VANESSA ARENAS

Convertir a Chile en el país líder mundial en la producción y exportación de hidrógeno verde al año 2030. Esa es la meta de la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, presentada por el gobierno del expresidente Sebastián Piñera, que mantiene tres objetivos principales: producir el hidrógeno verde más barato del planeta (US$ 1,5 por kg), estar entre los tres principales exportadores para 2040 y contar con 5 GW de capacidad de electrólisis en desarrollo al 2025.

Para esto, Chile cuenta con un aliado principal: la naturaleza. El viento en el sur de Chile y la radiación solar al norte, en el desierto de Atacama, tienen las condiciones y la potencia necesarias. Eso permite que haya factores de planta que no se pueden encontrar en ninguna otra parte y que hacen mucho más económica la producción de este combustible al compararlo con otros lugares del mundo.

En Magallanes, según los expertos, el factor de planta del viento supera el 70% en algunas zonas, es decir, el 70% de las horas del año una planta allí puede estar produciendo combustibles carbono neutrales. En otros lugares del mundo, un índice bueno es de 55% – 60%. La cifra no deja dudas de que este es un factor diferenciador que Chile tiene que aprovechar.

El combustible generado a través de hidrógeno pasa por un proceso de electrólisis (agua y electricidad) que, finalmente, se convierte en verde si la electricidad necesaria para el proceso es obtenida a través de energías renovables, es decir, libres de ser contaminantes.

La construcción de la planta demostrativa Haru Oni por parte de la empresa HIF Global —la primera instalación de eCombustible en funcionamiento del mundo y con una inversión de más de US$ 78 millones—, como ellos afirman, convierte a Chile en el país de la región líder en desarrollo de esta industria y uno de los más avanzados en el mundo.

De hecho, a principios de noviembre, unos 24.600 litros de gasolina sintética producidos en esta planta viajaron en el buque Copihue, que zarpó de Puerto Mardones (al sur de Chile), hacia Reino Unido. Se trató de la primera exportación comercial de combustible carbono neutral.

“Chile ya es un referente en hidrógeno verde. En Chile está cerca del 50% de los proyectos que queremos desarrollar en el mundo. La construcción de nuestra planta demostrativa Haru Oni, la primera en el mundo en integrar el proceso completo para la producción de eCombustibles, ha sido un hito para esta nueva industria. Constantemente recibimos visitas de personas de muchos países del mundo interesadas en conocer el proceso”, dice a Forbes Víctor Turpaud, gerente regional para Latinoamérica de HIF Global.

Para la empresa, más que un sueño a largo plazo, ya es una realidad materializada y, además, contrariamente a lo que se podría pensar, rentable. “En nuestro caso, estamos hablando de un producto final que Porsche ya está usando en algunos de sus automóviles, por lo que ya es una realidad. Cuando comenzaron los parques eólicos y fotovoltaicos, se inició una era de energía limpia, pero mucho más cara que la convencional. Hoy, en cambio, el precio no es tema y casi no se concibe seguir recurriendo a fuentes no renovables. Lo mismo pasa en el caso de los eCombustibles; en la medida en que las tecnologías sean más masivas, su precio será menor, con un efecto clave para el planeta: detener las emisiones de CO2”, puntualiza Turpaud.

El próximo paso para la empresa, con sede central en Estados Unidos, es la planta Cabo Negro (en la Región de Magallanes), que sería la primera instalación a escala industrial alimentada por la energía limpia del parque eólico Faro del Sur, que también esperan desarrollar. Para este proyecto la multinacional invertirá US$ 830 millones y estima una producción de más de 170.000 toneladas de e-Metanol por año.

¿EL PRIMER AEROPUERTO QUE OPERE CON HIDRÓGENO VERDE EN LATINOAMÉRICA?
Por su parte, la chilena Colbún, dedicada a la generación de energía eléctrica, tiene la meta de levantar —en menos de diez años— más de 4.000 MW adicionales de energías renovables en Chile. Su estrategia en hidrógeno verde ha estado enfocada tanto en proyectos para consumo doméstico, como para el mercado de exportación.

Pero una de sus metas más ambiciosas actualmente es la de convertir el Aeropuerto Arturo Merino Benítez, de Santiago, en el primero de Latinoamérica en operar con hidrógeno verde. Es un proyecto en conjunto con otras empresas —Copec, la concesionaria aeroportuaria Nuevo Pudahuel y las francesas Air Liquide, Groupe ADP y Vinci Airports— y Colbún proporcionará la energía renovable y garantizará la eficiencia energética de la cadena de valor. Esta energía provendrá de paneles fotovoltaicos que la emprsea instalará y operará en el aeropuerto, además de otras centrales de energía renovable con las que cuenta.

Esta meta está planeada para materializarse en 2025 y en el año 2035 el aeropuerto ya recibiría aviones cero emisiones de CO2.

“El hidrógeno verde está viviendo un período de desarrollo que cada vez se acelera más, y existen diversas aplicaciones que ya compiten con las soluciones convencionales. En los próximos años el hidrógeno verde va a continuar ganando espacios y va a ser usado en muchas más soluciones”, señala Juan Pablo Fiedler, gerente de Hidrógeno Verde de Colbún.

La empresa también trabaja en la alianza con el conglomerado japonés Sumitomo para desarrollar proyectos industriales de producción de amoníaco en las regiones de Antofagasta y Magallanes.

En el caso de Antofagasta, para la producción de hidrógeno verde trabajan con base en el proyecto fotovoltaico Inti Pacha (486 MW, comuna de María Elena) de Colbún, el cual ya cuenta con aprobación ambiental.

Por otra parte, en la Región de Magallanes, el acuerdo apunta a codesarrollar un proyecto de amoniaco verde con un potencial de producción de un millón de toneladas anuales, y comprende: instalaciones portuarias, generación de energía renovable y el desarrollo de infraestructura para elaborar hidrógeno, entre otros.

En el mercado doméstico, Colbún está desarrollando un proyecto para abastecer de hidrógeno verde los sistemas de refrigeración de su central termoeléctrica Nehuenco, ubicada en la Región de Valparaíso, y así reemplazar el hidrógeno gris que hasta ahora se ha usado en el proceso de refrigeración, descarbonizando este proceso.

La iniciativa marca un hito para la empresa, ya que serán las primeras moléculas que producirá de hidrógeno verde. Una vez en operación, consideran, permitirá evitar la emisión de 30 toneladas de CO2 al año.

Desde la perspectiva de la Asociación Chilena de Energía Solar (ACESOL), que representa a alrededor de 150 empresas dedicadas al rubro de la energía solar, “la correlación entre la energía solar y el hidrógeno verde se vislumbra no solo como una oportunidad, sino como una estrategia país que puede catalizar un desarrollo energético sustentable y resiliente”, indica Darío Morales, su director ejecutivo.

Y es que la electrólisis —proceso que permite obtener hidrógeno a partir de agua usando electricidad—, alimentada por la energía solar, puede ofrecer una solución eficiente y sostenible, de acuerdo con la asociación.

“Este hidrógeno no solo podría ser utilizado como fuente de energía limpia, sino también como medio de almacenamiento y transporte de energía, lo que es especialmente relevante para nuestros sistemas aislados y para las comunidades que aún dependen de fuentes de energía no renovables”, agrega Morales.

UN COMPROMISO TAMBIÉN PÚBLICO
La otra ventaja con la que cuenta Chile para el desarrollo de esta industria, la asegura Diego Pardow, ministro de Energía de Chile, es el “compromiso institucional con el cambio climático que permite que el país entero empuje el despliegue de esta industria con respeto al medioambiente y en coordinación con las comunidades locales”.

El Plan de Acción Hidrógeno Verde 2023-2030, que sumó el actual gobierno de Gabriel Boric, “considerará las necesidades de nuestras regiones y sus habitantes. Con esta discusión buscamos planificar un desarrollo armónico en regiones que entregue beneficios a las comunidades. Es clave que esta industria favorezca la creación de buenos empleos y mejore la calidad de vida de las personas”, señala Pardow a Forbes.

Para el ministerio, la industria del Hidrógeno Verde debe potenciar el desarrollo de otras actividades en regiones, permitiendo involucrar a pequeñas y medianas empresas en la provisión de productos y servicios, y fomentando el desarrollo local.

“Como gobierno nos toca acompañar estos procesos y acelerar el aprendizaje que podemos sacar. Esto implica ir adaptando la regulación al mismo ritmo de los cambios tecnológicos que nos permitan avanzar en la producción de hidrógeno verde a nivel industrial”, finaliza.

De cualquier forma, las instituciones privadas y públicas aseguran que están en la misma línea en cuanto a la meta de descarbonización nacional y toca responder a corto plazo: ¿estarán dadas las mismas condiciones naturales óptimas en cuanto a desarrollo tecnológico e implementación final?