La Presidenta se vio obligada ayer a emitir un fuerte compromiso político para i ntentar frenar la desconfianza que existe en los mercados internacionales sobre la Argentina.
Cristina Kirchner dijo: “Vamos a pagar todos los vencimientos en dólares.” Lo hizo en busca de despejar la sospecha de un nuevo default que se abrió a causa del fallo judicial de Manhattan a favor de los fondos buitre. Así, intenta enfrentar una compleja realidad que vive su gobierno: la Casa Rosada no deja de saldar la deuda con recursos propios, pero paradójicamente los acreedores tienen serias dudas sobre la efectividad de sus compromisos. En otras palabras: en el exterior los inversores no le creen, lo cual desató esta semana una minicorrida contra la Argentina. Esa falta de confianza se produce a pesar de que la Presidenta adoptó medidas de alto costo político para complacer a los acreedores .
En 2012, Cristina abonará con reservas casi ocho mil millones de dólares y dispuso el antipopular cepo cambiario para garantizar el cumplimiento con los bonistas extranjeros.
El cerrojo acentuó la caída de la actividad y destruyó puestos de trabajo.
Pero, pese al fuerte compromiso tomado ayer por la Presidenta, la mayoría de los títulos públicos –salvo cupones atados al PBI– cayeron y volvió a subir el indicador de riesgo país.
Según el banco JP Morgan, la Argentina tiene un riesgo superior a Venezuela y también, increíblemente, al de naciones en crisis como Grecia y España.
Informes secretos de Wall Street explican por qué existen estas contradicciones que afectan al país. La Unión de Bancos Suizos distribuyó un “paper” cuyo título ya refleja un diagnóstico muy desalentador. El hermético trabajo de Javier Kulesz se denomina “Argentina, ¿la luz de un tren al final del túnel?“El documento fue emitido el último lunes. Ese día, el influyente fondo de inversión internacional Torino Capital distribuyó un documento aún más pesado. Jorge Piedrahita, su responsable, sostiene: “ Creemos que hay más de un 50% de probabilidades de que los pagos de todos los bonos argentinos sean pesificados .” Cristina Kirchner tuvo que enfrentar el costo político de estas dudas, porque en su Gabinete no tiene un solo funcionario que sea creíble en el exterior .
El fallo de Nueva York sorprendió al equipo económico y al Banco Central.
Mercedes Marcó del Pont se enteró por los portales de la Web.
El lunes, Hermán Lorenzino y Adrián Cosentino sugirieron reabrir el canje , con la intención de enfrentar los argumentos de la sentencia de la Cámara norteamericana y darle una opción al juez Thomas Griessa. Para eso convocaron a Buenos Aires a Johathan Blackman, el abogado de Cleary & Gottlieb. Pero la negativa de la Presidenta fue contundente y Lorenzino tuvo que desmentir la posibilidad de cambiar la ley cerrojo, que erróneamente había propiciado Amado Boudou en 2010.
La desconfianza que existe sobre los pasos de la Casa Rosada se debe a un cóctel de errores e impericias del gobierno de Cristina. Es contradictorio: paga con el sacrificio de los argentinos, pero no creen que vaya a abonar las deudas pendientes.
Este resultado es el fruto de siete elementos: –A una década del default, la Argentina aún no terminó de levantarlo y eso satura al juez Griessa.
–Los funcionarios tienen un visible desconocimiento sobre cómo funcionan los centros financieros internacionales y, por lo tanto, no saben actuar.
–Existe pasividad y lentitud frente al ataque de los fondos buitre. Y se nota mucha improvisación .
–El rumbo que tiene la política económica genera fuertes dudas sobre la solvencia futura de la Argentina.
–La Casa Rosada no ataca las inconsistencias macroeconómicas evidentes.
–La ausencia de estadísticas confiables abre especulaciones sobre la fortaleza real de la economía.
–Existe un aislamiento internacional absoluto, que dejó al país sin aliados influyentes contra los fondos buitre No hubo un solo país que se solidarizara con la Casa Rosada ante el papelón del embargo que pesa sobre la Fragata Libertad. Héctor Timerman fracasó en la ONU, Brasil –con fuerte influencia en Africa– no se movilizó por la Argentina y, peor aún, la Unasur prefirió no quedar comprometida con la impericia del Gobierno.
En la última década, las administraciones de los Estados Unidos –George Bush y Barack Obama– tuvieron siempre una actitud favorable hacia la Argentina y adversa a los fondos buitre. Esto se reflejó en los continuos fallos del tribunal de Griessa, que evitaron embargos y acompañaron la posición de nuestro país.
El cambio de actitud obedece a una sola cuestión: el Gobierno no cumplió los compromisos personales que Cristina Kirchner había asumido frente al propio Obama.
El avance sobre YPF deterioró fuerte la relación con Europa. Los países desarrollados no militan contra la Argentina, pero en el G-7 le escaparon a la más mínima ayuda.
Las empresas privadas son las que se ven seriamente afectadas por la actual desconfianza. No tienen crédito para invertir y, según un informe de ADEBA, este año debieron cancelar préstamos que no pueden renovar por unos nueve mil millones de dólares.
YPF, la joya de Cristina, también sufre la sequía. Ayer volvió a bajar su cotización y retrocedió un 73% desde que intervino el Gobierno.
El “mago” Miguel Galuccio no consigue fondos para invertir y ahora pretende una solución política.
El titular de la Superintendencia de Seguros convocó a todas las compañías del sector y les anticipó la jugada: tendrán que darle a YPF parte de los fondos de sus empresas, por un total de 6.000 millones de pesos.
