Los rumores se materializaron y Nicolas Posse ya no es más el Jefe de Gabinete y en su lugar el presidente Javier Milei designó a Guillermo Francos, que a su vez absorberá las competencias del Ministerio del Interior (que conducía) en una secretaría. En reemplazo de Francos asumirá como secretario Lisandro Catalán.
Al gobierno de Milei le urge efectivizar las medidas prometidas para "sacar a Argentina adelante". Con la Ley de Bases que no resuelve su aprobación en particular, la única figura que se consolida, separada de su gabinete y plan político para el país, es la del presidente.
En conversación con Marcelo Longobardi en Radio Rivadavia, Francos explicó que "para aquellos que dicen que el Presidente no se da cuenta: el Presidente me elige a mí porque se da cuenta que con la política argentina a él se le hace complicado porque no la entiende, porque tiene diferencias, por x motivos y yo tengo una posibilidad mayor de dialogar y ahí viene la propuesta”.
EL COMUNICADO OFICIAL
Guillermo Francos por Nicolás Posse: libertarios, a las cosas
CARLOS PAGNI/LA NACIÓN
Varias novedades se produjeron este lunes en el Gobierno. La más importante es que el Presidente decidió reemplazar al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, que acompaña a Javier Milei desde hace muchos años, por quien hasta ahora venía ministro del Interior, Guillermo Francos, que retendrá su cargo no sabemos por cuánto tiempo. Esta será la nueva organización del Gobierno. Es un cambio muy importante que revela bastante de cómo el Gobierno se ve a sí mismo, de cómo Milei ve a su gestión más allá del tono autocelebratorio que ha tenido el oficialismo en las últimas semanas.
Es necesario analizar qué significa esta modificación en la Jefatura de Gabinete. Habría que empezar por lo más elemental. El Gobierno se encuentra con un problema de todos los gobiernos, sobre todo al comienzo de la gestión, y es que la imagen del presidente tiene un nivel de aprecio superior a la imagen de la administración, del equipo y de la gestión. En este sentido, los gráficos confeccionados por Casa Tres, la consultora de Mora Jozami, comparan la situación de Mauricio Macri en el 2016 con la actual situación de Javier Milei. Es interesante la comparación ya que, si uno mira el comportamiento de la gente respecto de Macri entre enero y abril, tenía una consideración popular muy elevada, mucho más que la de Milei, probablemente porque no llevó a cabo el ajuste que lidera el oficialismo. Empezó en 68% y terminó en 66%. En el caso de Milei, daría la impresión que comienza en un nivel más bajo pero más estable y que, para el cuarto mes del año, se recuperó un poco. Pasa de 52% en enero a 53% en abril.
Otro gráfico de la misma consultora que exhibe la imagen del Gobierno muestra claras diferencias con la de Milei. En términos de imagen positiva, es mucho más baja. El Gobierno tiene una calificación del 47% contra un Presidente que tiene una calificación del 53%. Esto es lo que se quiere corregir con el cambio del jefe de Gabinete.
Un ranking confeccionado por la Universidad de San Andrés, que esboza la opinión de los encuestados sobre los ministros y funcionarios públicos del Gobierno, exhibe que hay un “pelotón” de cuatro colaboradores de Milei a los que la gente valora más que a otros: Patricia Bullrich, Luis Caputo, Manuel Adorni y Karina Milei. Nicolás Posse está muy abajo en la consideración popular y existe sobre todo un muy alto nivel de desconocimiento. Daría la impresión de que Posse no asumió el rol de comunicador que uno espera de alguien que es el director de orquesta del equipo, más allá de otros reproches que le hace Milei a quien fuera hasta hace unas horas el jefe de Gabinete.
¿Cuál es el centro del problema? Uno podría recordar una frase que se hizo histórica, que pronunció el filósofo español José Ortega y Gasset en una conferencia que dio en la ciudad de La Plata en 1939: “Argentinos a las cosas”. Significa ponerse las pilas y actuar, dejar el plano de la retórica y pasar a de las realizaciones concretas. En Milei hay dos almas, dos roles. Si uno quisiera ir a La Biblia, cosa que a él le gusta mucho, hablaríamos del rol del profeta, el que denuncia una circunstancia y señala a dónde hay que ir, y el rol del rey, que implementa, negocia, tiene sentido práctico y se resigna a que la perfección de la idea ceda ante la rebeldía de la realidad. En Milei parece haber mucho de profeta y poco de rey.
Hay gente que trabaja con él que asegura que no sólo no delega, sino que se desentiende. Está en otra frecuencia, se sienta llamado a otro papel. Esta especie de negligencia respecto del mundo práctico hace que la figura del Jefe de Gabinete sea muchísimo más relevante. Si no hay un presidente que está siguiendo la gestión día a día en todos los campos, no solo en el aspecto monetario y en la lucha contra la inflación, hace falta que el Jefe de Gabinete sea alguien muy comprometido con la gestión cotidiana. Esto es lo que Milei y una parte del equipo de Gobierno le reprochaba a Posse no satisfacer.
El propio Posse, que hoy renunció delante de Karina Milei y de su sucesor Francos, admite de manera muy sencilla, poco rencorosa: “Bueno, sí. Probablemente había sobre mí expectativas que yo no pude cumplir. A lo mejor no la pude cumplir por una diferencia de criterios que no me corresponde imponer porque debe prevalecer el criterio del Presidente sobre mi propio criterio”. Esto le dijo Posse a los que, en las últimas horas, le preguntaban qué había pasado y por qué se iba.
Probablemente este problema, que es la falta de resultados o de efectividad, esté reforzado por una tendencia de Posse, que se podía apreciar desde el comienzo, a asumir demasiadas responsabilidades, acumular demasiadas funciones o fijarse varios objetivos en simultáneo. Cuando uno acumula demasiadas responsabilidades, esa acumulación se vuelve inhibitoria para la acción. “Argentinos a las cosas”. Habría demasiadas cosas a las que tendría que ir Posse. Se hizo cargo él de nombrar a todos los jefes de las fuerzas de seguridad y de las Fuerzas Armadas. Cuando llegaron Bullrich y Petri a Seguridad y Defensa, respectivamente, las cúpulas de las organizaciones en ambas carteras ya estaban designadas y reportaban a Posse.
Sobre todo después de la disolución del Ministerio de Infraestructura, que se produjo cuando se alejó Guillermo Ferraro, Posse se hizo cargo de todas las empresas públicas y puso gente afín a él en la mayoría de ellas. Y como sabemos, este Gobierno, que se mira mucho en el gobierno de Menem, quiere mostrar un impulso privatizador, que transfiera al mercado funciones que hoy están en manos del Estado. Ahí parecería que hay mucha demora o que pasa lo que ocurre habitualmente: el funcionario al que le dicen “andá a esa empresa y privatizá” se siente más cómodo intentando demostrar que la empresa puede funcionar en manos del Estado.
A Posse se le reprocha no haber tenido todo el ímpetu privatizador que esperaba Milei de su gobierno. Ahora esto lo va a tener que hacer Guillermo Francos. ¿Se va a ir Posse del Gobierno? Probablemente no. ¿Qué lugar va a ocupar? No sabemos. Hay quienes están imaginando una oficina para captar y canalizar inversiones en Estados Unidos. Habrá que ver si él acepta ese lugar.
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