Por Iván Alonso - Economista
Todo parece indicar que el próximo Gobierno tiene la determinación de aumentar la carga impositiva de la minería. El camino preferido parecería ser un aumento de las regalías en dos o tres puntos porcentuales.
Extrapolando las cifras de enero a abril, las exportaciones mineras podrían estar en el orden de los 25,000 millones de dólares anuales. 3% de esa suma son 750 millones de dólares de recaudación, y 3% de las ventas es una carga pesada. En otro artículo, calculábamos que para nueve de las principales compañías mineras, el impuesto a las sobreganancias representaría solamente 280 millones de soles anuales. Ninguna veta que uno siga contiene, al parecer, mucha plata.
Pero lo que nos interesa en esta oportunidad es la justificación que suele darse para la imposición de regalías. El argumento es el siguiente: los minerales son recursos no renovables; por lo tanto, su explotación tiene que dejarle al Estado un ingreso que le permita reemplazar las reservas que se consumen por otros activos duraderos. Ni la premisa ni la inferencia nos parece que sean del todo convincentes.
Es verdad que los minerales son recursos no renovables, pero no renovables no quiere decir finitos en un sentido económicamente relevante. Si bien los volúmenes de minerales que hay en la tierra son cantidades finitas, es dudoso que estemos siquiera cerca de agotarlos. El mundo viene explotando minerales desde hace miles de años; y, a pesar de ello, las reservas, en lugar de disminuir, por lo general siguen aumentando. El avance de la tecnología ha permitido explotar comercialmente yacimientos con cada vez menores leyes. Mientras no se detenga dicho avance, difícilmente alcanzaremos el límite de las existencias físicas.
Supongamos, sin embargo, que las reservas sean finitas en un sentido relevante. ¿Justifica eso la imposición de regalías? Dicho de otra manera: ¿es menor, en valor presente, la recaudación que por impuesto a la renta se obtiene de la extracción de un recurso no renovable que la que se obtendría, a lo largo del tiempo, de la extracción de un recurso renovable? La verdad es que no lo sabemos.
Si los recursos minerales fueran renovables, su valor de mercado sería otro. El oro no se cotizaría a 1,500 dólares la onza ni el cobre a cuatro dólares la libra. Las condiciones de producción serían distintas. Con la misma inversión, una mina podría producir más minerales durante más tiempo. Se construirían proyectos de mayor escala. Es casi seguro que los costos de producción serían menores y que para colocar la mayor producción en el mercado los precios tendrían que bajar. Es probable, aunque no es seguro, que los márgenes de utilidad fueran menores porque los yacimientos más "fértiles" (como decían los economistas clásicos) desplazarían a los menos fértiles, y la industria minera tendría quizás curvas de costos más planas.
No resulta, por lo tanto, concluyente la aseveración de que un mismo impuesto aplicado a un recurso "no renovable" generaría menos ingresos para el Estado que si el recurso fuera renovable. Si fuera al revés, las regalías, lejos de equilibrar el interés de la generación presente con el de las futuras, podría más bien desequilibrarlos.
La explotación de los recursos conocidos se diferiría en mayor medida que la necesaria para salvaguardar el bienestar de las generaciones futuras. Ante la incertidumbre que rodea este cálculo, lo más aconsejable, pensaríamos, es apegarse al principio de la neutralidad tributaria, que significa aplicar a la minería las mismas reglas que se aplican a los demás sectores.