El mundo no está invirtiendo lo suficiente para cumplir los objetivos climáticos. Las estimaciones varían en la suma exacta, pero la brecha es del orden de  billones de dólares  anuales. Se necesitará todo tipo de instituciones financieras para intensificar las inversiones verdes.

Una de las instituciones que ayudan a llenar ese vacío es el Banco Europeo de Inversiones, que se creó en 1958 para financiar proyectos de infraestructura, pero desde entonces se transformó en uno de los mayores patrocinadores de las finanzas verdes. 

Más de la mitad del dinero  que presta hoy es para el clima y el medio ambiente, con el objetivo de apoyar 1 billón de euros (1,1 billones de dólares) en  inversiones verdes para 2030,  cruciales para que la Unión Europea cumpla sus objetivos climáticos.

El BEI está cumpliendo ese objetivo recaudando dinero principalmente a través de bonos con calificación AAA, que muchos inversores privados pueden comprar, y luego prestando dinero a entidades gubernamentales o empresas privadas que construyen una planta de energía eólica marina, infraestructura de transporte público o similares. 

En 2007, el BEI se convirtió en la primera institución en emitir un bono verde, donde el dinero recaudado se gastaría explícitamente en actividades vinculadas a objetivos climáticos y medioambientales.

Pero trabajar para promover la transición energética significa adaptarse a un panorama en constante cambio. A pesar de que los objetivos climáticos globales son constantes y claros, el lugar exacto en el que los organismos como el BEI deberían enfocar sus gastos está cambiando a medida que las tecnologías verdes existentes se vuelven más baratas y las nuevas comienzan a ser económicamente viables. 

Eso se ha complicado aún más por la invasión rusa de Ucrania y la subsiguiente crisis energética en Europa, que impulsó los esfuerzos  para acelerar el despliegue de energía limpia  y reemplazar los combustibles fósiles rusos con otras fuentes.

Después de años de campañas de grupos ecologistas, el BEI dijo que a partir de 2021 dejaría de prestar a proyectos de combustibles fósiles. 

Ahora los activistas quieren presionar más para garantizar que los préstamos del BEI sean lo más ecológicos posible. Eso ha puesto de relieve  un reciente préstamo del BEI  a la petrolera Repsol.

En diciembre, el BEI anunció que un préstamo de 120 millones de euros se destinará a la construcción y operación de la primera planta de biocombustibles avanzados de Repsol que utilizará desechos de alimentos, como aceites de cocina, para producir combustibles para el transporte. 

El uso de estos biocombustibles podría reducir las emisiones de dióxido de carbono del ciclo de vida hasta en un 90 % en comparación con los combustibles fósiles. Repsol se ha comprometido a invertir 200 millones de euros y estima que se evitarán unas 900.000 toneladas de CO2 al año.

El anuncio no ha sentado bien al grupo de Campaña Bankwatch, que argumenta que una compañía petrolera que obtiene ganancias vertiginosas no debería necesitar financiación pública para proyectos ecológicos. En los nueve primeros meses de 2022, Repsol obtuvo un beneficio neto de 3.200 millones de euros.

En respuesta, el BEI dijo que "los productores de petróleo y gas están en una posición sólida para invertir en tipos particulares de proyectos innovadores bajos en carbono que son fundamentales para lograr las emisiones netas cero". 

El BEI también dijo que todos sus prestatarios deben producir planes de descarbonización creíbles. Repsol, por ejemplo, se ha  comprometido a cero neto  para 2050. Aunque Carbon Tracker  ha dicho que  el plan climático de Repsol tiene mucho más espacio para alinearse completamente con los objetivos climáticos del Acuerdo de París.

De manera crucial, sin embargo, Bankwatch señala el momento del acuerdo. Si bien el contrato de préstamo se firmó en diciembre, Repsol confirmó que la construcción ya había comenzado en marzo. La decisión de construir la planta se tomó en 2020, lo que planteó la cuestión de si el préstamo del BEI era necesario para financiar el proyecto, una idea conocida como adicionalidad.

“El préstamo del BEI no contribuye a que la empresa [realice] nuevas inversiones a favor de la descarbonización”, dijo Anna Roggenbuck, responsable de políticas del BEI en Bankwatch.

Un portavoz del BEI dijo que, aunque el préstamo se hizo en diciembre, el banco participó en el proyecto en “una etapa suficientemente temprana”. Además de ayudar a la construcción y operación de la planta, “el préstamo del BEI también apoya los programas de investigación hacia tecnologías avanzadas de biocombustibles”. 

Si bien no hay desacuerdo en que se necesita más dinero para proyectos verdes, existen diferentes puntos de vista sobre el uso más efectivo de los recursos que se pueden implementar. Espere más peleas de este tipo, especialmente cuando se trata de dinero o instituciones públicas.