La energía nuclear es parte de la solución para poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles y acceder a energías limpias, según planteó el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi.
“El Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático, que es una reunión de los científicos más grandes y brillantes de todo el mundo que estudian cuestiones climáticas, ha reconocido que, sin energía nuclear, será casi imposible descarbonizar para 2050”, dijo Grossi.
Ese tope de mediados de siglo fue establecido, en el Acuerdo de París de 2015 adoptado por casi todos los países, para que la temperatura media del planeta no exceda de 1,5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales (1850-1900).
Para ello se requiere lograr emisiones netas cero de gases de efecto invernadero -capturar tantas como las que se arrojan a la atmósfera-, y en primer lugar del dióxido de carbono (CO2), emitido al producir y consumir combustibles fósiles.
Grossi recordó que hay 440 reactores nucleares funcionando en 31 países, que suministran más de 10% de la electricidad total del mundo y una cuarta parte de la energía con bajas emisiones de carbono.
“El problema es que durante muchos años, por diversas razones que tienen que ver con Chernóbil o, más tarde, Fukushima, ha habido mucha reacción y desinformación sobre la energía nuclear”, consideró.
En abril de 1986 un accidente en la central nuclear de Chernóbil, en la Ucrania que era parte de la extinta Unión Soviética, arrojó una nube de material radiactivo que afectó a 13 países de Europa central y oriental.
En marzo de 2011, un terremoto que provocó un tsunami en el océano Pacífico al noreste de Japón dañó la central nuclear de Fukushima, en la costa de ese país, liberando una contaminación radiactiva que incidió en el agua y el aire de la región.
Más recientemente surgieron preocupaciones por la ocupación de la central de Zaporiyia, en Ucrania, al ocuparla fuerzas rusas que invadieron el país vecino, quedando la planta nuclear como objetivo en medio de los combates.
“La opinión generalizada es que miles de personas murieron a causa del accidente nuclear de Fukushima. Si bien es cierto que miles de personas murieron a causa del tsunami, ni una sola persona murió a causa de la radiación”, dijo Rossi.
En el caso de Zaporiyia “la infraestructura nuclear ha sido ocupada. El problema no es la tecnología, sino la guerra y lo que sucede a su alrededor”, añadió Grossi, un argentino formado como diplomático de carrera.
Expuso que “en términos de mortalidad, la energía nuclear es incluso menor que la de algunas energías renovables. Mucha gente muere en accidentes aéreos, pero no dejamos de volar en aviones. Los gobiernos nacionales tienen la responsabilidad de mantener a las sociedades bien informadas y dejar las cosas claras”.
Rossi admite que “como cualquier actividad industrial importante, la energía nuclear conlleva riesgos”, pero coloca como un “buen ejemplo” a los residuos nucleares, los cuales “están bien gestionados y sus cantidades son limitadas”.
“Después de 70 años de funcionamiento comercial, nunca ha habido problemas con los residuos. Compárese eso con los desechos de los combustibles fósiles, que están matando al planeta”, agregó.
El OIEA mantiene como un logro que en la 28 conferencia climática de las Naciones Unidas (COP28), el año pasado en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), 198 países incluyeron la energía nuclear en la lista de tecnologías de bajas emisiones que deben ampliarse para poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles.
“Esto no significa que vayamos a ser 100 % nucleares: creemos en combinaciones energéticas inteligentes, donde la nuclear es la energía básica. Es muy estable, está disponible llueva o haga sol, y puede regularse e integrarse con energías renovables”, dijo Rossi.
Reconoció la ausencia de financiamiento internacional para la energía nuclear, en parte por las políticas hostiles a su tecnología, pero observó que el tema comienza a cambiar con nuevas miradas desde las organizaciones financieras internacionales.
Además “estamos viendo el crecimiento de la energía nuclear en el Sur global, desde India y China hasta Argentina, Brasil, México, Bangladesh y Sudáfrica. Varios países africanos están interesados, debido al desarrollo de pequeños reactores modulares, que son más asequibles”, indicó finalmente el responsable.