JORGE ARBACHE *
La actividad económica más importante en las próximas décadas será la economía baja en carbono. De hecho, tendremos que reinventar sobre bases verdes prácticamente casi todo lo que producimos y consumimos y cómo lo consumimos. Esta transformación proviene de la necesidad y no de la elección, pero estamos demasiado atrasados y corremos contrarreloj para evitar una catástrofe ambiental.
En definitiva, tendremos que encontrar los medios para acelerar la transición a esta nueva generación de productos y servicios verdes, algo que requerirá unas condiciones de producción diferentes a las que tenemos hoy. Para ello, será necesaria mucha energía verde, mucha agua y muchos minerales de la economía baja en carbono.
América Latina y el Caribe (ALC) es la región mejor posicionada para apoyar al planeta en esta misión, ya que varios países ya cuentan con matrices energéticas bastante verdes, tienen las doce mayores reservas de agua y muchas de las mayores reservas minerales de la nueva economía, como el litio, níquel, cobre, grafito, tierras raras y minerales de hierro de alto contenido. La región también tiene otras condiciones de gran interés global, como el bosque tropical más grande, los dos biomas más importantes del planeta, la biodiversidad más rica y un enorme potencial para aprovechar los grandes mercados globales de créditos de carbono y la bioeconomía.
Pero los atractivos de la región no se detienen ahí. ALC tiene una población joven, muchas inversiones nuevas en energía renovable, un papel inmenso y creciente en el suministro mundial de alimentos, un rico ecosistema de capital emprendedor y potencial para satisfacer las crecientes necesidades de las empresas para hacer más verde la producción. Al no estar involucradas en guerras y otros temas geopolíticos y tener buenas relaciones comerciales con Estados Unidos, Europa y Asia, las empresas que operan en ALC no están sujetas a los mismos regímenes de intervenciones, controles, prohibiciones, discriminación y proteccionismo, factores que han generado incertidumbres e inestabilidades para las empresas en otras regiones.
ALC también se está reposicionando en temas de política económica. Como ejemplo, considere la inflación y la política monetaria, que hoy es una referencia prudencial y ya no un error de política pública. Los bancos centrales independientes y las acciones decisivas están sujetas a la inflación e, incluso con cambios en la orientación política en las elecciones, los nuevos gobernantes han conservado políticas económicas sensatas.
Así, no sería exagerado considerar que la economía de ALC ya está relativamente mejor posicionada en la economía global y, no por casualidad, varias de sus monedas se han fortalecido. Es cierto que la mejora de la situación de algunos países de la región se debe, en parte, a factores ajenos al control de los gobiernos locales, como la guerra en Ucrania y el levantamiento de las restricciones pospandemia en China, que incrementarán la demanda de alimentos y de minerales.
Pero la estructura de oferta verde única de la región, combinada con los cambios en la estructura de la demanda como resultado de los compromisos ambientales, las nuevas regulaciones, los cambios en las preferencias de los consumidores, una mayor responsabilidad social empresarial y las nuevas tecnologías y modelos de negocios están configurando un camino de desarrollo positivo que, muy probablemente, elevará los precios relativos de varios de los productos básicos de la región e impulsará el crecimiento del PIB durante las próximas décadas, con impactos potencialmente profundos en los términos comerciales y en las balanzas de pagos.
Estas características colocan a ALC en una posición privilegiada para participar en la economía mundial desde las nuevas Cadenas Globales de Valor (VNCG), que cuentan con resiliencia y sostenibilidad o son su único motor, y no están enfocadas únicamente a la eficiencia. El powerhoring y otras ventajas comparativas y competitivas colocarán a la región en una posición central en la NCGV, especialmente en sectores intensivos en energía, agua, bioeconomía, minerales críticos, granos y proteínas.
Las empresas y mercados de la región también son otro atractivo para los inversionistas. Aunque muchas empresas siguen políticas de menor apalancamiento que sus contrapartes, tienen saldos relativamente más prudentes, presentan tasas de incumplimiento históricas más bajas y tienen un enorme potencial de crecimiento nacional y regional, las agencias de riesgo limitan, a menudo injustamente, las calificaciones de riesgo.
Pero esta condición ha llamado la atención y cada vez más inversionistas consideran a los países de la región como sitios especialmente atractivos para estrategias de M&A.
Si bien muchas condiciones conspiran a favor de la región, el éxito no está garantizado. Para convertir todo este inmenso potencial en resultados concretos, será necesario asumir el crecimiento sostenible y sostenido como pilares de la política económica, implementar políticas consistentes y coherentes, establecer y fortalecer los marcos institucionales y regulatorios, aumentar la previsibilidad jurídica, formar y formar capital humano, invertir en I+D, aumentar las inversiones en infraestructura y tecnologías digitales y encontrar fuentes seguras y baratas de financiación a largo plazo.
Algunas economías de ALC deberían crecer en los próximos años más de lo que esperaban los expertos. Brasil, que es la mayor economía regional, está llevando a cabo importantes reformas económicas que deberían brindar un apoyo aún mayor al crecimiento del país y de la región. Los mercados de capitales y la bolsa de valores han mostrado resultados y ha mejorado la clasificación de riesgo y el costo de capital.
El año pasado, Brasil recibió US$ 92 mil millones en Inversión Extranjera Directa (IED), convirtiéndose en el quinto destino de inversión en el mundo; México también salió mejor en la foto, todo esto a pesar de que las entradas globales de IED serán menores en comparación con 2021. De hecho, los CEOs y administradores de fondos globales miran a ALC con creciente optimismo y esperan que la IED rompa nuevos récords en los próximos pocos años.
El sector del petróleo y el gas puede tener un papel importante que desempeñar en la transición, enmarcando nuestros marcos y compromisos ambientales y financiando la agenda anterior. Al final, la región no puede darse el lujo de renunciar a esta enorme fuente interna de financiamiento.
Parece que ALC está especialmente bien posicionada para superar sus desafíos históricos –la pobreza y la desigualdad-, ayudando al planeta a enfrentar muchos de sus mayores desafíos y a generar buenos resultados para los inversionistas. Así, es casi inevitable pensar que el éxito de ALC será el éxito de todos nosotros.
* Vicepresidente de Sector Privado, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-