El oro nacional se parece cada vez más al pan de Moreno: se venden sólo 500 gramos diarios por persona. Claro que hay diferencias en los números: mientras por el pan se paga $ 1,37 (sólo se consigue a primera ahora, apenas abren los supermercados, y muy pocas cadenas lo tienen), por el metal precioso hay que pagar más de $ 100.000 y, desde luego, no hay problema en conseguirlo.
Sucedió que, debido a las restricciones a la compra de divisa extranjera, la venta de oro importado que hacen Banco Supervielle y Piano se paralizó por completo.
Según cuentan los principales actores involucrados en la operatoria, desde principios del mes pasado se le restringió prácticamente a la gente el poder de compra, motivo por el cual el mercado del metal precioso importado quedó virtualmente bloqueado.
"La AFIP no le deja a la gente comprar dólares, euros, reales ni oro, entonces el mercado se frenó por completo", comenta una fuente en estricto off the record.
El que aprovechó este vacío fue el Banco Ciudad que, como comercializa oro nacional, los compradores no requieren la autorización del organismo conducido por Ricardo Echegaray. Esto provocó que las ventas se cuadruplicaran: mientras en abril vendían un kilo por día, hoy comercializan cuatro kilos por más de $ 1 millón.
Nicolás Fiorentino, coordinador del Área de Pignoraticio de la entidad, señala que debieron poner un tope máximo de 500 gramos para darle acceso al público minorista: "De esta manera, evitamos que venga una empresa a comprarse 20 kilos, el stock del banco merme y no podamos atender al pequeño ahorrista".
De todas formas, el tope lo pusieron como medida de prevencíon, ya que el volumen que manejan son de muchas operaciones de pocos gramos. La mayoría de los ahorristas invierte $ 5.500 para comprarse 20 gramos.
"A comienzos de mayo, cuando se pronunció la compra de moneda extranjera, la gente vio en este instrumento una oportunidad de canalizar sus pequeños ahorros", advierte Fiorentino.
Sin embargo, el ejecutivo hace hincapié en que la inversión conlleva un riesgo, por cuanto la cotización del metal está atada a la cotización internacional. De hecho, el año pasado la onza había tocado casi los u$s 2.000, mientras ahora su valor descendió a u$s 1.600.
La ventaja es que la inversión es totalmente líquida, ya que el banco lo puede volver a comprar, aparte de comercializarlo en otros canales, como pueden ser las famosas joyerías de la calle Libertad, por ejemplo.
Pero cabe aclarar que el oro está considerado como una inversión de mediano a largo plazo, ya que el spread entre la compra y la venta oscila entre el 13 y el 14%, debido a las escasas operaciones existentes en la plaza local. De hecho, en la actualidad, no hay muchos ahorristas que estén vendiendo sus lingotes, sino que prefieren quedárselos en su poder.
Otra de las alternativas que tienen es contratar el servicio de guarda del Ciudad, que cuesta el 1% anual del valor total, y funciona como una suerte de caja de seguridad, donde el cliente se lleva un certificado a modo de constancia.
También existe la alternativa, todavía no muy difundida, de dejar el lingote (o alhajas de metal precioso) en garantía en el banco para sacar un préstamo, a una tasa más barata que el de un crédito personal.
En efecto, la tasa nominal anual a 36 meses es del 23,5%, que llega a un costo financiero total de alrededor del 40%. Aparte, la persona se ahorra de esta forma el 1% en concepto de servicio de custodia.
El "encierro" que sufren los compradores tradicionales
El Cronista
En el período pre-AFIP había muchas operaciones de oro importado por u$s 400 o u$s 500 que ahora desaparecieron por completo, pues se trataba de personas no registradas en el organismo recaudador. Incluso había muchos jubilados que adquirían esos pequeños montos luego de cobrar sus haberes. Algunos de ellos optaron por volcarse al oro nacional. En ese caso, si bien los ahorristas deben informar el origen de los fondos tal como dispone la AFIP, y cumplir con las normas de la UIF, al no ser importado no requiere autorización. El Ciudad comercializa el metal triple 9 de fabricación nacional, no el cuádruple 9 que importan Piano y Superville que se considera moneda extranjera. El Ciudad no importa oro, sino que compra alhajas del público, las funde en un laboratorio, las procesa, las refina y en diez días las convierte en oro.