La presidenta de la CNEA dice que no para de “destapar ollas”

En un encuentro con la Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica, la flamante presidenta del organismo atómico nacional realizó jugosas declaraciones. Dijo que la CNEA estuvo “en manos de un grupo sin escrúpulos” y que espera que la Justicia determine si hubo o no corrupción. Las posibilidades de éxtito de la funcionaria.
Por Martin De Ambrosio

Para la presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Norma Boero, quien asumiera ese cargo en enero por las derivaciones de las causas judiciales en las que se investiga malversación de fondos públicos, el organismo “estuvo en manos de un grupo sin escrúpulos”. Y, aunque prefiere no hablar directamente de “corrupción” sino de “desprolijidades”, se comprometió a aportar los datos que hagan falta en todas las causas que están abiertas en la Justicia federal, que no son pocas.

Boero realizó estas declaraciones no ante la prensa –PERFIL pidió en varias ocasiones encontrarse con ella– sino en una reunión de la Asociación de Profesionales de la CNEA.

En el extenso encuentro, se despachó sobre los temas candentes del ámbito nuclear: desde las prioridades del Gobierno para el área hasta su relación con el polémico gerente general de la CNEA, Rubén Calabrese, que también está involucrado en sospechas de desmanejo de fondos, especialmente en la causa que investiga María Romilda Servini de Cubría por un monto total de $ 6 millones.

Yo digo. Boero, una histórica del organismo, dijo que su intención es llamar a una auditoría externa “de primer nivel” para definir claramente el estado de situación; cree que los informes podrían aportar datos a los sumarios internos y juicios ya existentes.

Agregó que está encarando una serie de reuniones con los distintos sectores que conforman la institución, ya que tiene sedes en diversas provincias. Y les dijo a los profesionales que “si no doy más información es porque estoy destapando ollas y una olla destapa a la otra. Está todo muy judicializado y hay que moverse con mucho cuidado porque es muy fácil cometer un error involuntario”, subrayó.

Respecto de Dioxitek (la empresa que recibió los fondos que debieron terminar en Atucha y fueron justificados con facturas de asociaciones que los investigadores suponen truchas y negocios minoristas del Gran Buenos Aires) dijo que se está intentando corregir la situación generada por la anterior conducción: Dioxitek vuelve a ser una empresa donde la CNEA tiene mayoría accionaria y “no una empresa en la que la CNEA está a su servicio”.

Además, remarcó que Rubén Calabrese, a quien muchos sindican como el poder en las sombras de las dudosas operaciones de la CNEA, ya no tiene funciones ejecutivas, y que todas las decisiones recaen sobre su persona.

Por último, realizó un listado de temas prioritarios tanto para el organismo que conduce como para el Gobierno nacional. En ambos casos, la postergadísima central nuclear Atucha II –cuestionada por razones de seguridad– aparece como el asunto número uno. Después, el ordenamiento cambia. Mientras para el Gobierno le siguen el enriquecimiento de uranio, el Carem (un reactor nuclear de potencia) y la minería, la CNEA tiene un orden de prioridades distinto y agrega el tema de manejo de residuos nucleares y la provisión de radioisótopos para la utilización en medicina nuclear.

Pese a sus declaraciones, muchos dudan de si la correlación de fuerzas le permitirá cumplir con todas sus intenciones.

El uranio, otro problema
M.d.a. / A.V.L.
Otro tema que generó muchísima polémica durante la gestión anterior de la CNEA, al mando de José Abriata, fue la decisión, emanada del Gobierno nacional, de reabrir la mina salteña de Don Otto.

Allí se realizó una inversión de varios millones de pesos en una mina que no tenía una cantidad de uranio que lo justificara. En su momento, los funcionarios defendieron el emprendimiento, pero finalmente se rindieron ante la evidencia y ya es poco y nada lo que se hace ahí.

En ese sentido, Boero destacó que no tiene una decisión tomada sobre qué hacer con Don Otto. “La gestión anterior hizo una alta inversión económica por eso quiero visitar la mina y ver si conviene o no extraer el uranio de las pilas sin necesidad de reabrir la mina”. Justamente, los profesionales de la CNEA que la oían fueron quienes advirtieron que ese lugar de Salta tenía apenas 11 toneladas de ese mineral, cuando el consumo anual nacional es de 120 toneladas. En tanto, en Mendoza hay minas sin explotar pero la conciencia ecológica de esa provincia impidió encarar un trabajo a largo plazo.

El anuncio de la reapertura de Don Otto fue hecho en agosto de 2007 en Casa Rosada por el propio ministro de Planificación, Julio De Vido, responsable final de toda el área nuclear.