido de ayuda: "Necesitamos urgentemente tiendas, alimentos, medicamentos y comunicación satelital, que deberán ser lanzados desde el aire".
El gobierno comunista movilizó anteayer a unos 50.000 policías y soldados para colaborar en las tareas de rescate. Miles de uniformados recibieron la orden de lanzarse en paracaídas sobre Wenchuan, donde las lluvias y densas nubes no permitieron el aterrizaje de helicópteros militares.
Se cree que la cifra de muertos aumentará de manera dramática a medida que los grupos de rescate logren revisar entre los escombros de las poblaciones más castigadas por el terremoto.
Informes iniciales de soldados señalaron que habría apenas 2300 sobrevivientes de una población de 9000 en Yinxiu, una de las más afectadas, dijo He Biao, funcionario de un organismo de emergencia local.
Sólo en Mianzhu, en Sichuan, el terremoto dejó por lo menos 2000 muertos, mientras que 4800 personas estaban desaparecidas entre ladrillos, cemento y acero.
En Mianyang, en tanto, las autoridades informaron que aún había más de 18.000 desaparecidos entre las ruinas y otras 2300 personas, la mayoría alumnos, se encontraban sepultadas debajo de los restos de una escuela y dos fábricas.
Frente a ese colegio, reducido a escombros, se encontraban los cadáveres de los niños envueltos en plástico, informaron medios chinos. "A las 2 de la mañana los socorristas seguían buscando víctimas con sus linternas", contó una testigo.
La magnitud de la catástrofe, que destruyó 3,5 millones de viviendas, obligó al primer ministro Wen Jiabao a trasladarse a la zona y coordinar las operaciones de rescate desde la ciudad de Dujiangyan.
"Por favor, aceleren el envío de alimentos. Los niños no tienen nada que comer", dijo Wen, en medio de una multitud de niños que no paraban de llorar.
A mitad de camino entre Chengdu y el epicentro del sismo, Dujiangyan presentaba ayer un aspecto desolador, con edificios reducidos a escombros y cadáveres esparcidos por las calles. Sus habitantes pasaron una segunda noche durmiendo a la intemperie, en medio de la lluvia. Los más afortunados intentaron conciliar el sueño dentro de sus autos mientras a pocos metros se oían los picos y las palas que removían los escombros.
El gobierno ordenó a los pobladores que permanecieran fuera de sus hogares ante el temor de nuevos derrumbes, y emplazaron guardias de seguridad frente a edificios de departamentos con el propósito de impedir el ingreso de sus habitantes.
El terremoto, además de sacudir hasta el último rincón de China, se sintió también en Tailandia, Paquistán y Vietnam.
Las autoridades chinas se apresuraron a ratificar que se celebrarán en agosto los Juegos Olímpicos: "Deseo transmitir a los visitantes extranjeros que Pekín es una ciudad segura, que China es segura", dijo Zhang Jian, del comité organizador de los Juegos, y agregó que el sismo no afectó las instalaciones. El relevo de la antorcha olímpica sería acortado a partir de hoy, cuando la llama pase por la provincia oriental de Jianxi, y que incluiría un minuto de silencio por las víctimas del sismo antes de la partida de los relevistas, anunciaron las autoridades.
Una y otra vez se sintieron ayer las réplicas de 6,1 grados en la escala de Richter, mientras los medios estatales informaban con detalle sobre la catástrofe. A ellos se les sumaron los periodistas extranjeros, que pudieron viajar sin problemas a la zona del sismo.
Sin restricciones
La transparencia y celeridad con la que hasta ahora actuó el régimen comunista fue bienvenida por la población y la prensa extranjera, que en marzo pasado había sido objeto de varias restricciones para informar acerca de la represión a los manifestantes tibetanos, que reclamaran mayor autonomía a Pekín.
Durante el terremoto de 1976, que dejó cerca de 300.000 muertos, el gobierno chino intentó minimizar el verdadero impacto del sismo y se negó a aceptar la ayuda internacional. La falta de coordinación en las tareas de rescate y el mal manejo de la catástrofe desencadenaron una profunda crisis política que ocasionó una feroz purga dentro del Partido Comunista.
En este contexto, Pekín recibió ayer más ofrecimientos de asistencia internacional; entre ellos, de Taiwan, rival de la China continental, de la que se independizó de hecho en 1949. Previamente se habían solidarizado Alemania, Francia, Italia, Estados Unidos y Japón, entre otros.