WILLY KRACHT *
La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero implica una mayor demanda de minerales para la implementación de una transformación productiva que tiene un fuerte énfasis en transición energética y electromovilidad.
El desafío que enfrentamos como humanidad es complejo y requiere no solo de colaboración entre el sector público, privado, la sociedad civil y la academia, sino también de mucha cooperación entre estados. Todos en función de nuestras propias capacidades debemos contribuir en esta lucha contra un adversario cada vez más impetuoso: el cambio climático. En este escenario cabe preguntarse cuál sería la contribución esperada de nuestro país.
Chile cuenta con las mayores reservas de cobre y una de las más importantes reservas de litio del planeta, lo que nos transforma en un país clave. Pareciera ser que estamos llamados a generar condiciones que permitan aumentar la producción de minerales críticos, pero ¿es acaso esa nuestra única contribución? ¿nos deberíamos conformar con proveer materias primas en esta causa de alcance global?
La actividad minera no se limita a la extracción y comercialización de cobre y otros minerales. Es una actividad compleja que requiere de desarrollo tecnológico, buenos sistemas de gestión, altos niveles de especialización del trabajo y esfuerzos crecientes por la reducción de sus impactos. Todas estas capacidades se desarrollan en Chile. Desde esta perspectiva, como país tenemos mucho más que entregarle al mundo que cátodos de cobre o carbonato de litio. Estamos en condiciones de exportar minería, esto es, conocimiento, soluciones tecnológicas y buenas prácticas.
Lo dicho puede ser evidente para quienes somos parte del sector minero, pero no lo es para quienes miran la actividad desde lejos. Esto es una consecuencia de que la discusión sobre la importancia de esta industria tiende a centrarse en el tamaño de las ventas, el aporte de la minería al Fisco o la participación del cobre o litio chilenos en la oferta internacional. Estos elementos, si bien son relevantes y no pueden faltar en la discusión, no dan cuenta de las distintas dimensiones de esta actividad.
Es necesario que avancemos en consolidar un relato que entienda que la minería chilena extrae y vende minerales, pero además agrega valor. Chile tiene gran capacidad en la generación de soluciones para la minería, ya sea a nivel de gestión del negocio, desarrollo y optimización de procesos o en el desarrollo e implementación soluciones tecnológicas que apunten a reducir el impacto de esta actividad en su entorno.
Esta capacidad de dar valor, en conjunto con la producción minerales, representan una mirada más completa de lo que es nuestra minería y configuran una idea que, bien comunicada, nos permitiría decir con orgullo que nuestra contribución en la lucha contra el cambio climático es contundente. Esta es la mirada que llevamos como delegación chilena a PDAC 2023 en Canadá, una de las ferias mineras más importantes del mundo, porque ya es hora de que hablemos de Chile como un exportador de minería y que llevemos la “minería chilena” a un nuevo nivel en el concierto internacional.
* Subsecretario de Minería de Chile