Pese a los anuncios, sigue parado el soterramiento del Sarmiento
Clarín
El Gobierno se apresta a cerrar el año con otra promesa ferroviaria incumplida y un nuevo papelón que golpea a la castigada línea Sarmiento.
El soterramiento de las vías entre Once y Moreno –el proyecto más anunciado y demorado de la administración kirchnerista–quedó otra vez paralizado por falta de fondos y las diferencias internas que mantienen los funcionarios y el consorcio a cargo de la obra.
Tras seis años de demoras y luego de varios actos de relanzamiento del proyecto, el 2 de julio pasado, el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo anunció con bombos y platillos el “inmediato” inicio de la excavación del túnel que iba a unir Haedo y Caballito.
A casi seis meses de ese anuncio, la máquina tuneladora alemana Herrenknecht –que fue fabricada especialmente para soterrar la totalidad del ramal eléctrico del Sarmiento– todavía no se puso en funcionamiento y tampoco se avanzó con la fabricación de los bloques necesarios para apuntalar y revestir el túnel. Lo único que están realizando a paso lento los técnicos e ingenieros del consorcio son parte de los estudios de ingeniería y ambientales que faltaban completar de la segunda y tercera etapa del proyecto.
Las obras de excavación no arrancaron porque el Gobierno aún no desembolsó el anticipo de $ 220 millones que forma parte del contrato.
La falta de pago –de acuerdo con los datos obtenidos por Clarín – respondería a dos cuestiones clave. La primera de ellas radica en los problemas financieros que afronta el Gobierno. Originariamente la idea de los funcionarios era cubrir ese compromiso con fondos de la ANSeS. Pero tras la expropiación de YPF, casi todos los fondos disponibles del organismo previsional se usaron para financiar a la petrolera, dejando sin recursos a los proyectos de infraestructura que estaban en carpeta.
El otro motivo obedece al “cortocircuito” registrado con el Consorcio Nuevo Sarmiento (CNS), el grupo adjudicatario de la obra que encabeza la constructora local Iecsa. Esta empresa –que Franco Macri le transfirió hace unos años a su sobrino Angelo Calcaterra junto con la desarrolladora inmobiliaria Creaurban– cayó en la mira de La Cámpora y del viceministro de Economía, Axel Kicillof.
Desde el año pasado, Iecsa perdió la relación directa que supo tener con la Casa Rosada por la vía del ministro de Planificación Julio De Vido y, desde entonces, sufre la paralización de casi todos los pagos de las obras públicas que tiene en ejecución.
Para destrabar las situación y retomar las obras del soterramiento, ahora el Gobierno está negociando un acuerdo con la administración brasileña de Dilma Rouseff.
El esquema en juego prevé el otorgamiento de un crédito del BNDeS que oscilaría entre US$ 500 millones y US$ 700 millones para financiar la primera etapa del proyecto y un cambio sustancial en la composición del consorcio constructor.
Con el auxilio financiero del BNDeS, la riendas del CNS que hoy están bajo el control de Iecsa pasarían a manos del grupo constructor brasileño Odebrecht.
De esta manera, Odebrecht que hasta ahora tiene una participación minoritaria se transformaría en el líder del consorcio de la mayor obra ferroviaria local.
Más allá del enroque empresarial y el crédito que aportará Brasil, lo cierto es que si se hubieran cumplido los plazos de la obra, fijados en 2008, hoy ya estaría terminado y en uso el primer tramo del soterramiento (Caballito-Haedo).
Mientras tanto, los sufridos usuarios del Sarmiento siguen esperando la prometida modernización del ferrocarril que no puede olvidar la tragedia de Once y que finalizará este año con el peor registro de trenes corridos de las dos últimas décadas.