BERNARDO DALL´ONGARO *
Durante los años setenta, la Argentina y Brasil compitieron por el liderazgo regional en materia nuclear. Las relaciones bilaterales estuvieron caracterizadas por la incertidumbre y el mutuo recelo respecto de los presuntos fines de sus programas nucleares. El desarrollo de tecnología nuclear bajo control militar, propiciaba desconfianza y tensión interestatal.
Con el retorno de la democracia a ambos países, la cooperación nuclear se catalizó y permitió arribar a una etapa de distensión. Se creó el Comité Permanente de Política Nuclear (CPPN) y coordinó una política exterior conjunta basada en un interés “común”: defender su derecho a desarrollar tecnología nuclear propia. El síntoma de ello fue el rechazo conjunto al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), al que consideraron “intrusivo” y “discriminatorio” para los países en vías de desarrollo.
Durante los años noventa, la cooperación nuclear se reforzó y condujo a un hecho histórico: la integración nuclear. En 1991 se creó la Agencia Brasileño - Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), único organismo bilateral y supranacional de control nuclear mutuo a nivel global. Simultáneamente, se firmó el Acuerdo Cuatripartito entre el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la ABACC, la Argentina y Brasil.
Esto les permitió a ambos países ingresar al régimen internacional de no proliferación por un canal distinto al convencional (TNP), sin renunciar al derecho a desarrollar tecnología nuclear nacional.
En el año 1995 la Argentina firmó unilateralmente el TNP, lo que generó tensiones interestatales. Entre 1995 y 1998, se registró un descenso en los niveles de convergencia diplomática en torno al TNP.
Sin embargo, la ABACC y el CPPN permitieron sortear dichas fricciones y sostener el vínculo cooperativo. Brasil ingresó al TNP en el año 1998, y, a partir de este momento, el modelo “autonomista” de política exterior se reemplazò por el de controles externos que proponía el OIEA.
En el siglo XXI la cooperación nuclear se consolidó. En este período se retornó a una etapa de convergencia diplomática, en la que los países adoptaron el antiguo modelo autonomista.
Síntoma de ello fue el rechazo conjunto al Protocolo Adicional (PA), instrumento del OIEA para verificar presuntas instalaciones nucleares no declaradas por los países. Esta política coordinada en diversos foros multilaterales, permitió que el Grupo de Proveedores Nucleares legitime el Acuerdo Cuatripartito como criterio “alternativo” al PA.
Es pertinente recordar que la firma del PA es un requisito para llevar a cabo transferencias de tecnología nuclear. En el año 2008 también se creó la Comisión Binacional de Energía Nuclear (COBEN), cuyo objetivo es cooperar bilateralmente para el desarrollo de reactores multipropósito.
El retorno de la democracia a ambos países coincidió con un aceleramiento de la colaboración interestatal en este sector en particular. La relación transitó de la competencia a la integración y adquirió una triple dimensión en el tiempo: técnico - política (CPPN), control (ABACC) y cooperación (COBEN). De allí resulta pertinente preguntarse: ¿En qué medida el cambio de régimen político en la Argentina y Brasil condicionó los patrones de colaboración nuclear?
* Licenciado en Relaciones Internacionales, Magíster Administración y Políticas Públicas; especialista en Ciencia Política; Coordinador del Observatorio de Política Internacional del CEPI