MARCELO BONELLI
Cristina no lo puede ni ver a Matías Tombolini. Así lo dice: “Que ahora arregle el quilombo de los precios”. Axel Kicillof lo torpedea todo el día. Quiere más controles y persecuciones. Ambos lo culpan por el alza de los precios, por ser blando con los formadores de costos.
Los dos se cobran venganza. Tombolini solía burlarse de ambos en las reuniones privadas: criticaba sus vetustas ideas para controlar los precios. “Tombo” amenazaba así a las multis: “Cerrá con nosotros, porque lo que viene atrás nuestro es peor”. Para Tombolini ese “ cuco” son las ideas perimidas de Cristina y Kicillof: palo y palo contra las empresas.
El dato de la inflación de enero removió todo y reflotó las rencillas. Cristina dice: “¿Ahora a quién va a culpar Tombolini?”.
Kicillof pide más acción a la Secretaría de Comercio. Otra vez sus colaboradores reflotaron la ley de abastecimiento y desempolvaron la idea de un congelamiento unilateral hasta las elecciones. Estas recetas ya fallaron y forman parte de la colección de fracasos de la dupla Alberto-Cristina.
La vice y Kicillof controlaron la Secretaría de Comercio -y la política de precios- hasta la asunción de Massa. Hubo controles y escraches: todo un fiasco.
Ambos le exigieron –en septiembre pasado– un congelamiento unilateral a Massa. El ministro se resistió hasta un punto. Unos meses después Tombolini sacó Precios Justos, una variante del “tren fantasma” que utilizaron siempre para intentar – sin éxito – maniatar la inflación.
El 6 % de enero -que anticipó Clarín – tuvo alto impacto en lo económico y en lo político. Sera difícil cumplir con la meta de llegar al 3%.
Tombolini amenazó esta semana a varios jefes de las empresas multinacionales porque no habían cumplido sus pactos. En su nómina de reproches estuvo Javier Sánchez Carranza, de Coca Cola, y Javier Goñi, de Ledesma.
También llevó al ministro a varias discusiones telefónicas fuertes. Massa mantuvo una reunión con el jefe de la UIA. Daniel Funes de Rioja está inquieto: tiene la información de que Kicillof propicia mano dura. Axel tiembla porque los precios explotan en el Conurbano.
“Isidorito” –como le dicen a Funes de Rioja- vive en estado de alerta: “Si quieren chocar el auto, bueno, entonces aceleren”. Massa lo recibió –por un tema con Uruguay-, pero aprovechó para enviar un mensaje al establishment. El ministro afirmó: “Nosotros no vamos a hacer locuras. Vamos a seguir con los acuerdos”. Y contragolpeó: “El plan fiscal y monetario es compatible con una inflación del 3%”.
Pero la estrategia no estaría funcionando. Existe miopía para ver algo obvio: la escalada de precios se alimenta con una indexación e inercia en las remarcaciones.
El Indec también despertó inquietantes reacciones. En el entorno de Alberto Fernández hubo una sádica alegría: algunos festejaron el 6 % y el traspié de Massa.
Parecen dos gobiernos. Dicen que el Presidente está celoso de la hiperactividad de Massa. La actitud suicida es similar a la que tuvo la Casa Rosada con Juan Manzur. Lo fueron a buscar como salvador y después lo desflecaron. Ayer, Manzur reasumió como gobernador de Tucumán y mantiene intacto su proyecto presidencial de “Juan XXIII” . Fue avalado por muchos gobernadores.
También Kicilllof le tira a Economía. Es sutil porque Cristina mantiene un amplio apoyo a Massa. Pero Axel disfruta. Habla con todo el equipo económico y siempre abre los diálogos con sorna: “¿Dónde están los dólares que Massa iba a traer?”.
Massa mantuvo esta semana una cumbre secreta con banqueros. El “círculo rojo” sabe de los inquietantes desequilibrios, pero prefiere la cordura: no quieren que explote la bomba y quieren llegar – aún destartalados – a los comicios presidenciales.
Massa mantiene diálogos constantes con Alejandro Butti ( Santander), Martin Zarich (BBVA), Jorge Brito (Macro), Juan Parma (HSBC) y Eduardo Escassany (Galicia).
La negociación con los banqueros es activa y buscó un objetivo: estaría cerrado un pacto para renovar todos los vencimientos en pesos del segundo trimestre.
Ahora se negocia extender el “roll-over” para todo 2023. Por eso los banqueros le pidieron bajar la intensidad de las críticas a Juntos: su explosivo documento preanunció lo peor y un inminente default. Luciano Laspina fue claro: “Solo dijimos lo que ustedes saben que ocurre”.
Este jueves hubo otro encuentro secreto de banqueros en la secretaría de Finanzas: se discute un paquete de instrumentos financieros para asegurar la renovación de los vencimientos. Se habla de algo sensible: emitir nuevos bonos con garantía de la recaudación del impuesto a los cheques. Esos fondos van destinados a la ANSeS, que controla La Cámpora. Máximo –se sabe– es un estatista particular: se dedica a controlar las principales cajas del Estado.
Entre ellas YPF, donde hay un conflicto grave que vulnera el código de ética de la petrolera. La abogada Laura Andino está a cargo del estratégico proyecto Litio-YPF y tiene un procesamiento por lavado de dinero. En breve enfrentará un juicio oral. Se trata de una decisión –hace meses- de Sebastián Casanello: Andino y su pareja Gustavo Gentilli – ex titular de OCCAVI en el kirchnerismo- habrían utilizado sus influencias para hacerse millonarios ilegalmente.
La cuestión convulsiona a la petrolera. Algo similar ocurrió cuando desafectaron en silencio al ex Ceo Sergio Affronti. Fue a causa de una denuncia directa de Chevron a la propia Cristina. Ahora se sabe que la cúpula de Chevron se quejó ante la vice por manejos turbios sobre la asignación de cupos de exportación de crudo. Chevron es la preferida de Cristina. Le dio un contrato leonino en Vaca Muerta. Su cúpula encabezada por Bruce Niemeyer -encargado de Latinoamérica de la empresa- recurrió a la vice. Affarti duró pocas semanas y se fue en silencio.
Cristina logró este jueves su objetivo político: que el peronismo en su conjunto avale la falaz tesis de que la quieren proscribir. En forma oficial, el Frente de Todos defendió ese débil relato, que es la bandera de la vice frente al procesamiento por corrupción.
Alberto y Wado de Pedro trataron ese tema en la insólita cumbre de Olivos. El Presidente y su ministro difundieron la reunión como una suerte de Yalta vernáculo.
El encuentro fue negociado entre el propio Wado y Juan Manuel Olmos. El vicejefe de Gabinete exigió un gesto al ministro y Wado emitió antes un tuit dando por terminada la disputa con Alberto.
Wado llegó a Olivos y lo primero que exigió fue que el peronismo avale la estrategia judicial de Cristina y denuncie la proscripción. Alberto, al final, aceptó. Los dos también trataron un tema estratégico: postergar las PASO, para darle tiempo a que Massa ponga paños fríos a la inflación.
Antes de acordar, ambos intercambiaron reproches mutuos. Alberto se sinceró: “Cristina arma unos quilombos bárbaros y bombardea la gestión”.
Wado replicó: “Alberto, ustedes no dan bola, se cortan solos y no consultan”.
Después dijo que Cristina no perdona una cosa: que Alberto nunca ayudó para mejorar su situación judicial. Cristina sostiene que el Presidente es un traidor y no cumplió el “pacto” entre ellos: ella lo hacía Presidente y Alberto le arreglaba los chanchullos. La vice ya lo dice resignada: “Se hizo bien el pelotudo”.