MARCELO BONELLI
La inflación frenará este viernes la caída. Economía espera un índice de entre el 4,5 y el 4,9 %. Marco Lavagna en su último y secreto informe semanal para Luis Caputo proyectaba un 4,8%. Ambos datos pueden tener correcciones de último momento. Pero reflejan una cuestión: lo difícil que será perforar ese piso.
Caputo tiene cuatro instrumentos para intentar converger con su cuestionada política cambiaria. Primero el (precario, pero virtuoso) superávit fiscal. También la abrupta caída del salario, el torniquete monetario y la fuerte recesión que ambos provocan.
La fórmula incluye un poderoso pero peligroso misil: el cuestionado atraso cambiario. Javier Milei tuvo que volver a desmentir una devaluación y acusó a la “profesión”: “Son pifiadores seriales”. Toto también lo hizo por quinta vez en tres semanas.Este jueves afirmó: “No vamos a devaluar”.
Ambos insisten pero hay un dato inquietante: el billete tocó récord y la brecha alcanzó el 60%. Caputo ya había desmentido en la conflictiva reunión con banqueros. Afirmó en privado: “La actual paridad de convertibilidad es de $ 600”. Y contraatacó: “O sea, el dólar no está atrasado”.
Pero la cuestión es recurrente y reaparece por una cuestión central: hace tres meses que la liquidación de divisas está muy por debajo de lo proyectado en el BCRA. En mayo entró la mitad. En junio fue una sequía total y julio comenzó peor.
Santiago Bausili –al inicio– recuperó reservas. Para eso utilizó el cepo y por eso se mantiene a rajatabla ese polémico torniquete. Ahora lo confirmó Milei. Pero hoy en el BCRA los fondos de libre disponibilidad siguen negativos. Las reservas serían US$ 2.000 millones negativas.
El BCRA estaría explorando un mecanismo para robustecer esa cifra. Saben que el segundo semestre es de vacas flacas. En la City –se comentó mucho en la Bolsa de Comercio cuando habló Milei– se insiste en que Bausili y Caputo están sondeando una operación delicada con el Banco de Ajuste de Basilea. Sería una transacción que ya se hizo en momentos críticos. Se trata de buscar un préstamo cash, con una garantía especial: las tenencias de oro del BCRA.
La cuestión se maneja al máximo secreto. Tiene un alto voltaje y por eso no está definida. La medida –sin duda- fortalece el poder de fuego del BCRA. Pero puede ser malinterpretada en Wall Street como un signo de debilidad y no de fortaleza.
Por ahora es un sondeo. También el equipo económico evalúa otra opción: modificar el dólar de exportación y ampliar al 30% la participación del CCL. Bausili lo tiene listo desde marzo. Sería una devaluación encubierta del “blend”. La propuesta no conforma a Caputo. Toto dice que sería mojarle la oreja a Rodrigo Valdés: el FMI exigió anular el dólar blend.
Milei y Caputo pidieron la cabeza de Valdés. Pero el tiro salió por la culata. Julie Kozack -vocera del FMI– afirmó: “Georgieva tiene plena confianza en Rodrigo Valdés”.
Los banqueros están en ebullición. Dudan del canje de deuda que propone el BCRA. Ayer hubo encuentros y críticas en secreto de los financistas. Por eso Caputo salió a hablar sobre la denuncia de Milei: “Pudimos derrotar a un banco con intenciones golpistas”. Se refería al Banco Macro. La decisión de Jorge Brito generó un gran malestar en la Casa Rosada.
Caputo habló en privado con Ezequiel Carballo, accionista del Macro. También tuvo un cara a cara con el CFO del banco Jorge Scarinci. Fueron reuniones de reproches mutuos. El ministro reclamó: “¡Cómo no avisaron al BCRA!”.
Toto habló en público de la cuestión. Fue light frente a la dureza de Milei y Guillermo Francos que involucró al propio Sergio Massa, íntimo de Brito. Caputo no quiere escalar la situación. Se centra en recomponer su fortaleza política. El temblor del dólar, la pelea con el FMI y el caso Sturzenegger le hicieron entrar –por primera vez– balas a su gestión.
Santiago Caputo –su sobrino– salió a socorrerlo. Fue el responsable de bloquear el intento de Federico Sturzenegger de armar un superministerio. Santi aplicó toda la política bilardista de desgaste: hizo demorar –lo máximo posible– el ingreso del Coloso al Gabinete y sacó un decreto con muchos grises.
“Peacky Blander” también fogoneó tres hechos clave para fortalecer al tío. Primero, empujó la renuncia de Fausto Spotorno.
Spotorno sigue pensando lo mismo. En privado dice: “Se necesita un programa económico más mileísta”. Spotorno está cerca de Sturzenegger y Demian Reidel. Se interpretó que habló para debilitar a Caputo.
Economía lo acusó: Spotorno asesoró a bancos en forma negativa, antes de la apertura de los mercados de ese lunes fatídico. Spotorno tuvo un diálogo a solas con Reidel: “Yo me voy. No quiero quilombos”.
Caputo nombró a Daniel González. Será el futuro secretario de Energía, cuando Eduardo Chirillo presente su renuncia. González tiene un vínculo estrecho con Caputo. Fue director financiero de YPF con Cristina y después CEO con Mauricio Macri. En la gestión del PRO se agregó un apellido -que no usaba con Cristina-, para lucir acorde a la época: Daniel González Casartelli. Pero es la misma persona. Ahora tuvo tres exámenes antes de asumir: con Karina, Santi y el propio Milei.
También le cortaron la cabeza a Fernando Vilella. Increíblemente, el @GordoDan –un coronel del ejército de trolls oficial- ya lo había desahuciado en marzo: “Che @vilellaver a partir de mañana no formás parte del gobierno”. Siempre Juan Pazo, la mano derecha de Caputo, quiso desplazarlo. Era una obsesión. El último intento fue hace 15 días: Vilella resistió porque tenía una misión comercial a China.
El nuevo secretario Sergio Iraeta es del corazón de la dupla Caputo-Pazo. Es pariente de Pazo y fue socio comercial de Toto. Ambos pretenden abrir un diálogo con la Mesa de Enlace y desbloquear el malestar del campo: el rechazo a liquidar cereales por el dólar barato. La espada de Damocles de Caputo.
Milei le propuso a Sturzenegger que arme su ministerio. El Coloso había pedido de todo y lo dejaba rengo al Toto. Ahora ambos –Coloso y el Rockstar- sobreactúan la proximidad. Nadie cree en este idilio.
Milei lo conoció a Sturzenegger en sus peores momentos. Cuando Caputo lo boicoteaba y logró echarlo del BCRA. En esas jornadas Milei -era uno de los pocos- lo visitaba en el BCRA y lo consolaba.
Sturzenegger inicia su gestión con una bomba: la próxima semana reglamentará la privatización del fútbol y hará un ruido fuerte en la AFA del sudoroso Chiqui Tapia.
Su ex jefe Mauricio Macri está que arde. Fue su núcleo duro -Fernando De Andreis- el que largó la versión del destrato en Tucumán. En el avión Macri solo dijo: “¿Para eso vinimos? Nos cagamos de frío”.
Victoria Villarruel fue más astuta. Envió primero a Tucumán a una delegación y cuando se dio cuenta que iban a ningunearla, decidió enfermarse. Al otro día la vicepresidente resucitó.
Existe un injustificado destrato hacia Macri. En la última reunión con Milei –hace tres meses– Santiago Caputo le dijo cosas horribles en la cara: “Con todo respeto Mauricio, este no es su segundo tiempo”. Y terminó: “El líder de la nueva derecha es Javier”.