MARCELO BONELLI
Leonardo Madcur amaneció el lunes, complicado. El jefe de asesores de Economía recibió temprano – desde Washington - una llamada severa y destemplada. “¿Se volvieron locos?¿Qué son estas medidas?”. Luis Cubeddu –el auditor de Argentina - estaba del otro lado del teléfono. Cubeddu – y su jefe Rodrigo Valdés- querían explicaciones y precisiones para justificar el impacto económico del paquete de auxilio de Sergio Massa. Fue una mañana brava. Madcur intentó serenar la ira de los burócratas . En el FMI consideran que el paquete excede la ayuda social que ellos habían acordado con Massa y la Argentina.
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Por eso Cubeddu exigió conocer el impacto fiscal y monetario. Sería medio punto del PBI. La “sobrerreacción” obedece al temor de que Argentina no cumpla con el duro acuerdo con el FMI. Es decir, que Massa deje a los los burócratas “colgados de la brocha”. Cubeddu lo repite desde enero: “Massa no cumple con lo pactado”. La bronca de ambos -Cubeddu y Valdés- se inició en el verano. Fue por la moratoria previsional, que dejó a ambos en off side con el board de Washington.
También ahora trinan por otra decisión: se devaluó, pero se congeló el valor del dólar hasta octubre. Valdés, enfurecido, dice: “Nunca quedamos en congelar el dólar”. La relación entre Massa y ambos está rota. El ministro –en privado- los acusa de sabotear su gestión y de intentar torpedear el precario acuerdo con el FMI. Así se lo dijo a su equipo íntimo: “Valdés quería una devaluación del 100 %. No sé que calidad de porro fuman en el FMI”. La cuestión se zanjó por la intervención de Kristalina Geoergieva. Fue en un durísimo diálogo por Zoom que tuvo con Massa.En ese secreto diálogo, según confirmó Clarín, se dijeron de todo.
Massa denunció intentos de desestabilización – para favorecer a la oposición - y Kristalina habló del colapso de la economía peronista. Le exigió la devaluación, como única forma de lograr el dinero. Por eso el staff del FMI reaccionó con pésimo talante frente al paquete de Massa. El ministro había calentado la relación: votó en contra de un aumento salarial para los funcionarios del FMI. Quieren un 20% en dólares.
La advertencia del FMI contra el Plan Platita se agrega a los traspiés políticos locales. Economía falló –claramente– en buscar un consenso previo y la mayoría de gobernadores desafió la jugada. Fue patética la conferencia de Juan Bahillo tratando de explicar las medidas para el campo.
Massa estaba indignado: “Todo el día piden plata y ahora son incapaces de apoyar”.
Cristina fue la autora ideológica de la decisión. Desde diciembre pide la “suma fija” para quedar ella dando un aumento y no obteniéndolo – por paritarias- los sindicatos.
El silencio de Cristina es atroz. En el búnker de Massa lo minimizan: “Mejor que no hable, es piantavotos”. En el Senado dicen que la vice está molesta por el desbarranco electoral y no quiere quedar pegada a la derrota. Muy fastidiada, se queja: “Si hablo porque hablo y si no hablo porque no hablo. Por qué no se dejan de hinchar las pelotas”.
También, el contundente resultado de Santa Cruz la demolió: Máximo se opuso siempre a hacer una alianza electoral con el ganador. Claudio Vidal intentó, mucho tiempo atrás, un acuerdo con La Cámpora. Máximo lo volteó y al final Vidal se cruzó de orilla y desbancó al kirchnerismo.
La dualidad de Cristina y la actitud de Máximo abren dudas en el "círculo rojo” de que ambos jueguen a ganador. La propia Patricia Bullrich lo comentó en la intimidad de Juntos: “No seamos boludos, ellos quieren que gane Milei para que explote todo y así Cristina vuelve en tres meses”.
Massa decidió un congelamiento general hasta las elecciones. La jugada política es riesgosa: ya en Wall Street están inquietos por lo que puede ocurrir en la economía el 23 de octubre. Temen una bomba para después de los comicios. Por eso, los bancos decidieron reforzar su “Plan Muralla”: trajeron billetes para cubrir la totalidad de los depósitos en dólares.
El “día después” dependerá de la suerte electoral. Massa evaluó las encuestas en el avión que lo llevó a Brasilia. Les mostró varias contratadas por él a su equipo. Y jactándose, dijo: “Estamos en ballotaje. Milei está en 38%, Patricia en 24% y yo en el 31%”. Pero Massa juega al límite y con fuego. En Wall Street hay miedo con el efecto “olla a presión”. Esa inquietud se refleja en el dólar. La turbulencia no paró en agosto. El blue subió un 32%. En Manhattan, el jueves próximo, habrá una cumbre secreta de inversores. Recibirán a dos enviados clave de Javier Milei: Darío Epstein, quien podría ser su ministro, y el banquero Juan Nápoli.
El encuentro lo organiza Gerry Mattos, ex chairman del HSBC. Ocurrirá en su lujoso domicilio de Connecticut. Mattos tiene su propio equipo de fútbol y una colección increíble de autos antiguos. El banquero es cercano a Mauricio Macri.
Ya comprometieron su presencia medio centenar de fondos y delegados de las “multi”.
El diálogo sería directo y franco. Los “lobos” de Wall Street simpatizan con las ideas de Milei. Pero los carcome un interrogante central: dudan de la gobernabilidad y la estabilidad política que pueda tener una administración del libertario. Los informes de Manhattan insisten con esta pregunta: “¿Cómo va a pasar las reformas por el Congreso?”.
El tema se abordó en un almuerzo exclusivo en La Recova de Posadas. Fue en el apartado de un restó donde hay buena carne y pescado. Entre otros estuvieron Roque Fernández, Diana Mondino, Carlos Rodríguez y Guillermo Francos. Francos es influyente. Alberto lo designó en el BID y lo acusan de haber sido quien filtró anónimos de relaciones prohibidas para que destituyan a Mauricio Carone. Francos quiere ordenar el entorno de Milei. El cierre del almuerzo fue “postre vigilante”.
Francos trabajó con Milei en el grupo Eurnekian. Eduardo, el empresario líder, no oculta en público su simpatía por el libertario. Nicolás Posse, otro ex Aeropuertos 2000, trabaja con una misión: organizar un Ministerio de Obra Pública.
Patricia Bullrich también esta ordenando su propuesta. Ayer se confirmó el anticipo exclusivo de Clarín: Carlos Melconian asumió como su eventual ministro de Economía.
La audaz decisión de Patricia provocó enojos – cuándo no – en Juntos. Se sabe que muchos economistas tienen una debilidad: suelen desayunar con bronce. La intención es tener una sola propuesta y evitar confusiones como la que ocurrió hace una semana en la cena íntima que organizó Susan Segal del Council of the Americas. Fueron a exponer los eventuales futuros cancilleres Diana Mondino, Federico Pinedo y – hombre de Massa – Gustavo Pandiani.
Hubo una pregunta sobre el sistema monetario. Estaban Alejandro Bulgheroni, Dante Ramos y Daniel Funes de Rioja. Mondino habló de la dolarización y Pinedo sorprendió con una definición: dijo que iban a una convertibilidad con una canasta de monedas.
Se trata de una vieja idea de Patricia, pero ya caducó: el jueves, Melconian aclaró que busca un sistema bimonetario. Lula habló del tema electoral con Massa. Su ministro Fernando Haddad y su jefe del Central, Roberto Campos Neto, tienen una actitud militante contra el gobierno de Alberto y complican cualquier ayuda a la Argentina. La cuestión se destrabó en una conversación entre Lula y Massa. El ministro le sinceró su desventura por la falta de dólares. Pero Lula lo frenó: “Dejá de juntar dólares y dedicate a juntar votos”.
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