La electromovilidad es una industria en auge a nivel global y Argentina tiene la posibilidad de insertarse en este mercado en crecimiento. Cuenta con una industria automotriz tradicional y con litio, materia prima de las baterías. Pero el camino hacia ese cambio en la industria no está asfaltado.
Así lo analiza el informe elaborado por Jimena Rubio, Matías Gutman, Bruno Pérez Almansi y Víctor Delbuono en Fundar, una organización dedicada al estudio, la investigación y el diseño de políticas públicas con foco en el desarrollo de una Argentina sustentable e inclusiva.
Para perfilar en esa dirección, Argentina debe mirar a países con condiciones similares y definir qué medidas tomar. A continuación, se trazaron rutas críticas para la industria electromovilidad local a partir del estudio de los casos de México, Brasil, Polonia, Tailandia e Indonesia.
LA CARRERA HACIA LA ELECTROMOVILIDAD CRECIÓ A NIVEL MUNDIAL
La carrera por el desarrollo de la electromovilidad se aceleró a nivel global durante los últimos años. Se focalizó, principalmente, en los países de altos ingresos (Europa y Estados Unidos) y en las grandes economías emergentes (China e India). Pero esta carrera también se impulsó en otras regiones como Europa del Este, el Sudeste Asiático y, en menor medida, América Latina.
Los países de ingresos medios que cuentan con una industria automotriz tradicional pujan por encontrar su lugar. Argentina es parte de este grupo de naciones para las que la transición a la electromovilidad representa una oportunidad de dar un “salto al desarrollo verde”. Pero, hasta el momento, nuestro país no desplegó una estrategia productiva clara. La posibilidad de dar este salto presenta hoy más preguntas que respuestas.
La oportunidad de insertarse en estas cadenas globales de valor requiere de implementar instrumentos específicos de política industrial. También de considerar las características estructurales que explican la posición que ocupa cada país.
LAS VENTAS GLOBALES DE AUTOS ELÉCTRICOS TAMBIÉN CRECIERON
Pasaron de 130.000 unidades en 2012 a más de 10 millones en 2022. Aunque todavía representan menos del 15% de las ventas anuales de autos, aumentaron más de tres veces respecto de 2020 y cada año superan la proyección del año anterior. De hecho, se proyecta que, para 2030, las ventas de vehículos eléctricos (VE) represente el 35% del total global. Esta tendencia evidencia que el cambio tecnológico es difícil de detener.
En los países de América Latina, la transición a la electromovilidad es todavía muy incipiente. Si bien la cantidad de ventas creció a un ritmo exponencial, su peso en las ventas mundiales aún es marginal (0,27%). Brasil y México lideraron el mercado regional. Muy por detrás está Argentina con sólo 365 unidades vendidas en 2022.
LA TRANSICIÓN A LA ELECTROMOVILIDAD: DE LA ADOPCIÓN DE TECNOLOGÍA A LA TRANSFORMACIÓN PRODUCTIVA
La transición hacia la producción de vehículos eléctricos es un proceso de mucho riesgo y altos costos para la industria automotriz tradicional. Requiere un cambio radical en las tecnologías de producción. Reposiciona a empresas y a países y permite el surgimiento de nuevos competidores. Esto genera amenazas de desplazamiento, necesidad de adaptaciones de muchos de los actores establecidos y gran incertidumbre.
Las distintas velocidades en la que cada país encara esta transición se explica si miramos los distintos puntos de partida. Esas diferencias pueden explicarse por diversos factores, como el tipo de especialización de su industria automotriz, la forma de inserción en las cadenas globales de valor, las capacidades existentes para implementar políticas productivas para el sector, entre otras.
POLÍTICAS DE TRANSICIÓN EN PAÍSES DE INGRESOS MEDIOS
Argentina se encuentra en el grupo de países que cuentan con una industria automotriz tradicional, con algún grado de orientación exportadora, son altamente dependientes de las terminales multinacionales y tienen menores capacidades para llevar a cabo una transición tecnológica.
Estos países están buscando mantener la competitividad del sector, al mismo tiempo que lidian con las tensiones de definir sus propias estrategias de transición a la movilidad sustentable.
Para identificar rutas para promover el crecimiento de la electromovilidad, analizamos los principales instrumentos de política usados por cinco países que se encuentran en situaciones similares: Tailandia, Indonesia, Brasil, México y Polonia.
LAS ESTRATEGIAS A DESARROLLAR ESTÁN INFLUIDAS POR LOS MERCADOS DE DESTINO
A grandes rasgos, en los cinco países analizados, la transición hacia la producción de autos eléctricos está condicionada, por un lado, por una alta dependencia de las estrategias de las terminales multinacionales para distribuir su producción e inversiones y, por otro, por un rol limitado de los Estados para influir sobre estas decisiones corporativas con incentivos para atraer inversión extranjera directa.
En todos los países analizados se destina una parte de la producción automotriz al mercado externo. Este es un factor importante porque cuanto mayor es la proporción exportadora, mayor es la influencia que tiene lo que ocurre en los mercados destino en la velocidad y tendencia tecnológica de la transición local.
Polonia, México y Tailandia son países con una industria muy traccionada por el mercado europeo, norteamericano y del sudeste asiático, respectivamente. En Indonesia y Brasil, en cambio, la estrategia que adopte su industria automotriz estará fuertemente influida por lo que definan sus propios mercados.
CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DE LAS POLÍTICAS IMPLEMENTADAS
+ En el Sudeste de Asia, Tailandia e Indonesia apuntan a liderar los mercados de electromovilidad de la región. En ambos casos, sus Estados tuvieron un fuerte rol en la implementación de políticas de promoción para la producción y la demanda de VE.
+ Dentro de Europa del Este, Polonia buscó tener un rol más activo en la transición a la electromovilidad que los demás países de la región a través de proyectos de producción de VE nacionales.
+ En los países de América Latina, las políticas de promoción del sector están más rezagadas. México y Brasil reciben crecientes inversiones extranjeras para producir VE. Sin embargo, hasta el momento, sus Estados tuvieron un rol limitado en promover las capacidades locales de producción. Esta dificultad para avanzar pone en evidencia la tensión entre acelerar la transición y los riesgos que esta genera para los actores vinculados a la industria automotriz tradicional.
RUTAS CRÍTICAS PARA LA INDUSTRIA DE ELECTROMOVILIDAD LOCAL
¿DÓNDE ESTAMOS? DESAFÍOS A LA TRANSICIÓN
Argentina como país de ingresos medios, con una escala de mercado interno baja, sin proximidad geográfica a países con una alta demanda de este tipo de vehículos, y con una industria automotriz tradicional que viene perdiendo capacidades productivas y tecnológicas tiene serios desafíos en miras de transitar esta reconversión.
Por un lado, la industria automotriz tradicional argentina atraviesa importantes dificultades. Entre 2012 y 2022, la producción total de vehículos se contrajo un 30%. A su vez, el sector autopartista sufrió el cierre de empresas y la pérdida de puestos de trabajo, al tiempo que las empresas domésticas que sobreviven proveen, cada vez más, componentes estándar y de poca complejidad.
Por otro lado, la industria automotriz argentina está volcada al mercado externo. Brasil es el principal destino de exportación con 65% de las exportaciones en 2022. El atraso de la electrificación del transporte en Brasil y el peso del uso de biocombustibles limita el avance de la producción de VE en mayor escala en Argentina. A su vez, esto dificulta que las filiales locales ganen inversiones al interior de sus organizaciones multinacionales si no existe demanda (local o externa) de esos productos.
¿DÓNDE PODRÍAMOS ESTAR? APRENDIZAJES PARA ARGENTINA SOBRE LOS INSTRUMENTOS DE POLÍTICA
Por un lado, hasta ahora, Argentina no definió una clara estrategia para el sector de la electromovilidad. Coexisten diversos planes elaborados por distintos ministerios que definen líneas de acción y metas para el sector. No obstante, aún no se ha establecido una política integral y focalizada en la transición productiva hacia vehículos eléctricos.
Por otro lado, la posición del país como productor de litio suscita debates en torno a la fabricación local de baterías y pone el foco en la presencia del recurso sin atender a su potencial vinculación con el sector de electromovilidad.
A continuación, se extraen los principales aprendizajes para las dimensiones de política analizadas considerando el contexto de Argentina en torno al sector de electromovilidad.
COORDINAR LA DEFINICIÓN DE METAS DE TRANSICIÓN
De los cuatro tipos de metas que suelen plantearse, en Argentina sólo existen metas de stock de VE, que fueron definidas por distintos ministerios nacionales.
Esta descoordinación dificulta la posibilidad de establecer una estrategia coherente e integral, conduce a una posible superposición de acciones y recursos, y merma la credibilidad de dichas metas. A su vez, es importante que estas metas no estén vinculadas sólo a objetivos ambientales, sino que tengan en cuenta otras dimensiones como la producción o la infraestructura de carga de VE.
PROMOVER Y FOCALIZAR INCENTIVOS ECONÓMICOS A LA OFERTA Y A LA DEMANDA DE VE
Los incentivos económicos, tanto a la oferta como a la demanda de VE, son un instrumento de política frecuentemente utilizado para la promoción de mercados de nicho y para la adopción comercial temprana de los VE. Hasta el momento, Argentina tampoco cuenta con este tipo de incentivos.
La experiencia de los países analizados muestra que la implementación de incentivos económicos va acompañada de una focalización o segmentación. Un ejemplo podrían ser los buses o vehículos comerciales livianos, segmento donde Argentina se ha ido especializando, principalmente en el caso de pick-ups medianas.
PROMOVER ASOCIACIONES PÚBLICO-PRIVADAS PARA EL DESARROLLO DE INFRAESTRUCTURA DE CARGA ELÉCTRICA
Teniendo en cuenta que la infraestructura de carga eléctrica pública en el país es incipiente y que esta es una condición fundamental para incentivar el uso (y la compra) de VE en el país, es relevante implementar estrategias para su desarrollo.
La infraestructura de carga es costosa de instalar y de mantener por eso es beneficioso promover asociaciones público-privadas y focalizar el desarrollo de esta infraestructura en segmentos específicos de mercado.
Como complemento, podrían promoverse asociaciones de empresas estatales (como YPF) con terminales automotrices, siguiendo el modelo del sudeste asiático, donde las empresas petroleras y de energía eléctrica estatales están teniendo un rol clave en la extensión de la red de cargadores.
PROMOVER SIGNIFICATIVOS ESFUERZOS DE I+D PARA LA FABRICACIÓN DE CELDAS Y BATERÍAS
El litio es un insumo clave para la producción de celdas de batería de ión-litio y Argentina dispone del 10,4% del total de reservas mundiales. Sin embargo, los factores que determinan el éxito de la producción de baterías van más allá de la presencia del insumo.
Alcanzar la rentabilidad en la fabricación de celdas y baterías requiere de escala y de vanguardia tecnológica. Argentina entra tarde a una carrera tecnológica avanzada que requiere significativos esfuerzos de I+D, en especial en el altamente competitivo segmento de la electromovilidad.
Las empresas públicas pueden jugar un rol clave. Un ejemplo de esto es el proyecto desplegado por YPF con Y-TEC y la UNLP. El mayor desafío de proyectos como este será alcanzar alianzas estratégicas con compañías líderes del segmento que les permitan escalar industrialmente, obtener financiamiento y posicionarse como una opción de abastecimiento para el mercado doméstico y regional.
DISEÑO DE UNA INSTITUCIÓN ESPECIALIZADA
La experiencia de países como Tailandia muestra la importancia de contar con una institución público-privada específica del sector automotriz.
Esta entidad debería estar conformada por actores estratégicos del sector y deberá tener la capacidad técnica y política para diseñar e implementar las políticas necesarias para abordar los desafíos que enfrentan las empresas ante los crecientes cambios tecnológicos de la industria.
DEFINICIÓN DE UNA ESTRATEGIA DE INSERCIÓN INTERNACIONAL
Es preciso que las nuevas políticas se enmarquen en una clara estrategia de inserción internacional. Esto implica promover y fortalecer los acuerdos comerciales que faciliten el acceso a mercados externos.
Así podrán sortear las restricciones iniciales de escala del mercado interno argentino, e incluso las del propio Mercosur. Un primer y fundamental paso sería definir una estrategia de especialización, en complemento con Brasil, y traducirla en medidas concretas.