El plan de Noruega para nacionalizar los gasoductos propiedad de la compañía Gassled también incluye un objetivo adicional para hacerse cargo de otros activos, incluida la planta de procesamiento de Nyhamna, según mostró una carta del Ministerio de Energía noruego a los propietarios.

En un movimiento sorpresivo, el gobierno de Noruega anunció un plan de nacionalización que entrará en vigencia cuando expiren muchas concesiones de gasoductos Gassled existentes en 2028, pero no dijo qué otros activos buscaría adquirir.

Noruega se ha convertido en el mayor proveedor de Europa tras una fuerte caída en las entregas de gas ruso en medio de la guerra en Ucrania. La vasta red de oleoductos del país se extiende unos 9.000 km (5.600 millas) y, por lo tanto, es un activo clave de interés nacional, según informó Nora Buli en Reuters. 

El Ministerio de Energía dijo en una carta a los licenciatarios, vista por Reuters, que su plan incluía "otras partes centrales de la infraestructura de gas noruega que actualmente son propiedad de Nyhamna y Polarled, así como Vestprosess DA".

Gran parte de la red de gasoductos de transporte de gas de Noruega es propiedad de Gassled, una sociedad establecida en 2003 por compañías petroleras que estaban produciendo gas en alta mar en Noruega en ese momento. Costó miles de millones de dólares para construir.

En su carta a todos los licenciatarios, incluidos Shell (SHEL.L), ConocoPhillips (COP.N), Equinor (EQNR.OL) y otros, el gobierno dijo que su objetivo era tener "la propiedad estatal completa de la infraestructura de gas noruega".

Nombró a la planta de Nyhamna, que procesa gas del campo Ormen Lange, así como gas entregado a través del gasoducto Polarled, como uno de los activos que pretendía adquirir.

El propio gasoducto Polarled, completado en 2015, también estaba en la lista de adquisiciones del gobierno, al igual que Vestprosess, un sistema de gasoducto y procesamiento de gas de las terminales de Kollsnes y Sture.

"Cuando la adquisición posiblemente requiera una remuneración, la posición del estado es que (esto) debe basarse en el valor actual de las tarifas esperadas futuras menos los costos de propiedad", decía la carta.

NORUEGA, UNO DE LOS QUE MÁS APROVECHA LA RUPTURA ENTRE LA UE Y MOSCÚ
El país escandinavo, devenido en primer suministrador de gas natural del bloque a raíz de la invasión rusa de Ucrania, se embolsó el año pasado 528.000 millones de coronas (46.370 millones de euros) por su participación directa en pozos de petróleo y gas, según ha informado Petoro, la firma pública que gestiona 36 de estos yacimientos.

Esta cifra es cinco veces mayor de lo que Oslo solía obtener en un ejercicio “normal” —según las palabras de la propia empresa— y un 54% superior a 2021, que ya fue récord.

La producción de gas —el combustible en el que Noruega es más abundante y el que más vende a sus vecinos del sur— creció solo un 7%, por lo que la mayor parte del incremento en los ingresos tiene que ver con la crecida sin precedente de los precios. Entre enero y agosto, el precio del gas natural llegó a multiplicarse por diez en el mercado TTF, el de referencia en los Veintisiete.

Las cifras publicadas por la gestora de la mayoría de pozos fósiles del país es solo una más de las que respaldan el bum en la nación escandinava a lomos del gas y el crudo.

A finales de enero, el gobierno calculó en 884.000 millones de coronas (77.670 millones de euros) los ingresos fiscales cosechados en 2022 por la explotación de sus recursos energéticos, casi tres veces más que un año antes y un 20% más de lo inicialmente previsto.

Esa cantidad, que emana directamente de la cuenta de resultados de las empresas petroleras y gasistas, no incluye los beneficios directos por la explotación de los pozos, según informó Ignacio Fariza en La Nación. 

A estas sumas hay que agregar las cuantiosa sumas que Oslo se embolsará por los dividendos que reparta Equinor, la mayor energética del país y en la que el capital público ronda el 67%. Noruega —cuyo fondo soberano gestiona ya más de un billón de euros en activos (acciones, bonos, edificios...)— suministra ya casi la tercera parte del gas natural que consume la UE tras la interrupción del flujo ruso a través del gasoducto Nord Stream 1.

Sin su concurso, la supervivencia energética europea en esta crisis habría sido poco menos que una quimera. Pero sus arcas también lo agradecen.