MARCELO BÁTIZ
Los cambios en la economía china, con una desaceleración de su crecimiento y un mayor uso de energías limpias, va a representar "un papel enorme" por su incidencia en la transición energética mundial, tanto en la generación eólica, fotovoltaica y nuclear, como en su peso en el mercado internacional, reflejado en una caída de los costos de los paneles solares.
Así lo señalaron a Télam del investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Sergio Cesarín, y el coordinador del Comité Solar de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER), Marcelo Álvarez, luego de la publicación del Panorama Mundial de la Agencia Internacional de Energía (AIE), en el que se hace hincapié en el rol de China en el marco de las tendencias de descarbonización y reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
El cambio en el perfil energético de China comenzó a gestarse a principios de siglo, ante la preocupación de sus autoridades por los altos niveles de contaminación en sus principales ciudades, además del impacto en su economía de la creciente importación de combustibles para hacer frente a un crecimiento basado en actividades de uso intensivo de la energía, como la construcción.
Ese crecimiento, caracterizado popularmente como de "tasas chinas", habría llegado a un punto de inflexión y ya se estaría operando una desaceleración, por la que la demanda de energía a base de combustibles fósiles comenzó a atenuarse y está próxima a revertir su incremento.
Para Álvarez "a partir de la caída de la construcción, el pico de consumo de fósiles va a ser este año y la producción de renovables va a ser más rápida, por lo que se van a cruzar las dos curvas", una proyección que la AIE prevé para "mediados de esta década".
"El impulso detrás del crecimiento económico de China está disminuyendo y existe un mayor potencial de caída para la demanda de combustibles fósiles si se desacelera aún más", advirtió la AIE, que prevé una tasa de aumento del PBI que en 2030 será menor a la mitad que en 2015.
Desde esa perspectiva, la AIE consideró que "China desempeña un papel enorme en la configuración de las tendencias energéticas mundiales", a medida que "su economía se desacelera y su estructura se ajusta" y que "crece el uso de energía limpia".
Al respecto, Cesarín remarcó que China "es el segundo importador mundial de petróleo y derivados y la expansión de su parque automotor lleva a un mayor uso de combustibles", además de contar aún con una matriz de generación que "proviene mayoritariamente de fuentes geotérmicas, básicamente carbón, por más que sea un carbón adaptado".
Ante los riesgos ambientales y también la presión que implicó el cambio de paradigma energético mundial, el gobierno del gigante asiático "definió hace más de una década un horizonte de reconversión industrial", con un fuerte apoyo a la electromovilidad y la generación de energías limpias, al punto que en la actualidad "la construcción de reactores nucleares en China supera a la de todo el resto del mundo".
Álvarez destacó el crecimiento de la industria fotovoltaica en el país asiático, que en dos décadas pasó de "un mercado interno prácticamente nulo" a un presente en el que cuenta con "siete de las diez empresas más grandes del mundo" en ese sector.
"A partir de 2003, 2004, China comenzó un proceso de integración vertical de la industria y las empresas empezaron a ganar en escala", indicó, puntualizando la importancia estratégica del gobierno de Xi Jinping de "fortalecer el mercado interno (del sector fotovoltaico) para ser menos vulnerables a los vaivenes del mercado internacional".
El resultado al final de ese proceso es totalmente opuesto a la situación inicial, con una incidencia en el plano internacional en materia de precios que llevó a decir a Álvarez que "China no es como la OPEP, pero se le parece".
De esa manera se refería a que por el desarrollo integrado de su industria fotovoltaica "los precios de los paneles solares cayeron un 90% en diez años".
"Quizás a partir del segundo trimestre de 2024 dejen de bajar, pero ese precio se refleja en el mercado internacional, donde la energía solar ya es más barata que la tradicional", planteó.
De todos modos, tanto dentro como fuera de China se advierte que los esfuerzos pueden no ser suficientes para cumplir con los objetivos de limitar el calentamiento global a 1,5°C para el 2050 fijado por las Naciones Unidas.
"Los efectos perniciosos a nivel interno han ido creciendo en estos años, las imágenes de contaminación de sus ciudades son una realidad, reflejada en muchos documentos internos que expresan críticas por el uso irracional de combustibles fósiles", manifestó Cesarín.
Por su parte, la AIE apuntó que "en los últimos diez años, China representó casi dos tercios del aumento en el uso mundial de petróleo, casi un tercio del aumento del gas natural y ha sido el actor dominante en los mercados del carbón".
No obstante, agregó que "es ampliamente reconocido, incluso por los dirigentes del país, que la economía china está alcanzando un punto de inflexión" y que, a pesar del uso aún elevado de combustibles fósiles, "China también es una potencia de energía limpia", con "más de la mitad de las ventas mundiales de vehículos eléctricos en 2022" y en un futuro próximo "representará alrededor de la mitad de las adiciones de energía eólica y solar".