Ing. Juan Carlos Perucca
Minería y la universidad
Diario de Cuyo
Cuando el
Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba rechazó el aporte de una importante suma de dinero nada más que por provenir de una empresa minera, sentí una enorme pena como argentino y universitario al ver que una casa de estudios de mi país mostraba una mentalidad medioeval más propia de los tiempos de Torquemada que de este siglo que hoy transcurrimos.
Encuentro absurdo e irracional que por satisfacer el ego de cuatro orondos personajes presuntamente ilustrados, una casa de estudios se quede atrás en el desarrollo tecnológico del país, ya que con ese aporte se puede: crear más becas de perfeccionamiento, reequipar laboratorios, realizar mejoras en infraestructura, financiar viajes de estudio, financiar investigaciones, ampliar y "aggiornar" bibliotecas, enviar profesores al exterior para realizar cursos de perfeccionamiento y asistir a congresos presentando trabajos de investigación, financiar cursos de postgrado y contratar expertos e investigadores extranjeros. Todo esto sin necesidad de acudir al erario o presupuesto normal de la universidad.
Las absurdas campañas que observamos en contra de la gran minería metalífera, que constituye la riqueza de naciones hermanas (me resisto a pensar que chilenos, peruanos, brasileños y mexicanos sean suicidas, al menos los que he conocido personalmente me han parecido todas personas muy serias y sensatas), es en el fondo un boicot al país, no sólo porque sabotean el desarrollo de provincias que no tienen trigo ni maíz ni soja ni girasol, sino porque además impiden la producción de riquezas que contribuirían a aliviar la balanza de pagos incrementando el valor de nuestras exportaciones.
Estos detractores que sólo propalan mentiras y generan dudas y temores en el ciudadano común, han recibido diversos nombres, entre los cuales extraigo: "ecólatras" -según el filósofo
J. Saramago-, "ecolochantas" -según el
Dr. R. Alonso (Cámara Minera de Salta)-, "ecolofascistas", según me resulta mejor, porque tratan de imponer sus ideas por la fuerza, pasando por alto las cámaras legislativas y no admiten réplicas ni informes de personal idóneo.
Y como dice un tango (el lenguaje popular tiene una profundidad tal que no siempre se le reconoce): "hay cosas que no tienen razón ni sentido;/ hay cosas que no tienen explicación...".
(*) Profesor Emérito de la UNSJ.