BOUDOUGATE: LA CRUDA CARTA DEL RENUNCIADO RIGHI A CRISTINA. LO SUCEDERÁ UN ÍNTIMO DEL VICEPRESIDENTE
Se fue Righi con duras críticas al vicepresidente
Clarín
La carta de renuncia que le envió a la Presidenta podría competir con su histórico discurso de los 70 ante la Policía Federal al que tantas veces se aludió. Esteban Righi abandonó ayer el cargo de procurador General con severas críticas a Amado Boudou, declarándose injustamente “agraviado” por las denuncias que le cruzó el vicepresidente y trazando un pronóstico más bien ominoso sobre el rumbo que ha tomado el Gobierno.
“Declino un cargo en el que ya no podría obrar con la serenidad espiritual apropiada para servir cabalmente al interés público. No me compete juzgar cómo entienden otros las responsabilidades que les incumben, ni en qué medida se subordinan a los intereses superiores de la Nación posponiendo los propios”, le dedica Righi a Boudou en un párrafo inequívoco de su renuncia. “Lo que corresponde -sostiene- es que cada protagonista explique su comportamiento en el ámbito de previsto del derecho vigente, donde inexorablemente se demostrará la falsedad de las afirmaciones e imputaciones con las que se me ha agraviado”, advierte Righi en un texto de tres páginas, bastante más que una formalidad.
Righi dejó ayer a las 6 de la tarde la sede de la Procuración en Recoleta, donde firmó resoluciones pendientes, saludó al personal y recogió sus cosas. El Poder Ejecutivo propuso ayer al Senado al actual titular de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN), el abogado Daniel Reposo, ex gerente de prestaciones de la ANSES.
Righi es el segundo funcionario que deja un cargo a raíz del escándalo Ciccone por el negocio de la impresión de billetes después de la renuncia del gerente general del Banco Central, Benigno Vélez, el mes pasado. Pero por ascendencia y estilo, la salida de Righi remite a la del ex canciller Jorge Taiana, otro hombre de aquella lejana y convulsionada época de la Argentina que no necesitaba de exhibir credenciales, pero a quien la Presidenta también exigió. A diferencia del estado público que tomó la cuestión Righi, los motivos que derivaron en la renuncia de Taiana al promediar el primer mandato de Cristina quedaron en el ámbito de lo privado -fue un cuestionamiento a su incondicionalidad. Pero en aquel episodio tuvo un rol clave el mismo hombre: Boudou, modelo de lealtad para la Presidenta.
Histórico dirigente del camporismo –fue ministro del Interior durante el breve gobierno de Héctor J. Cámpora– Righi comunicó su renuncia a última hora del lunes a la Presidenta, quien la aceptó ese mismo día. La decisión de alejarse del Gobierno –el jefe de los fiscales es autónomo, pero es propuesto por el Ejecutivo– fue su respuesta a la sonora acusación de tráfico de influencias que le lanzó el vicepresidente. Boudou formalizó el lunes una denuncia contra el estudio de abogados de Righi: dijo que desde allí le ofrecieron en dos oportunidades “aceitar las relaciones con los jueces”ante futuras contingencias. Boudou también llevó a la justicia una denuncia contra el titular de la Bolsa de Comerico, Adelmo Gabbi, a quien acusó de haberle ofrecido coimas para favorecer a una competidora de Ciccone, la empresa Boldt.
Se ignora si Cristina busca hacer un gobierno sólo de halcones.
Righi le hizo saber ayer que la naturaleza del cargo de Procurador “no es compatible” con “ las manifestaciones propias de la militancia política”, como su tradicional bajo perfil lo confirma. Pero dejó también constancia de cuáles son sus convicciones partidarias: “ He acatado esa limitación prescindiendo de adoptar actitudes que la transgredieran –dijo–. Pero al momento de formalizar mi renuncia no puedo ocultar que jamás creí que fuera posible ejercer tan alta función en condiciones de asepsia política”.
Righi reconoce haber cumplido sus obligaciones constitucionales y dice haber asegurado desde la Procuración condiciones para que los fiscales puedan “ejercer con la independencia que la ley les confiere su delicada función, incluso cuando frente a un caso judicial concreto hubiese podido tener yo una opinión divergente”.
Aunque no hizo ninguna mención en público, la Presidenta le reprocha a Righi no haber podido controlar la tarea del fiscal Carlos Rívolo, quien investiga a Boudou por negociaciones incompatibles con los deberes de funcionario público. El sábado, el Gobierno unificó el discurso reclamándole además al juez Daniel Rafecas la decisión de derivar la investigación sobre el vicepresidente en un fiscal.
Y avanza en una estrategia para desplazar a Rafecas del caso mediante su investigación en el Consejo de la Magistratura.
El rápido trámite de la salida de Righi –un hombre con prestigio fuera de los ámbitos oficialistas, pero que a la vez prestó incuestionables servicios al kirchnerismo desde su cargo– indica que la Presidenta no reparó en costos para sostener al vicepresidente.
Y que acaso participa también de la estrategia agresiva de Boudou, una respuesta más política que jurídica y, para estupor de la ortodoxia, impregnada del habitual estilo escénico de los Kirchner.
Righi se reservó un párrafo para una última declaración de identidad ( “En todo momento sentí que estaba colaborando con un proceso singular, característico de una etapa histórica plena de posibilidades de cambio”) pero insinuó su preocupación por el destino del kirchnerismo, una mirada sobre la que la Presidenta debería reparar.
“Mantengo el mismo convencimiento inicial y el mismo compromiso, confesando que mi fervoroso deseo es que el pueblo argentino no padezca nuevas frustraciones” .
Reposo, de síndico a procurador, para cubrir la vacante de Righi
Ámbito Financiero
Esteban Righi renunció. Por escrito, desgajó en su despedida una ráfaga de reproches para sólo un destinatario:
Cristina de Kirchner. El procurador asumió que cada imputación que
Amado Boudou descargó sobre su apellido tuvo, como mínimo, la cobertura presidencial.
A su regreso de EE.UU.
Righi sondeó cuál fue la usina de la balacera del vice. Se convenció, confió ante íntimos, que su apellido fue invocado desde Santa Cruz durante el diseño previo de la incendiaria conferencia de prensa que el jueves dio Boudou.
No hubo, tampoco, mensajes contemplativos desde la Casa Rosada. El ahora exjefe de los fiscales habló con
Carlos Zannini y comprobó que no existía voluntad en la cima del Gobierno para abortar su salida. Ayer redactó en tres carillas su renuncia. Y la envió.
Al atardecer, horas después de que trascienda la carta, la Presidente encabezó un acto en Casa Rosada donde anunció una medida que enfurece a
Hugo Moyano. No mencionó, ni siquiera colateralmente, el expediente
Righi. Se mostró relajada y chistosa.
La Presidente se movió, otra vez, con una agenda paralela: desde que estalló el affaire Ciccone no habló del tema que tiene como blanco móvil a su vicepresidente. Tampoco se refirió a la renuncia de
Righi, un cargo con rango similar al de ministro de la Corte.
Hasta anoche no opinó ninguna voz oficial. Dos figuras laterales del dispositivo K,
Gabriel Mariotto y
Ricardo Forster, habían hecho el fin de semana cautelosas defensas del procurador. En privado, sin embargo, en el oficialismo todas son incógnitas.
«Tampoco creamos que éste es el Righi de los 70» dio pistas del relato oficial un funcionario. Supone la existencia de un engranaje conspirativo, combinado con una colección de errores propios y la percepción, extendida, de una etapa que empieza a terminar.
Relevo
Daniel Reposo, síndico general de la Nación, exfuncionario de la ANSES en tiempos de
Boudou y escolta de
Guillermo Moreno en la pulseada de Papel Prensa, fue propuesto ayer como reemplazo de
Righi en la Procuración. Lo debe refrendar el Senado con una mayoría de dos tercios.
Reposo, que fue auditor interno del Ministerio de Economía, tiene postura tomada en el caso Ciccone. En recientes declaraciones a CN23 habló de un nexo entre los diarios Clarín y La Nación y la empresa Boldt para
«desarticular el proyecto nacional» y
«mellar el nombre de Amado Boudou».
Bonaerense y abogado, aunque se lo vincula con
Guillermo Moreno, la irrupción de su nombre como futuro jefe de los fiscales se tradujo puertas adentro de la Casa Rosada como un respaldo explícito a
Boudou.
Hay una segunda lectura. La secuencia completa -el golpe a
Righi y la propuesta de
Reposo- revela una jugada para preservar al vice sobre un criterio más fino:
la defensa de Boudou por parte de la Presidente es, sobre todo, una autodefensa presidencial.
La raíz de la secuela es el allanamiento del miércoles pasado al departamento propiedad del vicepresidente en Puerto Madero. En Gobierno se señala que aquel procedimiento, además de «desnudar» -según el particular dialecto K- la actitud del juez
Daniel Rafecas, fue leído por Cristina como el indicio de una avanzada en su contra.
«Boudou fue puesto por Cristina. Si lo entrega, ella es la próxima» dicen los traductores cristinistas.
En clave de pánico, el Gobierno entrevió -o creyó entrever- un complot en la decisión de
Rafecas de ceder la instrucción de la causa Ciccone al fiscal
Carlos Rívolo -y, además, dar lugar a sus requerimientos como el allanamiento- y en la pasividad de Righi.
Bloqueo
El Senado, más federal y diverso que Diputados, expresa la voluntad de las provincias. Una vez más, la Casa Rosada deberá lograr el alineamiento expreso de los gobernadores para conseguir que su candidato a procurador supere sin traumas esa instancia.
Detrás de esa frontera está la estrategia concreta de la Casa Rosada frente al caso Ciccone: administrar el trámite judicial. Refuta el argumento de que el expediente no tiene sustento jurídico contra el vice.
Textual
LA CARTA DE RIGHI A CRISTINA
"Tengo el honor de dirigirme a la Sra. Presidenta a fin de hacerle llegar mi renuncia al cargo de Procurador General de la Nación en el que me desempeño desde que fuera designado el 23 de junio de 2004”.
"Mi decisión no es ajena al concepto de responsabilidad institucional con que yo ejerzo las funciones que se me encomiendan. He tenido la oportunidad y el honor de servir a mi país, desde altas funciones públicas, en más de una ocasión. La primera vez, hace casi cuarenta años, siendo muy joven y en circunstancias muy difíciles, entendí que no había límites para esa responsabilidad y que no importaban los riesgos que hubiera que asumir para cumplirla plenamente. Y ahora pienso del mismo modo. Y porque pienso así, declino un cargo en el que ya no podría obrar con la serenidad espiritual apropiada para servir cabalmente al interés público”.
"No me compete juzgar cómo entienden otros las responsabilidades que les incumben, ni en qué medida se subordinan a los intereses superiores de la Nación posponiendo los propios, pero yo considero que ese es un deber inherente a la función y a su observancia me atengo”.
"También es verdad que no creo posible desempeñar honrosamente una alta función pública si al hacerlo se compromete el propio honor o la honra familiar. La defensa del interés público y de la honorabilidad personal jamás deberían resultar incompatibles. Por el contrario, son premisas que se integran, se complementan y se fortalecen recíprocamente. Mi conducta personal jamás se ha apartado de ese punto de vista y también por eso considero llegado el momento de poner fin a mi desempeño".
"La naturaleza del cargo de Procurador General de la Nación no es compatible con las manifestaciones propias de la militancia partidaria. Yo he acatado limitación prescindiendo de adoptar actitudes que la transgredieran. Pero al momento de formalizar mi renuncia, no puedo ocultar que jamás creí que fuera posible ejercer tan alta función en condiciones de asepsia política”.
"Por el contrario, en todo momento sentí que estaba colaborando con un proceso singular, característico de una etapa histórica plena de posibilidades de cambio y enderezada hacia la consolidación de un proyecto profundamente nacional, popular, democrático y progresista. Formé parte de este proceso con la certidumbre de estar contribuyendo a convertir en realidad los sueños de liberación de varias generaciones; los mismos sueños que a veces fueron ahogados en sangre y otras traicionados. Y aunque cese en esta función, mantengo el mismo convencimiento inicial y el mismo compromiso, confesando que mi más fervoroso deseo es que el pueblo argentino no padezca nuevas frustraciones".
"Concluyo así un ciclo de casi ocho años en la función que deja, a mi entender, saldos positivos para la institución. Para mencionar sólo algunos de los aspectos más destacados, dejo un Ministerio Fiscal que, a través de la coordinación de sendas oficinas concebidas con ese fin, ha sido una pieza fundamental en el avance de las investigaciones y la apertura de los juicios por los delitos cometidos durante la última dictadura militar, se ha erigido en protagonista decisivo en la lucha contra el delito de trata de personas y en pionera en materia de recupero de activos como estrategia global de persecución de la corrupción y demás manifestaciones de la criminalidad organizada”.
"Dejo asimismo un Ministerio Fiscal actualizado en materia de informática aplicada a la investigación penal, y reforzado con planteles y recursos edilicios, tecnológicos y materiales acordes a las necesidades de la función. Pero lo más importante es que creo haber cumplido el mandato constitucional y legal de crear y asegurar las condiciones necesarias para que los fiscales puedan ejercer con la independencia que la ley les confiere su delicada función, incluso cuando frente a un caso judicial concreto hubiese podido tener yo una opinión divergente".
"Tengo por consiguiente la tranquilidad de cerrar esta etapa de mi vida y paso por la función pública con la seguridad de saber que he desempeñado con honradez y compromiso el cargo que me confió en su momento la sociedad a través del Poder Ejecutivo y el Senado de la Nación".
"Fuera de ello, considero que es mi deber no polemizar con relación a hechos que son del dominio público, toda vez que su única consecuencia sería afectar las instituciones republicanas y causar daño a las políticas públicas desarrolladas desde el año 2003 en adelante. Lo que corresponde es que cada protagonista explique su comportamiento en el ámbito previsto en el derecho vigente, donde inexorablemente se demostrará la falsedad de las afirmaciones e imputaciones con las que se me ha agraviado. En este sentido, y aunque la posición que ostento me confiere estabilidad y fueros sólo removibles por juicio político, no dudo en renunciar a ambos pues nada tengo que ocultar".
"Animado por estas razones, y considerando que es la conducta que mejor favorece el éxito de su gestión -lo que francamente deseo- es que le hago llegar por medio de la presente mi renuncia al cargo de Procurador General de la Nación. Sin otro particular, saludo a la Sra. Presidenta de la Nación con distinguida consideración”, finaliza la carta.